El Único al que Temió

667 80 23
                                    

—¡No se ha ido! —bramó Bella.

No lo creía; no quería creerlo. Bella seguía forcejeando con Lupin con toda la fuerza que le quedaba, pero Lupin no la entendía: había gente escondida detrás de aquella especie de cortina. Bella la había oído susurrar la primera vez que había entrado en la habitación. Sirius estaba escondido, sencillamente, estaba oculto detrás del velo...

—¡PADRINO! —gritó—. ¡PADRINO!

—No puede volver, Bella —insistió Lupin; la voz se le quebraba mientras intentaba retener a la chica—. No puede volver, porque está mu...

Pero, justo en ese instante, todos se quedaron atónitos, algo estaba pasando dentro del velo. Era como si algo desde dentro se estuviese moviendo con mucha fuerza y, de un segundo a otro, del velo salió una mano dejando a todos los presentes estupefactos.

De pronto salió un cuerpo entero. Era un chico de cabello blanco platinado; le estaba dando la espalda a todos, era como si jalara algo de ahí dentro. Un momento después, vieron que jaló el brazo de otro muchacho de su misma estatura, con el cabello azabache; él halaba algo también de allí dentro.

Todos los que observaban. Nadie era capaz de moverse o, incluso, llegar a preguntarles qué hacían.

Cuando los dos muchachos terminaron de halar, un tercer muchacho, con cabello platinado y puntas negras, apareció, pero éste cayó al suelo con Sirius encima de él.

Todos quedaron boquiabiertos y Minorka, que seguía entre los brazos de Nehyban, miró al chico voltearse y dejar a Sirius en el suelo, colocándole la cabeza con cuidado en el suelo mientras los otros dos muchachos lo veían. Minorka, bruscamente, se levantó con los ojos puestos en el cuerpo de Sirius. Ella se separó de Nehyban, que estaba atónito, y, corriendo, fue hacia la tarima.

Los tres muchachos la miraron y se alejaron un poco de Sirius, para darle espacio.

—¡PADRINO! —gritó Bella, usando fuerza bruta para soltarse de Lupin, e ir junto a su tía—. ¡PADRINO!

—Sirius... —dijo Harry con voz queda, corriendo también hacia su padrino.

Minorka cuando llegó, se arrodilló y abrazó a Sirius de una manera amorosa y cariñosa: otra cosa que jamás vio de Minorka Price. Bella llegó junto a ella, deslizándose de rodillas para unirse al abrazo. Las dos rubias lloraban inconsolables.

Minorka, viendo a su sobrina justo al lado de ella, se separó del cuerpo de Sirius y miró a los tres muchachos que lo habían sacado de allí. Harry se les unió y abrazó a su padrino mientras que Bella miraba también a los tres chicos: dos de ellos ya los conocía.

Uno era el mismo chico de ojos rasgados y cabello platinado que vio junto a Nehyban en el pasillo de Hogwarts, el mismo que le pidió que le enseñara su mano izquierda. Él la miraba fijamente a ella, casi con mirada devota; el otro muchacho, era el que vio cuando el peliplateado y la chica de cabello morado se iban. Éste la mirada sonrojado con la boca entre abierta, como si no creyese que estuviera allí, pero también pasaba su mirada hacia Harry, quien seguía llorando, sobre el pecho de Sirius.

Bella pasó sus ojos desde los dos muchachos hasta el tercero, el desconocido: era un chico con mirada ensombrecida y profunda, de cabello plateado con puntas negras, era caucásico, como Bella y tenía la misma estatura de sus compañeros. Su presencia era imponente, dominante y su aura era casi oscura. Miraba a Bella y a Minorka con odio, con rencor: que mirasen de esa manera a Minorka era casi comprensible, pero era la primera vez que alguien veía a Bella de tal forma.

—Gracias —dijo la voz gruesa de Minorka, mirando al chico del medio, de rasgos asiáticos. Sus lágrimas parecían inagotables—. Muchas gracias...

Bella Price y La Orden del Fénix©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora