Capítulo 14. Gracias

68 11 14
                                    


Merida se encontraba buscando algún traste para poder vaciar el agua con hiervas que había calentado. Todo había sucedido tan rápido que no comprendía cómo llegaron a casa.

Hiccup se encontraba sobre aquel tipo golpeándolo, pero Patrick por supuesto que daba batalla. Varios golpes suyos llegaron a darle en la barbilla y mucho más en su abdomen. Ella se encontraba en gritos y quejidos intentando separarlos, jamás había visto a Hiccup tan enojado.

Por los gritos, llegaron dos chicos que ella no conocía y los ayudo a separarlos. Sabía que estaba mal, pero le alegraba que la mayor parte de la cara del rubio se encontraba ensangrentada.

—Esto no termina aquí, Haddock.

—Deberías verte en un espejo, creo que si he terminado aquí.

—Si voy en este mismo momento a la dirección y —la pelirroja lo interrumpió.

—Si vas, le dire a la dirección la verdadera razón por lo que empezó todo esto. Dejémoslo así, ¿o acaso quieres que todo el mundo se enteren de la clase de persona que eres? —la chica lo miro desafiante, él únicamente bajo la mirada—. Eso creí.

Después de eso, la pelirroja le ayudo a Hiccup a recargarse en ella para irse caminando lentamente a casa. No era como si le hubiera dado un golpe en la pierna o algo parecido, pero le dolía el estómago al caminar.

Se dio cuenta que el agua comenzaba a burbujear, así que la apago. Preparo todo lo que tenia y comenzó a caminar a la habitación del castaño, él yacía recostado, sin tela alguna que cubriera su abdomen, en la cama intentando consiliar el dolor, cosa que no podía. Al notar la presencia de la pelirroja, se sobre salto y colocó la cobija a modo que lo tapará.

—¿Qué haces aquí? —dijo mientras la chica dejaba lo que llevaba en la mesa de dormir y se sentaba en la cama a un lado del chico.

—Ten, bebe esto. Te aliviará el dolor —le ofreció unas pastillas junto con agua.

No pudo negarse, no tenía ningún tipo de medicamento para que el solo se aliviará. Hace varias semanas prometió comprar algún medicamento y tenerlo de reserva, pero no ha sucedido. Mientras lo hacia, la chica remojo un trapo en el agua con hierbas que tenía en un bowl.

—¿Qué es eso?

—Son hierbas relajantes, en casa las ocupamos para aliviar el dolor y limpiar las heridas. —la chica intentó bajar la cobija pero el chico detuvo su mano.

—Yo puedo aplicármelo.

—Apenas y tienes fuerzas, déjame hacerlo —ambos se quedaron viendo, Hiccup jamás había dejado que alguna chica viera su abdomen y mucho menos tocarlo, pero sabía que esta niña testaruda tenía razón. La soltó y cerró los ojos.

Merida quito la cobija para comenzar a pasar el trapo húmedo en el cuerpo del chico. Era lindo a los ojos de ella, podía notar que comenzaba a marcarse pero tenía varios moretones en él. Hiccup rezaba que la pelirroja no viera su rostro, se encontraba más rojo que el propio cabello de ella.

—Gracias —soltó la pelirroja sin verlo a los ojos—. Por lo de hoy. No sabría que habría pasado si tú no hubieras llegado.

—Parecía que lo tenías todo controlado —mencionó el chico en tono de burla.

—Bueno, tener a un papa que deseaba tener niños tiene sus ventajas. Pero hoy me di cuenta que no importaba que tanta fuerza tuviera, él podía sostener mis manos como si no fueran nada —susurró la pelirroja para remojar su trapo.

No importaban las horas que entrenara o si era más atlética que las demás chicas. En realidad comenzó a aterrarse cuando su fuerza empezó a hacer inútil el día de hoy.

Mericcup: Viviendo con el enemigo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora