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El beso con el príncipe Rhaegar

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Año 278
Desembarco del Rey
Bárbara Baratheon

Era él, lo supo casi inmediatamente. Cuando iba a gritar percibió el olor del perfume de su captor, gruñó un nombre:

-Oberyn-Reconoció perfectamente el rostro del dorniense, identificó que estaba en uno de los salones vacíos del castillo.

-Sí, soy yo, me esperaba una mejor bienvenida-El Martell sonrió observándola desde arriba ya que era más alto. Junto sus frentes con cariño-. Vine a salvarte de esta ciudad.

-¿Si? Pues no necesito quien me salve-Se quejó mientras se apartaba de él-. Y no me puedo ir, tengo que cuidar a Renly.

-Claro, el enano recién nacido-Si hubiera sido otra persona Bárbara se hubiera ofendido pero sabía que esa era la forma peculiar de mostrar cariño del dorniense-. Todas estas tonterías son en su honor, aunque ni si quiera hablé.

-Ya dice algunas palabras-Espetó la Baratheon.

-Algunas palabras y aun así es más inteligente que Robert y Stannis juntos-Dijo Oberyn haciendo uso de lengua viperina-. ¿Te quedas o vienes conmigo a dar un paseo por la ciudad?

Ara sonrió, no podía negarlo. Empezó a explicarle a Oberyn que alguien notaría su ausencia en el baile. Específicamente estaba pensando en Rhaegar. Si alguien la encontraba sola con Oberyn... «No es correcto». Además el príncipe Targaryen había estado por pedirle matrimonio, y la probabilidad de caer en los encantos del dorniense era una opción.

Debía casarse con Rhaegar.

-Esa no es una respuesta-Espetó el dorniense, haciéndole rodar los ojos.

-No lo es pero...-Le sonrió aún más-¿Qué haces aquí?

-Necesitaba verte-Oberyn la acercó a él para abrazarla, ella le correspondió-. Y sin duda alguna darte mi apoyo, si quieres arrojar a Robert y a Stannis de alguna muralla ahora que eres la señora de Bastión de Tormentas...

-No, gracias pero no-Rió, lógico que el dorniense le dijera eso-. Lo que si puedo aceptar es ir contigo a pasear mañana.

Bárbara sabía que era una locura pero estaba con el hombre mas peligroso de Desembarco del Rey; incluso más que lord Tywin Lannister, nada podría dañarle mientras estuviera con Oberyn Martell.

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Jon Arryn quería hablar con ella, debió de saberlo. Ya estaba hecho, la Rebelión de Robert empezaba. Ara vio a Cersei a lo lejos.

-¿Cómo esta ser Jaime, lady Lannister?-Sonrió, burlona.

Sabía lo que Cersei pensaba de sus hermanos; sobretodo de Jaime, que eran blando, débil y carente de ambición. Que no merecía ser un león, y mil cosas más. Bárbara siempre creyó que Jaime era demasiado amable para ser Lannister aunque la verdad era así solo con ella cosa que a la leona hija de lord Tywin le molestaba profundamente.

-¡No molestes, Baratheon! ¡No quiero oír lo que sale de tu boca!-Cersei se fue furiosa a buscar al príncipe Rhaegar, aún tenía esperanzas de casarse con él y ser la reina de los Siete Reinos.

-¿Qué le pasa?

Ignoró a Bran y salió corriendo en busca de Rhaegar, llevaba el arco en la espalda y llego a las caballerizas, cansada.

-Ara-Saludó el de ojos violetas con una sonrisa amable.

-Rhaegar-Ella estuvo a punto de hacer una reverencia pero él la detuvo con un ademán mientras le entregaba un collar de plata.

Bárbara lo tomo mientras detallaba las piedras que relucían negras a la luz del sol. Alzó una ceja como lo hacía Oberyn, aquel hecho le hizo sonreír. Rhaegar tardó unos segundos en contestar a la par que le colocaba el collar.

-Es para ti, es uno de los dos regalos que recibirás hoy. Te llevaré a mi lugar favorito-El príncipe de plata le extendió una mano y ella la tomo sin vacilar.

Estaba nerviosa pero se tranquilizó al saber que Rhaegar la protegería. Aunque sus hermanos seguían en el mismo castillo que el Rey Loco, Jon Arryn no permitiría que les pasara nada al igual que lord Rickard Strak.

Sus monturas los llevaron hasta un montón de ruinas que Bárbara reconoció como Refugio Estival. Ella sabía la historia gracias a el maestre Cressen.

Un gran incendio sucedió en 259 d.C, que consumió el castillo hasta dejarlo en ruinas y resultó en la muerte del rey Aegon V Targaryen, su hijo y heredero al Trono de Hierro, y el Lord Comandante de la Guardia Real, así como parte de los miembros de la corte real. Ese mismo día nació en el castillo el príncipe Rhaegar. Luego de eso, las ruinas se abandonaron y no se reconstruyó el castillo.

El Targaryen dejo su arpa a un lado para extender su roja capa en suelo para que Bárbara se pudiera sentarse. Sus miradas se entrelazarón y la Baratheon sonrió cálidamente.

Se quedo quieta observando al al príncipe Rhaegar tocar el arpa de cuerdas plateadas con aquellos dedos tan largos y elegantes. El viento le acariciaba el pelo de plata mientras cantaba para Ara a la que se le empezaron a cristalizar los ojos.

Bárbara no tenía palabras para describir como se sentía, se limpió las lágrimas con una sonrisa alegre.

-No sé que decirte-Pronunció con las mejillas rojas.

-Oh, yo debo disculparme Ara, no quería hacerte llorar-Le limpio los pómulos con los pulgares-. Perdona mi atrevimiento-Soltó antes de inclinarse para besarla.

Fue un beso breve, tan breve como pudo ser.

-Deseo que seas mi reina, ayer quería decírtelo pero Lady Olenna...

-¡Sí!-Chilló Bárbara, así podría evitar la Rebelión de Robert y ser feliz con su príncipe-. Sí, mil veces.

Rhaegar sonrió; tranquilo, como pocas veces estaba alegre. Se decía que había nacido de luto y que estaba siempre melancólico pero en ese momento supo podía desaparecer si Bárbara Baratheon estaba a su lado.

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Gracias a PoPotterGirl que me ayudó a aclarar algunos puntos sobre Rhaegar y fue de ayuda.

Por otra parte, recuerden que pueden comentar que desean que pase en la historia.

~Isabel~

Baratheon: Nuestra Es La Furia [Game Of Thrones]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora