El Caballero en la Bestia

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Becky estaba tan emocionada por el baile que sentía lástima de no contarle lo que estaba sucediendo en aquel endemoniado pueblo. Para ella, todo se sentía como un evento de alta sociedad; como una presentación en los más altos círculos del Upper East Side de Manhattan. Por el vestido de tul pálido y de un tierno color crema que le había dejado Alexandra como regalo, la pequeña y soñadora niña de Texas se sentía como una verdadera princesa en un cuento de hadas. Poco sabía que estábamos a punto de entrar en el castillo de Barba Azul a todos los efectos, y había cadáveres desangrados detrás de todas las puertas.

Kat nos ayudó con todos los preparativos, y Erick y Anna también accedieron a arreglarse en nuestra casa, pues Helena y Lachlan no estaban en el mejor de los humores. La tensión se respiraba incluso mientras nos aplicábamos el maquillaje y las líneas de expresión se mantenían estáticas por encima de la base, a la completa expectativa de fruncirse varias veces en la noche de fin de año.

—No puedes permitir que nada te altere durante la noche —me explicaba Anna mientras intentaba darle algo de forma a mi rebelde cabello negro—. La impulsividad de un hombre lobo no solo es causada por la luna llena. La luna nueva puede ser incluso más peligrosa y provocadora para Sam o para ti a todos los efectos, ya que los dos sienten prácticamente lo mismo.

—La realidad es que por las noches parezco ser otra persona —hablé dejando salir parte de mi frustración con Anna. Kat escogía las joyas que debía llevar a juego con aquel lujoso traje que la vampira me había dejado en una silenciosa amenaza.

Se sentía como si Alexandra quisiera ponerme en display para que todas sus viles criaturas sobrenaturales me observaran como un fenómeno de circo en una vitrina de cristal.

—En otra circunstancia, creo que eso sería un buena señal —bromeó Kat para intentar disipar un poco la tensión que se acumulaba sobre mis hombros—. ¿Podemos hablar de cosas de chicas de nuestra edad por una vez en la vida?

—Prefiero no hacerlo —repuso Anna abriendo los ojos exageradamente en un gesto que vi reflejarse en el espejo frente a mí.

—¡Oh, por favor, Anna! —rió Kat—. No puedo creer que tengas vergüenza de darnos los detalles de cómo es el sexo vampírico...

El estallido de risa de la rubia fue contagioso para todas. Kat tenía la habilidad de extraer la normalidad de cada situación que era muy agradecida en momentos de extremo estrés. Incluso si a mi llegada, su personalidad me exasperaba, Katherine Lambert me había demostrado que era una persona necesaria en demasía en mi vida.

—Imagina todo lo kinky de la situación —continuaba presionando la rubia—. Supongo que será todo sexo duro y sangre...

—¿Sabes que estás hablando de mi hermano? —reí yo.

—¿Sabes que estás hablando de mi ex novio? —recordó Kat y Anna estrechó los ojos, siempre incómoda por la situación.

—Si alguien va a hablar de algo relativo a sexo, que sea Lizzy —intentó aprovecharse Anna para darle la vuelta a la situación—. Además, los vampiros no podemos alimentarnos de la sangre de otros vampiros. Solo William podía hacer eso y bebía de las piernas de sus víctimas, no del cuello.

—Interesante observación que a nadie le importa —apuntó Kat rodando los ojos en blanco y regresó su mirada hacia mí—. Entonces, ¿Lachlan y tú...? O ¿Sam y tú...?

—¿O Lachlan, Sam y tú...? —supuso Anna y no tenía idea que iba a estar en lo correcto.

Mi expresión un tanto avergonzada lo dijo todo sin querer y mi rostro sonrojado dejó a entender todo lo que no era capaz siquiera de verbalizar.

El Valle De Los Lobos ✔️ [Libro 1 Saga De Los Dioses Caídos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora