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— ¡Hola a todos! Aquí Marbbles, el día de hoy tenía pensado jugar Mario Kart ocho deluxe, un juego que llevaba días emocionada por jugar. — comenzó a hablar con una sonrisa la azabache. — éste fue un regalo de mi mejor amiga, ¡Si vez ésto! Qué seguro lo haces. ¡Te quiero mucho! — exclamó con toda la emoción del mundo.
Marcy Wu era una persona que solía emocionarse por cualquier cosa y más cuando llevaba meses emocionada por la entrega de aquél juego.
— jugaremos una partida online, por si se quieren unir. — comentó mientras mantenía en su mano el control de la nintendo switch.
Lentamente se iban conectando personas quienes la saludaban, además llegaban donaciones. Marcy mientras esperaba que la partida cargará, comenzaba a responder las donaciones y también leía el chat en su directo, en eso ve algo bastante curioso qué hizo su corazón ¿Latir con fuerza?
Eres muy hermosa para ser una nerd.
Al leer aquello sonrió y se sonrojó, cosa que todos notaron Hasta Anne quién estaba detrás de la pantalla mirando el directo de su mejor amiga.
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Anne sabía sobre la curiosidad de Sasha hacía Marcy, cosa que se le hacía bastante tierno. Ya qué su mejor amiga no era de tener intereses hacía alguien y es más, solía tener relaciones pero tipo de esas que son pasajeras y sólo para divertirse.
— ¿Enserio le escribiste eso? — preguntó la tailandesa mientras comía unas papitas.
— ¿Enserio ahora es qué me doy cuenta que esa chica es tú mejor amiga? ¡Porqué no me dijiste nada!
— uno, no me preguntaste. — comió otra papita viéndose tiernas con las mejillas hinchadas. — dos, tu carácter es tan fuerte que podría asustarla. — habló con la boca llena creando una mueca de asco en la susodicha.
— mierda Anne, no comas así... — un gruñido se escapó de sus labios para luego volver su mirada hacía la pantalla.
La tailandesa ante su regaños se había encogido de hombros dándole menos importancia al asunto.
— en fin... ¡Necesito saber más sobre ella! ¿mañana podrías presentarmela?
Anne arqueó una ceja mirándola.
— ¿para qué quieres conocerla? Espero no sea algún jueguito tuyo.
— ¡No es eso! Solo me da curiosidad, además es malditamente adorable. — suspiró suavemente mientras se cruzaba de brazos.
Su mejor amiga había soltando una risita suave, mientras llevaba una que otra papa hacía su boca.
— ¿curiosidad? No será que... ¿Te gusta Marcy? — mantuvo su ceja arqueada mientras daba pequeños golpes sobre su hombro.
¿Gustar? ¿Sasha lesbiana? Ella se negaba rotundamente, además ¿Una lesbiana parte de la familia Waybright? Seguramente la echarían de casa. Aunque debía admitir que en muy pocas ocasiones había dudado de su sexualidad, gracias a cómo algunas chicas le coqueteaban y ella correspondía. ¿Será que si le gustaba aquella chica de nombre Marcy? Para nada, ella nunca pensó en enamorarse y mucho menos de una nerd, pero debía admitir que aquella chica era bastante linda.
Y menos de una chica qué era nerd y peor aún, perdía su tiempo subiendo directos.
Oh Sasha, se arrepentiría de pensar aquello.
— ¿Gustarme? Deja de decir babosadas, Boonchuy. — contesto de forma un tanto enojada la de cabellos rubios.
Anne rodó los ojos, mientras ahora mantenía su mirada sobre el ordenador frente a ella, en eso su mente hizo un click indicándole una idea. ¿Cómo se pondría Marcy si...?
¡Oye! ¿cómo te pondrías si te dijera qué a la idiota de mi amiga le gustas?
La tailandesa sonreía de forma maliciosa, para luego donar una pequeña cantidad con aquellas palabras.
Marcy al escuchar aquella notificación las mejillas de la chica ardieron con tanta fuerza, se había colocado su capucha concentrada en el juego ya qué por así decirlo, iba en el primer lugar. Luego de unos minutos al ganar la partida miró hacía la cámara, sus mejillas eran adornadas en un fuerte carmín, su cabeza podía tapar la mayoría de su cara, además que sus cabellos azabaches y cortos caían en finos hilos sobre su rostro.
— l-la verdad... Tú mejor amigas es rara. — comentó con todos los nervios del mundo.
En su chat todos morían de ternura por su reacción, diciéndole lo hermosa y hasta tierna que era.
Sasha al dárse cuenta de su donación imprevista otro gruñido fue escapada de sus labios, para si mismo golpeando con su puño la mesa de madera, seguramente su mano había quedado roja por el golpe. Mientras sus mejillas se tenían de rojo además... ¿Porqué diablos se estaba sonrojando si ni le gustaba la asiática? ¿O será qué... Se estaba mintiendo a ella misma?
— ¡Anne Boonchuy!
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