El Ojo de la Serpiente

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El domingo por la mañana, Hermione volvió a la cabaña de Hagrid caminando con dificultad por la capa de medio metro de nieve que cubría los jardines. A Bella, a Harry y a Ron les habría gustado acompañarla, pero a Bella la interceptó Cedric en el camino, pidiendo hablar con ella un momento, y los chicos seguían con sus deberes.

—¿Cómo van tus clases? —preguntó Bella, mientras iban al patio, donde Fred y George estaban dentro de una guerra de bolas de nieve.

Cuando Fred vio a Bella, le lanzó una bola de nieve, la cual se estampó contra su cabeza. Cedric la miró. Comenzó a quitarle los restos de nieve riendo, pues Bella estaba también sonriendo.

—¡Ya verás! —dijo Bella, tomando un poco de nieve—. Soy prefecta, y... ¡Ay! —Su vista quedó tapada completamente. Tenía la cara cubierta de nieve.

Fred y George estallaron de risa igual a Cedric, mientras veían como Nehyban, al cual conocían como Leons Jane, o Leo, lanzaba una y otra vez una bola de nieve sobre su mano.

—¡Ya verán! —dijo Bella, lanzando bolas de nieve a diestra y siniestra.

Bella la estaba pasando bien, estaba, prácticamente, los chicos que más le importaban en la vida, solo faltaban Harry y Ron. Sí, antes el pelirrojo no le caía nada bien, pero terminó por acostumbrarse.

Lo que no sabía Bella era que mientras Cedric, Nehyban, Fred y George la tomaron contra ella, Harry la miraba de la ventana de la torre.

—Yo debería estar ahí —susurró Harry, mientras notaba como Bella abrazaba a Cedric—. Y no ninguno de ellos —murmuró, mientras veían a Nehyban tomar a Bella, y cargarla como una princesa para comenzar a darle vueltas—. ¿En qué momento dejamos de ser sólo nosotros dos? —se preguntó curioso, cuando los miró caminar a los tres abrazados.

Harry se quedó viendo un rato más y notó como Leo y Cedric se miraban con algo de rivalidad cuando Bella les daba la espalda: Cedric, serio y con molestia; Leo, retador y haciendo una mueca con sus labios muy parecía a una sonrisa.

Hermione volvió de la cabaña de Hagrid poco antes de la hora de comer, junto con la ojirojos. Ambas temblando ligeramente y con las túnicas mojadas.

—¿Y bien? —le preguntó Ron a Hermione, que levantó la cabeza al verla llegar a la sala común—. ¿Ya le has programado las clases?

Harry estaba escribiendo, pero estaba un tanto extraño, pensó Bella. No levantaba el rostro del pergamino siquiera.

—Bueno, lo he intentado —contestó ella con desánimo, y se sentó en una butaca al lado de Harry. Luego sacó su varita mágica e hizo un complicado movimiento con ella. Del extremo salió un chorro de aire caliente que Hermione dirigió hacia su túnica, y ésta empezó a despedir vapor hasta que se secó por completo. —Ni siquiera estaba en la cabaña cuando llegué, y pasé media hora llamando a la puerta. Hasta que vi que venía del bosque...

Bella soltó un gemido. El bosque prohibido estaba lleno del tipo de criaturas que podían hacer perder el empleo a Hagrid.

—¿Qué tiene escondido allí? ¿Te lo dijo? —inquirió.

—No —respondió Hermione tristemente—. Dice que quiere que sea una sorpresa. He intentado explicarle qué clase de persona es la profesora Umbridge, pero él no lo entiende. Insiste en que nadie en su sano juicio preferiría estudiar los knarls a las quimeras. No, no creo que tenga una quimera —añadió al ver las caras de horror de Bella y de Ron. Harry seguía con la cara mirando hacia abajo y Bella, de reojo, lo observaba. ¿Qué le ocurría?—, pero no será porque no lo haya intentado, pues ha hecho un comentario sobre lo difícil que es conseguir sus huevos. No sé cuántas veces le habré dicho que lo mejor sería que siguiera el programa de la profesora Grubbly-Plank. Francamente, creo que ni siquiera me escuchaba. Está un poco raro, la verdad. Y sigue sin querer explicar cómo se hizo esas heridas... ¡Harry, ¿me estás escuchando?! —bramó de pronto, cuando notó que Harry no le prestaba atención.

Bella Price y La Orden del Fénix©Where stories live. Discover now