Capítulo 7. Mesa para dos

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Los días pasaban y ser novia de Hiccup Haddock comenzaban a levantar sospechas entre todas las estudiantes. Pero a ninguno de los dos les importaba en realidad, era su palabra contra la suya.

—¿Ustedes dos seguirán así? —exclamo el albino a su amiga mientras, la señalaba con sus palillos chinos, que disgustaban unas ricas papas con queso.

—¿Así cómo? —pregunto incrédula la pelirroja ante su amigo.

—Ustedes dos llevan dos semanas "saliendo" y nunca los he visto juntos.

Ellos tenían razón, tal vez llegaban al mismo tiempo al instituto pero cada uno intentaba tomar su espacio del otro por todo el lugar. Ya era suficiente con verse un momento en casa.

—Bueno, digamos que nuestra relación es algo "compleja".

—Deberían de hacer algo —opino su amiga—, si siguen así puede que levanten sospechas en el grupo de fans. Ya descubriste que no son tan amigables con esto de los tres primeros.

—No veo porque insistes demasiado, tú eres la que lo quieres, no yo —escupio la chica mientras seguía jugando con su lechuga.

—Espera, ¿tú quieres a Hiccup? —pregunto algo preocupado el albino para que las mejillas de la chica se sonrojaran.

—Sí pero eso no significa que debo de perjudicarte, no puedo entrometerme hasta que ustedes solucionen su situación ¿no es así? —dijo intentando cambiar aquel tema.

—¿Qué tal si mañana desayunan? Podrías preparar algo de comer o algo donde algunas personas los vean y confirmar su relación —opino esta vez el albino.

—¡Si! ¡Algo así como un picnic!

—Pero ni siquiera sé cocinar, le temo a la estufa —bufo la pelirroja. ¿Cocinar? No sé cocinaba ni ella misma, había sobrevivido todo este tiempo en base a sopas instantáneas y comida a domicilio.

—No te preocupes por ello, yo lo solucionare. Solo dile mañana y nosotros nos encargaremos —dijo tomando a su amigo señalandolo con una sonrisa.

Rapunzel era muy buena cocinera en realidad, podría enamorar a cualquier hombre con la comida que preparara; puede que cuando se enteré, Hiccup, quien fue la persona que hizo la comida se enamore de ella. Algo más en lo que no debería de preocuparse.

Espero toda la tarde, sobre el sillón mientras estudiaba, a aquel castaño. No sabía con exactitud a qué hora llegaría, pero posiblemente no tardaría en llegar. Y así fue. La puerta fue abierta para que el chico dejara sus cosas en el pasillo de la entrada con un suspiro exhausto y comenzará a caminar con los pies cansados; posiblemente dormiría. Lo único que sabe hacer bien, pensó la chica.

Jamás lo ha visto comer algo, a no ser tomar demasiado café, pero solo eso. No sabía si era cosa suya, pero desde hace dos semanas que lo conoció, el chico parecía más cansado y su cuerpo más débil y delgado. El chico únicamente entro a la sala, la vio y se dirigió a su recámara sin decir nada.

—Oye —lo llamo la chica tomando su lápiz con desesperación captando su atención. Que lío tan patético— ¿Qué harás mañana a la hora del desayuno?

—Desayunar ¿y tú? —exclamo con una sonrisa burlona en su rostro viendo a la chica.

—Para que me molestó —bufo volviendo a tomar atención a su cuaderno.

—Nada en especial ¿por qué?

—Había estado pensando, que si tú y yo somos, ya sabes, deberíamos de al menos hablarnos un poco más. No debemos de levantar sospechas a tus seguidoras.

Mericcup: Viviendo con el enemigo Where stories live. Discover now