Betty la fea es una mujer: Parte 7

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CONFESIONES DE UNA FEA:
La fuerza de las tradiciones
(Primera parte)

"La tradición es un guía, no un carcelero"


William Somerset Maugham

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**Advertencia de capítulo**

Contenido movilizante para "personas altamente sensibles, o que hayan atravesado situaciones de bullying y sobreprotección parental.
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Pov Beatriz

_Betty... (Escucho Sonidos estrepitosos y aterradores a mi alrededor)  Betty...

Siento que me zumban los oídos, tengo la vista nublada, como si un rayo me atravesara los ojos. Todo se ve borroso, etéreo, blanco...

A lo lejos siento que alguien pronuncia mi nombre... Me llaman, pero estoy demasiado asustada como para responder.


_Betty... soy yo... Armando Mendoza.

 
¿Don Armando? ¿Y él que hace aquí? ¿Qué es lo que está pasando?...

 
Todo es muy confuso...

 
Las ideas revolotean en mi mente como mariposas sin rumbo, como un pájaro errante que equivocó el camino hacia tierras más cálidas.

 
B: Ay, doctor. ¡Qué pena con usted!... Es que venía caminando y me caí. Las gafas no las encuentro. Pero no sé preocupe, don Armando, que alcancé a guardar todos los documentos de Ecomoda que se me cayeron. Están aquí, bajo mi saco, y además, los estoy protegiendo con mi cuerpo.

 
¿Qué?... ¿De dónde salieron esas palabras? Siento mi boca moverse pero no tengo la facultad para coordinarla. Como si alguien hubiera tomado el poder de mis labios sin consultarme.

 
Y es curioso... porque veo a mi realidad teñirse del blanco rayo a otro muy oscuro.
 

Ahora todo es negro... me siento flotando en medio de una nebulosa.

 
Debo estar enfrentando un ataque de pánico o una crisis de nervios. De esas que comenzaron el primer día que se burlaron de mí, por ser fea. Por supuesto que fue cuando ya tenía suficiente uso de razón para entender lo que estaba pasando.

Recuerdo ese momento, en el que me quedé con las palabras atravesadas en la garganta y las ideas de defensa congeladas en mi mente.

Esa fecha en la que todo comenzó definitivamente porque, cuando pequeñica, pensaba que la gente me sonreía. Luego fue que entendí que se burlaban de mí.

 Allí comprendí los ademanes a mano alzada de mi papá,  junto con su rostro fruncido, y la desesperación de mi mamá escondiéndome  detrás de su falda.

"Entre líneas"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora