Capítulo 2

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Cuando los canjes ilegales y los sembrados de discordia se van al traste. O al sótano.


—Nos estas vacilando —

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—Nos estas vacilando —. Esa fue mi primera reacción, y para qué negarlo, la única que me entraba en la cabeza. Estaba demasiada llena de mates, biología y estadística como para mucho más.

—¿Es eso biológicamente posible? —intervino a la vez Dale repasándola exhaustivamente con la mirada. No era el único. Entonces pareció caer en algo—. Sin ofender, claro —añadió a toda prisa.

—¿Mamá? —. Y Nina.

Los únicos felices con la noticia eran los peques.

—¡Tendremos una hermanita! ¡Tendremos una hermanita! ¡Tendremos una hermanita! —canturreaban mientras daban saltos por la sala. Cuando acabasen comprendiendo que eso implicaría compartir aún más se les pasaría la tontería.

—No me miréis así ¡no estoy embarazada! —exclamó Heather.

—¿Entonces? —. Dale parecía extremadamente confuso. Yo también.

—¿Adoptaréis a una niña? —preguntó Wyatt sin perder la calma. Parecía ser el único que seguía siendo un ser racional, seguido de Lizi y de los abuelos, que, por su falta de sorpresa definitivamente ya sabían la noticia. Como se notaba que ninguno de ellos vivía en casa a tiempo completo...

—Sí y no...

—¡Sé clara! —exclamé perdiendo los nervios.

—¡No es tan fácil! A ver... —. Soltó un suspiro irónico—. ¿Recordáis cuando tras divorciarse vuestro padre estuvo trabajando un mes en Alemania? —. Esa pregunta iba dirigida a los gemelos y yo. La verdad es que solo me sonaba ligeramente... O nada, para que negarlo.

—No. ¿Por qué? —soné un poco más seca de lo normal.

—Bueno... allí conoció a una mujer...

—¡No me jodas! ¡Tuvo una aventura! —soltó Ethan medio horrorizado medio revitalizado ante el chisme.

—Vuestros padres ya estaban divorciados, pero, bueno... Ella se quedó embarazada, solo que no lo descubrió hasta que Chris ya se había marchado, y ya sabéis que las cosas no eran como ahora... Ni Twitter, ni Facebook, ni nada... No consiguió contactar con él...

—¡Puede que no hubiese Twitter pero habían cartas, correo electrónico, número de teléfono! —exclamó indignada Nina.

—¡Palomas mensajeras! —gritó Anahi, el menor de los mellizos.

En ese momento caí en la cuenta.

—No solo tendremos una hermana más, sino que ¿¡tiene ocho años?! ¡No la conocemos de nada! ¿¡Vamos a meter a una extraña en casa?!

—Espera, espera, espera... Es alemana... hablará inglés ¿no?

Heather se rascó detrás de la oreja.

—Bueno...

—¿¡No habla inglés?!

No sé quién estaba más de los nervios, si Nina, Dale, Ethan o yo.

—Wyatt habla alemán.

—¡Pero no vive en casa! —exclamé—. ¿¡La niña solo se comunicará durante las vacaciones y algún que otro fin de semana?! ¿¡O qué!?

Todos estábamos hablando a la vez.

—¡Calmaos todos! —esa fue la abuela. Todos callamos de golpe—. Se llama Nixi.

Que bien. Me servía un montón saber el nombre de la niña de ocho años que meteríamos en casa y con la que no podríamos hablar porque solo entendería alemán ¡Por qué no, no podía hablar inglés! ¡O español o francés, al menos! Podía hablar con monosílabos y verbos siempre en infinitivo, pero algo podía decir, ¿en alemán qué? Guten tag es lo único que sabía decir y no sabía con certeza si quería decir: buenos días, buenas noches, adiós o me voy a morir.

—Nos apuntaremos todos a alemán. Esta semana empezamos.

Los gritos volvieron de golpe. ¡No podía permitirme ir a alemán! ¿¡Y estudiar cuándo!?

—¡Agh! —exclamé mientras Nina maldecía, los gemelos se quejaban poniendo como excusa su larga jornada laboral, los pequeños afirmaban que ya tenían suficiente con el español y Wyatt sonreía con suficiencia. Esta vez el cojín se estampó contra su cara. Estalló la guerra.

Me arrepentí de haber lanzado aquel cojín al llegar a casa tras no sé cuantas semanas de exilio. Tan solo cuando cruzamos la puerta de entrada caímos en el elefante en la habitación, cosa en la que habríamos caído antes si no hubiera convertido la agradable conversación en una guerra. Culpable.

—¿Y dónde dormirá? —preguntó Nina.

Las maletas dejaron de rodar, todos callamos, y la miramos: Heather. Pero ella me estaba mirando a mi fijamente.

—Ni de coña. No, no, no, no... ¡No pienso compartir habitación! Ni de coña —empecé a decir a toda velocidad. Me había costado muchos sobornos a base de gominolas, canjes ilegales y sembrados de discordia conseguir una habitación individual. Ni loca la compartía.

—Con Chris hemos hablado... Puesto que Wyaat y Lizi ya no viven en casa convertiremos su habitación en la tuya...

Vamos, que me enviaban a la habitación de invitados.

—¡¿Me metes en el sótano!? —exclamé atónita—. ¿¡En el sótano?!

Los gemelos estaban descojonándose a costa mía.

—La tuya es la única habitación en la planta principal... —. Elevé las cejas preguntando un: ¿Y qué? Ojalá no me hubiese respondido.

» Bueno... No puede subir escaleras.

—Vaya consentida —soltó Ethan. Dale le dio un golpe amistoso todavía riéndose de mi persona.

—¿Y eso por qué? —pregunté bastante furiosa. Muy furiosa.

Heather se tomó unos largos segundos.

Y soltó la bomba.


No escribo desde hace una semana

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No escribo desde hace una semana... Malditos exámenes. Malditos trabajos. ¡Ugh!

Gracias por estar aquí (y recordaros que si la espera para nuevos capítulos os mata tengo otras dos historias, completas, a las que podéis echar un ojo 😜 ¡Una de ellas ganadora de un Watty!)  

Eso es todo, tiako ianao,

onrobu

Ocho más unaWhere stories live. Discover now