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Ya estaba anocheciendo.

Los dos se habían quedado en la cama mientras hablaban de sus cosas.

Diluc tumbado y Lumine tumbada encima suyo mientras lo abrazaba y se besaban.

Algunas veces Diluc la había manoseado mientras se besaban, cosa que le había encantado, pero también la abrazaba y la besaba dando igual que ella tuviera todo su torso desnudo.

Ella no se había quitado más ropa pero aún así, sentía que estaba completamente desnuda ante él. Se sentía libre y aceptada. Diluc aceptaba su cuerpo y no le daba importancia, simplemente él admiraba lo que ella ofrecía y no juzgaba.

—Lumine, tú fumas ¿cierto?

Ella ladeó su cabeza confusa, pero aún así afirmó con la cabeza.

—¿Cómo lo sabes?

—Porque tu aliento siempre huele a menta y veo que en la basura tiras todas las colillas.

—Oh, espero que no te importe.

Hizo una mueca de pena, pero Diluc al instante acarició su cabeza negando con la cabeza.

—Tranquila. Odio muchísimo el aliento de tabaco pero tienes muy buena higiene de boca. Si no las hubiera visto, jamás pensaría que fumas.

—Eso significa que lo estoy haciendo bien.

La habitación se llenó de un silencio, pero un silencio acogedor. Los dos se abrazaban y se acariciaban, en algún momento ella dejaba un beso en su mandíbula y él en su cabeza, pero estaban muy cómodos.

—Me alegro de haberte conocido, Lumine.

Ella alzó su cabeza para mirarle, y él solo le guiñó el ojo sonriente.

—Eres una chica muy bonita y que puede ofrecer muchas cosas al mundo, puedes brillar sola.

—¡Yo también me alegro mucho de haberte conocido Diluc!

Lo estrujó entre sus brazos sonriente, aunque paró al escuchar como el móvil de Diluc sonaba.

—Oh, oh, tengo que irme cariño. Me puse una alarma porque sabía que iba a estar mucho rato con vosotros.

Diluc apartó con cuidado a Lumine tumbándola a su lado y ella se sentó de rodillas en la cama al instante para mirarle suplicante.

—¡Yo quiero que te quedes!

—No puedo, hoy tengo una cena con la esposa de un empresario. Necesito vender vino por la zona de Fontaine y de Sumeru, y ella me puede brindar la oferta de promocionar mis vinos en esas dos zonas.

—¿"Esposa"?

De repente todo el alrededor de Lumine se volvió oscuro, y su mirada se volvió irritada y molesta.

Diluc se percató de ello, y suspiró acercándose a ella y dándole un beso en los labios.

—Esa señora tiene casi sesenta años, cómo lograrás entender, no es mi interés. No te pongas así anda, mi interés eres tú.

Y como si nada, Lumine sonrió abrazándole y enredado sus piernas a su cadera, quedándose como todo un koala a él.

—¿Cuándo te volveré a ver? ¡Yo quiero estar más tiempo contigo!

—Uhm, mañana lo tengo complicado, pero aunque no pueda venir aquí, vosotros os podéis acercar y así estamos más tiempo juntos, ¿te parece bien?

Lumine afirmó con la cabeza satisfecha y se quedó en el suelo, y Diluc se agachó un poco para darle un beso a cada pecho, y por último a ella en los labios.

Thoma; put on your boxing gloves [pt. 1]Where stories live. Discover now