Capítulo 26

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Rigel

No es que el juego que se traen los políticos me guste, no hay ninguno realmente honrado, todos manipulan a su antojo para buscar su propio beneficio, o al menos casi todos son así. Mi madre era de las pocas que luchaba por todos los suyos, no buscando una situación que mejorase su economía o poder.

—Aquellas casas que estén de acuerdo en ratificar a Nydia, reina azul en el ciclo vigente, como legítima ocupante del trono blanco, que muestren su aprobación. —Antes de que alguna voz se alzara apelando que la decisión exigía un tiempo para deliberar y que se aplazase la votación, me puse en pie y emití mi voto.

—La casa roja lo aprueba. —O el resto me seguía o...

—La casa amarilla lo aprueba. —Las gradas se convirtieron en un corral de aves revoltosas, y no era para menos. Los amarillos se habían implicado en una decisión crucial, no se habían abstenido.

Nydia tenía dos votos, si le sumábamos al suyo ya tenía tres, necesitaba uno más para obtener la mayoría absoluta en primera ronda. Si no era así, pasaríamos a los votos en contra y abstenciones. En la segunda ronda de votaciones solo necesitaría mayoría simple, es decir, un voto más que sus detractores.

La cuestión ahora era cómo lo encajarían el resto de casas. Todos en la sala eran políticos, unos más experimentados que otros, así que sopesarían la repercusión de su voto en este momento. Un voto negativo ahora significaría que la futura corona blanca podría guardar rencor a aquellos que la rechazaron, era mejor no crearse un enemigo tan poderoso. Todos ellos tenían que tener eso en cuenta. Para mí era algo simple, en este momento iban a decantarse por un bando, a favor o en contra de la nueva reina. Aunque para ellos era más complicado, más arriesgado, no la conocían, no tenía aparentemente ningún arraigo familiar que pudieran manipular para influenciarla, para todos ellos, Nydia era una gran incógnita.

—La casa naranja lo aprueba. —El revuelo creció en las gradas, teníamos los cuatro votos necesarios, aunque la votación finalizaba cuando todos los votos estuviesen emitidos.

¿Por qué los naranjas habían votado a favor de Nydia? Pues había muchas variables empujándoles en ese sentido.

1. Acababan cerrar un ciclo en que la corona blanca había estado en su poder. No solo era improbable que volviesen a conseguirla en este ciclo, sino que tenían muy reciente el amargo sabor del poder. Con esto quiero decir, que cuando tu puesto depende de otros, a veces de un solo voto, todas tus decisiones estaban condicionadas por los favores que tenías que devolver. No eres libre de hacer lo que quieres, aunque lleves la corona del líder supremo sobre tu cabeza. La política es así, a veces mandan más los que están entre las sombras que los que están bajo la luz.

2. Ponerse en contra de la futura reina en esta primera ronda de votos podía grabarse en la memoria de la soberana, lo que como he dicho, puede ponerla en tu contra.

3. Y no menos importante, Henrry había ejecutado los movimientos que le había aconsejado mi madre, una política con experiencia y que conocía a sus adversarios. Los naranjas son un pueblo que basa su riqueza en el comercio, juegan con la oferta y demanda de mercancías, y saben los pingües beneficios que pueden conseguir si tienen el monopolio de una mercancía que el resto desea. La miel que Henrry les regaló les abrió las puertas de un nuevo producto exclusivo que nadie más poseía, algo que astutamente les dijo que estaba produciendo y que necesitaba de un gran distribuidor para moverlo por los mundos conocidos. Perder esa oportunidad de negocio, para un comerciante nato como era el nuevo rey naranja, era en sí un sacrilegio. Lo que él no sabía es que la producción era tan escasa que sus beneficios apenas serían de un puñado de billetes. Pero eran comerciantes, diles las palabras "distribución en exclusiva" y asumirán cualquier riesgo. Si querían acceder a la miel, era recomendable que se pasaran a nuestro bando.

La atención de toda la sala estaba ahora en el rey verde, era su turno para emitir el voto. Antes de que abriese la boca ya sabía lo que iba a decir, podía verlo en su expresión rebelde y arrogante. Los grandes guerreros...Si intentas manipularlos o doblegarlos irán en sentido contrario hacia donde les empujes.

—La casa verde no lo aprueba. Y se acoge al derecho de retirar sus ejércitos del servicio a la corona blanca. —Estirado y arrogante, no me cansaría de decirlo. No solo había votado en contra de Nydia, sino que había lanzado una amenaza directa, la corona blanca no contaría con uno de los mejores ejércitos de todas las casas, no solo por número de efectivos, sino por la profesionalización y recursos militares.

Era el turno de Nydia, la casa azul. Traté de decirle con la mirada que no tuviese miedo, que aquella amenaza no era nada, que tenía a todo el pueblo rojo a su servicio, que no tendríamos muchos recursos, pero cada hombre o mujer que pudiese sostener un arma, lucharía hasta el final por defenderla. No solo ella había dado esperanza a todo mi pueblo al devolver a la vida mi piedra, sino que me había dado la posibilidad de traer de nuevo la voz de los rojos al Consejo de los Altos. No solo era mi promesa, sino que sería la de todos nosotros cuando la proclamase en la sala.

Verla levantarse con aquella entereza, con seguridad, mostrándoles a todos que era una reina digna, hizo que me sintiese orgulloso de ella. Sabía lo que tenía que hacer, mostrarse segura y firme ante aquellos que la quería debilitar.

—La casa azul lo aprueba. —Y ahí estaba el cuarto voto, ella era ya la nueva reina blanca.

Todas las cabezas se giraron hacia Du Cort. Era el momento de decidir si estaba con nuestra reina o en contra de ella. No era un estúpido, sabía que él había mandado encontrar a Nydia para sentarla en el trono azul y conseguir el voto de esa casa en su propio beneficio. Pero ahora que había perdido toda opción, lo único que podía hacer era agarrarse al beneficio que suponía quedarse en el equipo ganador.

—La casa violeta lo aprueba. —Le costó decirlo, pero lo hizo. Era una bola de pelo que tenía que tragarse. Pero la que parecía estar dispuesta a saltar sobre su presa para cobrarse su venganza en sangre era la pequeña arpía de Lady Columbia. De todas las personas de la sala ella era la que me daba más miedo. Y no, no menosprecio al rey verde, estoy seguro de que es un magnífico guerrero, pero de soldado a soldado, si peleaba con él sabría a qué atenerme. Con la lady no sabría por dónde iban a atacarme.

—La votación ha concluido. Queda ratificada la asignación de la corona blanca a la legítima heredera del pueblo blanco. Alteza, ocupad vuestro trono. —El consejero azul le susurró las instrucciones que debía seguir. Ella caminó hacia el trono blanco, se posicionó frente a la mesa, extendió su mano y dejó que la luz envolviera su muñeca para crear la nueva corona. De toda la sala, era la única regente con los dos círculos de luz, la doble corona la llamaban. —Que el Gran Kupai ilumine el camino de la reina. —Pero no era suficiente, había llegado el momento de darle a mi pueblo lo que habían estado esperando tanto tiempo; esperanza, una puerta abierta hacia el cambio.

—Alteza, el ejército del pueblo rojo se pone a su servicio. —me incliné hacia ella en señal de respeto.

—Puta. —Mis oídos escucharon esa palabra casi inaudible que escapó de los labios de Columbia. Podía ser un insulto, pero en su boca se convertía en un alago. Así todo, algún día pagaría por esa ofensa. Porque yo la había escuchado, y porque era mi derecho el resarcir ese agravio. Esa noble estirada había insultado a mi mujer, y era mi derecho el defenderla.

—Gracias. —agradeció Nydia mi ofrecimiento.

—Su alteza ha propiciado que hoy esté aquí representando la voz del pueblo rojo en este nuevo ciclo. La casa roja ha esperado este regreso con anhelo. Nuestro honor nos obliga a devolverle ese favor. —Terminé mi reverencia para observar la reacción del rey verde. Sí, tu ejército es grande y está bien pertrechado, pero nosotros también somos numerosos y nos hemos curtido en casi trescientos años de maldición. Ninguno de tus hombres será tan duro y resistente como un negro, ninguno luchará más allá de lo necesario para cumplir una orden de sus superiores. Todos y cada uno de los guerreros del pueblo rojo entregará su vida por ella, porque nos ha devuelto la voz, porque ha traído de vuelta la esperanza, y con el tiempo, estoy seguro que se conseguirá una cura para la maldición que ella ha erradicado de mí gema. Nydia nos había ofrecido un futuro. Yo era el primer renacido, y con el tiempo, lo serían todos los demás. 

Santuario - Estrella Errante 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora