Capítulo 17: Todo está ocurriendo

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—Voy a matar a ese mal parido —se quejó Verónica cuando llegamos a la carretera.

— ¿Pero qué pasó? —Preguntó Carla con preocupación — ¿Cómo se la pudo llevar?

—Llegó a la casa de mis padres reclamando verla. Ellos se negaron pero Valentina bajó y él se la llevó. Me imagino lo asustada que debe estar —respondió angustiada.

— ¿Llamaron a la policía? —pregunté presionando los puños, ese tío se las iba a ver conmigo.

—Sí, pero como es el padre no pueden hacer nada, tiene derecho.

La siguiente media hora en auto la pasamos en silencio. Gabriel presionaba con fuerza el volante, Vero no paraba de mover el pie arriba y abajo, Carla enterraba las uñas en el asiento y yo seguía presionando los puños hasta hacerme daño. Si llegábamos a ver a Abel lo íbamos a destrozar.

Para el momento que llegamos a la casa de los padres de Vero, los nervios se hallaban por las nubes.

—Verónica —llamó una voz, al girarnos nos encontramos de frente con Ruby, la novia de Abel.

—¿Dónde está mi hija, perra? —le gritó mi amiga corriendo en su dirección. Tuve que aguantarla si no la hubiera abofeteado.

—Yo no sé donde está —se defendió la chica—, no pensé que Abel fuera a hacer algo así.

—Ruby —dije apretando con fuerza a Vero contra mi pecho, se estaba derrumbando y el llanto ahogaba sus palabras— ¿Como te enteraste qué se había llevado a Valentina?

—Me llamó, me dijo que Verónica le había dado permiso de verla y que daría un paseo con ella. Me resultó extraño así que vine a ver, en una ocasión me había dado esta dirección y cuando llegué estaban los señores Fler muy preocupados por su nieta.

— ¿Y has intentado llamarlo?

—Sí, no responde, me envía al buzón.

— ¿Y no tienes forma de saber donde está? —Preguntó Carla—. William y yo tenemos los teléfonos vinculados, ¿ustedes no?

—¡Si! —exclamó buscando a toda prisa su teléfono.

—La encontraremos —le susurré a Vero—, solo piensa que no le ha pasado nada malo, él no le haría daño.

—Lo sé —respondió hipando—, pero podría estar asustada. Para ella él es un extraño.

—¡Lo encontré! —Gritó Ruby— Está en un parque a algunas manzanas de aquí.

No perdimos tiempo, siguiendo las indicaciones de Ruby, salimos corriendo.

Tardamos solo unos minutos en llegar, era un parque pequeño con algunos columpios y un tobogán. Las brillantes farolas alumbraban el lugar pero los arbustos nos impedían verlos. La voz de Valentina fue la que nos indicó donde estaban.

—Más alto, papá —gritó desde uno de los columpios. Detrás de ella, Abel la impulsaba con una gran sonrisa.

—Te vas a caer, no puedo impulsarte más —le respondió a carcajadas.

—Eres igual que mamá —se quejó la niña.

Si no hubiéramos estado tan preocupados, la escena hubiera sido hasta tierna.

Aquel Otoño (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora