Las Cartas Sobre la Mesa

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Desperté esa mañana un poco sobresaltada. Era 31 de diciembre y mientras todo Valley City se preparaba para recibir un nuevo año con promesas y deseos, yo parecía que iba directo a mi lecho de muerte.

El garrote no solo se reflejaba en mi rostro, sino que Erick también estaba con una consternación terrible. Ni siquiera en sus días más grises como humano, mi hermano mayor había estado tan ansioso como aquella mañana.

—¿Realmente piensas ir a ese baile? —le preguntó Katherine intrigada a Erick cuando le contamos lo sucedido en la fallida cena de los Amell. Habíamos decidido encontrarnos en el Pub para pasar la mañana juntos nosotros tres, Anna y Dylan, pero el chico tenía otros planes y Anna avisó que se retrasaría un poco.

Después de todo, era un alivio que el chico Scott no estuviera presente, pues de otra forma no podríamos conversar de aquellos temas sobrenaturales que eran los verdaderamente importantes para nosotros, por encima de cualquier drama adolescente que pudiéramos tener.

—¿Qué opción tenemos? Fue muy clara en que si no íbamos asesinaría a todos en esta ciudad —respondí con los nervios a flor de piel.

—No pienso ir a ningún lado donde ella esté —refutó mi hermano con un tono ofuscado por el servilismo que últimamente todo el mundo tenía con respecto a esa mujer.

Era cierto que desde que Anna lo había convertido, estaba un poco más confiado y agresivo que lo normal. Era uno de los muchos pequeños cambios que había sufrido en el proceso de su muerte como ser humano.

—Posiblemente a ti no te importe la vida de Rebecca y de los demás, ya que tú y tu novia son inmortales, pero deberías considerar de vez en cuando pensar en alguien más que en ti mismo por un momento —arremetí con algo de ponzoña en mis palabras.

—Si estamos hablando de meter a personas inocentes en líos sobrenaturales, tú no eres la más indicada para hablar —argumentó mi hermano y la expresión exasperada en mi rostro era mi única respuesta.

Quizás yo tenía muchos defectos, pero el ser egoísta no era uno de ellos y su comentario me hirió hasta la médula. Además, desde mucho tiempo antes de que él supiera toda la verdad, yo estaba lidiando con toda esa dura responsabilidad y con todos los secretos que acarreaba estar inmiscuida en un dilema de proporciones celestiales que siempre se sentía como si no me correspondieran en lo absoluto.

Anna, Lachlan, Sam y Helena llegaron en el momento justo en el que Katherine intentaba por todos los medios posibles que no tuviéramos una pelea de hermanos tan temprano en la mañana. Pero se sentía bien discutir con Erick, Era parte de nuestra relación natural y, muy en el fondo, era como tener la certeza de que nada entre nosotros había cambiado en lo absoluto a pesar de su estatus actual.

Kat llamó a Anna tan pronto como la vio y los chicos se acercaron a nuestra mesa; todos menos Sam, quien se dispuso a pedir unos tragos para él y el resto de la pandilla. Hasta cierto punto, yo estaba aliviada de no tener que rozar con él, pues no sabía muy bien cuál sería mi reacción por lo sucedido hacía cuestión de unas noches atrás con Lachlan.

El moreno me recibió con un pequeño pero tierno beso en los labios y la sorpresa cayó sobre todos menos Sam, quien nos observaba desde la barra.

—Creo que ya no soy el único con novio "inmortal" —bromeó Erick—. Pero era de imaginarse que fueras a por Lachlan. Tienes como un fetiche por los chicos mayores...

—Cuida mucho tu boca, Erick —rió Helena—. Anna es como un siglo mayor que tú.

—Lo siento, pero yo aún estoy intentando comprenderlo todo en mi cabeza —interrumpió Katherine—. ¿Se supone que tú también seas hermana de Erick? Es que no acabo de comprenderlo —le preguntó a la pelirroja sin tapujos de ningún tipo.

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Where stories live. Discover now