Epílogo

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Comencé a despertar por la poca luz que entraba por la ventana. Las cortinas estaban cerradas, pero había pequeños espacios entre estas que hacían que la luz del sol entrara.

Cuando logre acostumbrarme a la tenue luz del sol; me di cuenta de algo.

Y era de que Gabe estaba abrazandome por la cintura. Yo estaba al lado opuesto, y el estaba aferrado a mí, con su brazo sobre mí cintura, y pegado a mi espalda.

Y eso se me hacía sumamente tierno.

De repente los recuerdos de lo que ayer había sucedido comenzaron a llegar mi mente. No pude evitar no sonreír. Admito que fue magnífico. El lo era.

Sentí mi cara arder rápidamente. Por que, recordé específicamente que había pasado ayer por la noche, todo. Me alegraba de que Gabe estuviera dormido o usaría mi sonrojo como burla.

Me di la vuelta hacía el para poder apreciarlo mejor. Se veía demasiado tierno e inocente con su cabello desparramado por su frente, sus ojitos cerrados, y un ligero puchero sobre sus labios. También logré divisar su pecho y abdomen al descubierto. Pues la sábana solamente lo cubría de la cintura para abajo.

Y regresando a lo pasado; en realidad, Gabe podía ser todo lo contrario cuando se lo proponía. Debía aceptar que ese lado de Gabe me encantaba, al igual que la ternura del habitual Gabe.

La idea de que los dos estábamos desnudos acaparó mi cabeza. Era como si eso me confirmara que lo de anoche había sido cien por ciento real y no solo un sueño húmedo el cual se hubiera sentido bastante real; no, no habia sido un sueño, todo era real.

Divise como Gabe comenzaba a moverse poco a poco. Sus ojos se abrieron, pero rápidamente los cerró y apretó, por la luz que ya comenzaba a hacerse un poco más fuerte.

Bastaron unos segundos para que pudiera acostumbrarse a la luz. Me miró y sonrió.

—Buenos días —fue lo primero que dijo. Su voz tomó un tono diferente, ahora era un poco ronca; esa típica voz mañanera de los hombres.

—Buenos días. ¿Cómo dormiste? —pregunte acercándome más a el, mientras pegaba la sábana a mi pecho para que no se vieran mis senos. Aunque estaban de más decirlo, se que ya lo había hecho, pero igual aún me daba un poco de vergüenza.

—Realmente bien, ¿y tú? —sonrió.

—Como una bebé —respondí y el rió. Se quedó callado de repente, por lo que lo miré confusa. Solamente me miraba fijamente y no decía nada más— ¿Qué pasa?

—En verdad pasó lo de anoche, ¿o solo fue un sueño? —dijo frunciendo el ceño, por lo que solté una risa antes de hablar.

—No fue real Gabe, todo fue un sueño, por eso estamos desnudos y en la misma cama —respondí irónicamente, por lo que el levanto las cejas.

—Bueno, eso de ti no lo sé, tendría que comprobarlo.. —respondió con una sonrisilla traviesa.

—Si la gente supiera lo pervertido que eres —dije apretando sus mejillas mientras el sonreía.

—No gracias.

—Eres un miedoso cuando quieres —reí.

Locke & Key © | Gabe y tuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora