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Volvió a visitar el palacio y, de nueva cuenta, quedó maravillada ante la ostentosidad que rebozaban cada una de sus paredes. Sobre todo le encantaban los grandes retratos de las familias reales que se exhibían en éstos; desde los Senju, pasando por los Sarutobi, para finalizar con los Namikaze. Llegó hasta la pintura en donde los actuales gobernantes estaban plasmados, con Kushina en el centro sentada en una silla de oro y a sus costados, como dos gotas de agua, Minato y Naruto. Fue imposible para Sakura no imaginarse su propio retrato decorando el muro vacío que se encontraba al lado.

¿Sería igual de imponente como sus antecesoras?

¿Cuántos hijos tendría?

¿La mirarían con la misma adoración que a Kushina?

Salió de su ensoñación al percatarse de que los invitados estaban siendo anunciados y era el turno de los Barones Haruno.

—¡El Barón y la Baronesa Haruno acompañados de su hija! —anunció el sirviente y enseguida bajaron a través de la gran escalera.

De inmediato buscó al príncipe por todo el salón pero no vio rastros de él.

—¿Me permite este baile, Lady Haruno? —preguntó el Barón Rock Lee, con su mano enguantada esperando.

Aceptó por cortesía a pesar de que lo que más quería hacer en ese momento era buscar a Naruto por todas partes.

Se adentraron a la pista de baile y ahí pudo ver a Ino bailando gracialmemte con el Vizconde Kiba Inozuca; al verla la saludó con la mano y apuntó hacia una esquina en donde estaba Temari con un semblante irritado al tener que escuchar la incesante charla del Márquez Ebisu. Por supuesto no pudo contener una pequeña risilla al observar la escena.

—¡El Duque y la Duquesa Hyuga acompañados de sus dos hijas! —se hizo escuchar a través del escándalo y todos quedaron pasmados al fijar su vista hacia arriba.

La Duquesa Hinata estaba más que impecable, estaba radiante con su vestido perla y su piel blanquecina contrastando con su largo cabello oscuro. Hanabi tampoco se quedaba atrás con su vestido rosa y una flor adornando su cabello.

Estaba hipnotizada por las dos hermanas y no pudo evitar sentirse amenazada por su presencia, pues ambas parecían sacadas de un cuento de hadas como la Cenicienta y no faltaba mucho para que el príncipe encantado entrara en escena e invitara a alguna de las dos a bailar.

Afortunadamente nunca sucedió y la orquesta dejó de tocar, por lo que dio una reverencia rápida a su pareja de baile y se alejó para acercarse a su amiga castaña.

—¿Dónde está el príncipe? Necesito acercarme antes de que vea a la Duquesa —preguntó desesperada.

—En primer lugar no sé en dónde se encuentra, y en segundo —la tomó de las manos—. Ten más confianza en ti misma, tú también estás preciosa esta noche, y no olvides que tienes una ventaja por lo que pasó en la fiesta de té.

—Pero ¿y si Temari tenía razón?, ¿qué tal si estoy malinterpretado las cosas?

—Sakura, eres una de las personas más inteligentes y persistentes que conozco, cualquiera estaría encantado de conocerte y enamorarse de ti.

—Gracias, Tenten —sonrió conmovida.

—¡Atención! —el sirviente golpeó su bastón tres veces—. ¡Con ustedes, su alteza real, Naruto Namikaze!

El rubio saludó a todos con la mano mientras iba bajando las escaleras. Al llegar al final, un tumulto de señoritas de la corte se acercaron hasta él para reverenciarlo y esperar a ser elegidas por éste para su primer baile. Naruto paseó su vista por toda la estancia y por un momento se detuvo en la mirada de Sakura. El corazón le dio un vuelco al observar como se alejaba de las demás invitadas y caminaba directo hasta ella, salvo que el Duque Hyuga junto a sus dos hijas se atravesaron en su camino, y la pelirosa presenció como Hinata le extendía su mano al príncipe y éste le besaba el dorso.

Nacida para ser ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora