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La tensión inundó la sala. Naruto estaba perplejo, mientras que Sakura parecía a punto de romper en llanto.

—Los dejaré a solas, sus altezas reales —Kakashi hizo una reverencia antes de marcharse de ahí.

La ausencia de Kakashi solo agravó la tensión que se estaba respirando en el aire, ya que ninguno de los dos sabía cómo abordar el problema en el que se estaban ahogando. Por su parte, a Sakura se le formó un nudo en la garganta ante las declaraciones del rubio, y como ella le estuvo causando daño con sus evasivas.

—¿Es verdad todo lo que dijiste? ¿Te arrepientes de haberte casado conmigo? —repitió la pregunta con el corazón estrujado.

—No, Sakura. No es lo que quise decir —refutó de inmediato—. Jamás me arrepentiré de casarme contigo, te lo juro. Pero sí me siento culpable porque yo fui quien te arrastró a una vida tan estricta y llena de obligaciones. Pensé que tal vez tú te estarías replanteando la decisión de haberte casado conmigo ahora que se acerca la coronación...

—Por supuesto que no —Sakura se acercó al príncipe para tomarlo de las manos—. Tú no tienes la culpa de nada. Yo era muy consciente del lío en el que me estaba metiendo cuando acepté tu propuesta, y aún lo sigo siendo.

—¿Entonces por qué pareces preocupada todo el tiempo? —cuestionó Naruto, acunando el rostro de su esposa entre sus manos en un gesto protector y cariñoso—. Dime qué te concierne y yo lo arreglaré. Te lo prometo.

—Oh, Naruto —Sakura acarició su mejilla conmovida. Si tan solo supiera—. Es algo sin importancia. De verdad...

—Por favor, Sakura. Estoy seguro de que algo te sucede, y quiero ayudarte a resolverlo, si me lo permites.

La pelirosa estaba haciendo todo lo posible para retener sus lágrimas, pero la profunda mirada de Naruto no se lo estaba haciendo nada fácil.

De verdad quería contarle sus problemas. Ansiaba desahogarse con alguien; sin embargo, tenía que conformarse con tragarse sus inquietudes y seguir adelante para no arriesgarse.

Aunque la mirada de Naruto le hizo bajar sus defensas.

Solo un poco.

—De acuerdo, yo... —tragó saliva y se relamió los labios— Estoy muy estresada por los preparativos de la coronación. Aún siento que me falta un gran camino por recorrer para estar a la altura del trono. Es por eso que te he estado evitando, porque me estoy concentrando al cien por ciento en mis lecciones. Pero a veces pienso que no soy lo suficientemente buena...

—¿De qué hablas, Sakura? Eres una de las personas más inteligentes y dedicadas que conozco. En tan solo cuatro meses lograste avanzar mucho más de lo que yo conseguí en la mitad de mi vida, literalmente.

—No digas eso —le dio un leve empujón—. Tú también tienes tus propias virtudes: eres valiente, positivo, y te esfuerzas más que nadie para superarte a ti mismo.

—¿En serio piensas eso de mi? —cuestionó Naruto, admirado y cautivado por las declaraciones de su esposa.

—¡Claro! Es más, estoy muy segura de que serás un excelente rey.

—Y tú serás una excelente reina —contestó mientras se acercaba a ella para tomarla de la cintura.

La pareja no tardó demasiado en unir sus labios, algo que sin importar cuántas veces ocurriera, el corazón de Sakura nunca perdía la costumbre de agitarse con cada roce como si fuera la primera vez.

Tomados de la mano, caminaron hasta los aposentos que compartían, pidieron que nadie los molestara, y por primera vez ambos estuvieron juntos en su habitación marital.

Nacida para ser ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora