Capítulo 10

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—¿Estás segura de que no puedes quedarte más tiempo?

—Tengo que volver, —dijo Chaeyoung mientras se sentaba a horcajadas sobre su moto, sosteniendo su casco bajo el brazo. —Mañana estoy otra vez de guardia.

—Sé perfectamente que no tienes que hacer tantas guardias, no desde que eres la jefa. —señaló Wendy, apoyándose en la valla, y cubriéndose con una mano los ojos del sol de la mañana. Había oído a su nieta rondar por la casa durante toda la noche, y se preguntaba si había dormido algo. Hacía años que no la había visto tan agitada e inquieta, no desde los primeros meses después de que se había ido a vivir con ella, cuando todavía tenía su apartamento en Manhattan. Llegó un momento en el que pensó que ninguna de las dos volvería a dormir nunca más. —Puedes permitirte que otros lo hagan por ti.

Chaeyoung se encogió de hombros, pero no discutió. —A veces, aunque no esté allí tengo el mismo trabajo, simplemente se va acumulando y me esperaba.

Y no sabes qué hacer contigo misma si no estás trabajando, pensó Wendy. Dio un paso adelante y le acarició el brazo de Chaeyoung. —Vuelve pronto.

—Lo haré,—respondió poniéndose el casco. — Llámame si necesitas algo. Y hazme una lista de las cosas que necesitas que te arregle. —Se inclinó para besar la mejilla de la otra mujer. —Te quiero, —murmuró.

—Y yo a ti, —respondió Wendy. —Te tendré preparada esa lista. —Lo haría, aunque podía permitirse el lujo de contratar a personal de mantenimiento para mantener el lugar en buenas condiciones. Pero sabía que su nieta necesitaba una excusa, para salir de vez en cuando de las exigencias y las repercusiones de su trabajo.

—¿Por qué no traes a esa directora de cine la próxima vez? Me gustaría saber cómo son las cosas en la industria hoy en día, —añadió Wendy casualmente. No pudo ver la sorpresa en los ojos de su nieta, porque Chaeyoung ya había bajado la visera gris humo sobre su cara.

—Claro, —respondió automáticamente, casi riéndose de lo absurdo de esa idea. No podía imaginar porque una mujer cosmopolita y ocupada como Mina, tendría algún tipo de interés en pasar una tarde con ella, y una envejecida y solitaria reina del cine, en medio de la nada sentadas en un porche viendo crecer el maíz.

*****


—Es muy bueno, Minari, —dijo Momo, reclinándose en su silla con un suspiro. Las dos habían estadas sentados hombro con hombro, frente al monitor que Chaeyoung había dispuesto para ellas en la sala de guardia, durante una buena parte de la tarde y la noche. Habían instalado un equipo para examinar las cintas de video que Momo había grabado, y habían estado revisando las imágenes del trauma, que habían tenido dos noches atrás. —Estaba allí, y todavía hoy alguna imagen me hacen contener la respiración.

—Sí,—murmuró Mina distraídamente, consultando el registro y codificación de los marcadores digitales para encontrar una escena que quería volver a ver. Silenció el

sonido en el ordenador y observaron, Dahyun y Chaeyoung estaban inclinadas sobre la pequeña niña rubia, consolándola, después la cirujana la examinaba de forma rápida y con soltura. —¿Has visto eso? —preguntó. — Mira la diferencia de aquí... hasta aquí...

Momo se acercó más, siguiendo las instrucciones de Mina.

—¿Sí?

—Todo cambia cuando empieza a examinarla, incluso sus expresiones. Algo hace clic, y luego clic se apaga.

—Está trabajando, Mina. ¿Qué esperas?, —respondió Momo, sin saber a donde quería llegar la directora. —Se concentra en ello.

—Lo sé,—dijo Mina con un deje de frustración, —y ese es el punto. Para poder hacer su trabajo, tiene que cambiar algo por dentro. Tiene que cortar la conexión emocional, la... la empatía que la mayoría de la personas sentiría, se ve obligada a dejar de sentir, porque sentir es lo que nos hace humanos. ¿Qué sentiste mientras lo veías?

Passion's Bright Fury // MiChaeng //Where stories live. Discover now