Epílogo.

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Las cálidas luces regadas por todo el espacio reflejan la brillantina impregnada en cada uno de los arreglos que cubren el vasto espacio, mayormente las paredes y el pino que resulta ser el símbolo principal más conocido. Un centelleo que emite a la perfección una preciosa aura de paz que se mezcla y le hace justicia a la festividad que ahora es ese sentimiento avasallante que se vuelve la ventisca más tierna que Harry ha recibido nunca haciéndole mirar alrededor mostrando complacido sus hoyuelos.

Un cumpleaños se celebra y él ha sido fiel al cumplir lo que ha prometido semanas atrás para poder complacer a aquel que tanta felicidad le ha brindado. Queriéndole devolver aunque sea un poco de ella con su presencia, que precisamente ha sido solicitada.

Como siempre, ha sido lo bastante educado como para ofrecerse en ayudar a la familia de Louis en cualquier cosa que sus capacidades motrices le permitan, teniendo las completas intenciones de ser útil y no quedar simplemente como un invitado que ha ido a celebrar con ellos al quedarse cruzado de brazos viendo como terminan de alistar todo y él no se dispone a mover ni un dedo.

Sin embargo, sus buenas pretensiones son cortadas inmediatamente por los Tomlinson, quienes uno por uno, niegan el necesitar de su asistencia, y se limitan a sonreírle dulcemente para seguir con sus ocupaciones. Dejándolo con mil razones en la boca y un bufido apenado que no sabe contener.

Lo único que le queda hacer es preparar la sorpresa final de esa noche. Aquella que ha meditado por varios días sin parar, y que representa la cúspide del hermoso cariño que le tiene a cierto florista de cabello castaño y pecas abundantes que en este momento se encuentra en el piso superior de la enorme casa de sus padres ayudando a sus hermanas a estar listas para la cena.

De cierta forma, Harry aprecia esos minutos extra que los deberes de Louis le proporcionan para dejar todo listo para cuando la hora de develar todo llegue, y a pesar de que en el pórtico la nieve definitivamente le llega a helar todo el cuerpo, él se asegura de que todo quede cómo lo ha planeado para después apresurarse a sacudirse los copos tanto de sus botines como de su abrigo, y se adentra nuevamente a la residencia justo a tiempo para ser recibido por unos brazos finos y una sonrisa brillante.

—¿Qué hacías fuera, Hazz? —pregunta Louis posando las manos en sus hombros.

Él trata de no sorprenderse mucho por la inesperada aparición y sólo atina a carraspear inquieto.

—¿Fuera? Oh, sí. Ehm, nada, nada. Sólo revisaba que la Harley estuviera bien —contesta con la intención de que su tembladera no afecte su voz como si estuviera nervioso por responder aquella simple pregunta que un mentiroso profesional sabría evadir fácilmente.

Louis alza una ceja y la sonrisa en su rostro rápidamente se vuelve una mueca de incredulidad.

—Pero si dejaste la Harley atrás en el garaje.

Harry se relame los labios en un intento de no dejar salir un gruñido frustrado, y en cambio asiente con un balanceo suave que hace que sus rizos se sacudan.

—Sí, eh, sí. Lo sé, obviamente lo sé —repite en un balbuceo disimulado. —Me refería a que fui hasta el garaje a ver que todo estuviera bien con ella y, sí. Eso.

—No deberías preocuparte por la motocicleta, estoy seguro que está bien resguardada y nada le va a pasar. —Le afirma Louis dejando una caricia suave en su mentón. —Disfruta mi cumpleaños conmigo, por favor. No quiero que te agobies por demás cosas.

Los ojos de Louis le ruegan en silencio que cumpla su dulce demanda, y lo que Harry menos quiere es que el contrario piense algo erróneo de sus acciones cuando en realidad todo lo que ha hecho en los últimos meses es tratar de mantenerlo feliz a toda costa.

New kisses ✦ larryWhere stories live. Discover now