Capítulo 5. La peor mentira

96 21 6
                                    


Fue tan solo cuestión de segundos para que aquella pareja de chicos cruzará todo el colegio mientras el joven envolvía entre sus brazos a aquella pelirroja. Merida jamás se había sentido indefensa; pero empapada de aquel líquido rosa de pies a cabeza, cubierta por las prendas de aquel sujeto que la protegía a cada paso que daba. Se sentía humillada.

Todas las miradas y murmullos entre las personas que los veían no hacían de esperarse ¿quién era esa pelirroja y por qué Hiccup la abrazaba firmemente? Tantos corazones rotos flotaban por el aire buscando una explicación lógica ante esta escena.

Mientras aquellos chicos se retiraban, una rubia los veía de lejos con confusión en su rostro; y a unos metros de ahí, un azabache podía sentir como su corazón había parado de latir con tan solo verlos.

—Creo que aquí nadie nos ve —susurró el castaño mirando a atrás.

Ya hace varios minutos habían salido de la escuela y se encontraban a lado del pequeño canal de agua junto al parque. Estaba un poco alejado de su casa, pero el chico sabía que nadie podía seguirlos hasta aquel lugar.

—¿Podrías explicarme lo que pasó allá atrás? —custiono la chica alejándose del castaño que todavía la sostenía. Su semblante volvió a ser el mismo del de siempre.

—Un gracias por salvarte no sería mucho ¿sabes?

—No necesitaba tu ayuda. Lo tenía todo controlado. —escupio mientras se cubria con aquella prenda del chico ocultando su rostro.

—Ya veo —respondio sarcástico ante aquello—. Bueno, lo que sucedió allá fue nada menos que una distracción.

—¿Distracción?

—Vamos, solo piénsalo. Nadie en la escuela debe de saber que tú y yo vivimos juntos; somos menores de edad aún y ningún tutor se encuentra en nuestro cuidado, el problema podría llegar a legales si alguien se enterará. Así que si queremos que esto funcione, debemos de fingir estar en una relación, es la razón más coherente por si alguien llegará a seguirnos y vernos juntos en el departamento. Muy fácilmente podemos decir que me gusta visitarte por las tardes, cosas de pareja.

Merida no lo había pensado de tal manera, aunque odiara un poco a aquel castaño, sabía que tenía razón. Su plan parecía todo calculado de pieza en pieza; y pensar que esto lo había creado en cuestión de segundos antes de aquel incidente mientras escuchaba la plática de dos compañeras.

—Además, eso ayudará para que las chicas ya no me molesten —confesó cruzandose de brazos.

—¿Acaso me estás ocupando para evitar a las chicas?

—¡Hey! Cuando alguno de nosotros se vaya del departamento podremos acabar con esta farsa, nada dramático, tal vez uno dejo de amar al otro o encontró a alguien mejor; cosas que pasan. ¿O acaso —el castaño se comenzó a acercarse a la pelirroja lentamente con una mirada que jamás había visto en su rostro, un árbol impidió sus pasos hacia atrás acercándola cada vez a él—, tienes miedo a enamorarte de mi?

—Tranquilo, no me gustan los imbéciles —respondio firme con una sonrisa irónica en sus labios.

—Y a mí no me gustan las chicas groseras —exclamó con una sonrisa como la de aquella chica, jaque mate para ambos—. Bueno —se separó de ella para ver la hora de su teléfono—, tengo que irme; mi turno comienza en quince minutos. Vete a casa y toma un baño; ni se te ocurra decirle a nadie acerca de nuestro plan, podrías echarlo a perder. Ah y lava mi gabardina, seguramente la arruinaste.

El castaño no espero respuesta de la pelirroja y se fue, realmente ella no lo siguió para darle algún golpe, se sentía pegajosa por todo su cuerpo; solo suspiro frustrada. Llegó a casa e hizo lo que Hiccup le ordenó, tomo una ducha y coloco toda su ropa en la lavadora para recostarse; más tarde se dedicaría a tender sus prendas para que se secarán.

Mericcup: Viviendo con el enemigo Où les histoires vivent. Découvrez maintenant