Capítulo 4

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En la casa del jefe Powhatan se percibían diferentes aromas de hierbas, las herramientas colgadas de menor a mayor en una de las paredes

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En la casa del jefe Powhatan se percibían diferentes aromas de hierbas, las herramientas colgadas de menor a mayor en una de las paredes. Había un aire acogedor y tranquilo, a pesar del aire pesado que había. El señor Powhatan en parte me recordaba a mi padre, cauteloso y atento a cada movimiento, él siempre creía que el movimiento del cuerpo y la mirada hablaban más que las palabras, recuerdo que de niña siempre me decía: Ailati mira con atención a las personas son como libros, muchas veces nos enamoramos de sus portadas pero el verdadero tesoro es lo que tiene escrito en sus páginas.

Cómo me gustaría tenerlo a mi lado en estos momentos, su sabiduría daría calma a estos nervios en mí. Miro al frente y observo como estaban sentados: Kocoum estaba del lado izquierdo mirándome con sus ojos negras me observaba con el era como si fuera transparente, el jefe al medio mientras que  el chamán estaba sentado del lado derecho. Cerré mis ojos un momento, mientras pensaba lo que diría al señor de estás tierras.

– Esperamos tu respuesta... – al escucharlo, abro mis ojos y me senté lo más recta posible.

– Cómo dije anteriormente, vine en un barco tripulado por personas que buscan instalarse aquí y obtener riquezas – Espere unos minutos, pensando o suponiendo en lo que ellos pensarían, para después seguir contando lo que sé.

El chamán fue el primero en romper el silencio – Las únicas riquezas es lo que nuestra naturaleza nos brinda, si eso es lo que quieren se puede compartir sin esas armas –

– Ojalá fuera tan fácil señor, pero hay un hombre que les dijo a toda la gente que aquí hay oro. El oro es una piedra amarilla muy brillante que vale mucho, incluso más que una vida para algunos –

El jefe Powhatan toma la palabra – Deben estar confundidos, puede que algunos compañeros de otras tribus lo hayan encontrado, pero aquí no hay eso, como mi buen amigo dijo, nuestra única riqueza es lo que nuestra tierra nos da y el río nos proporciona, además de las cosas que construimos tantos los hombres como las mujeres. –

– jefe Powhatan, ellos poseen eso del otra lado del río y más. Bueno, algunos incluso son mucho más ricos en tierras y demás, pero aquellos que no tiene eso lo buscan en el nuevo mundo, así es como llaman las tierras no conocidas. Ellos están liderados por un hombre de vestimentas finas llamado Ratcliffe, es quien dice que aquí hay oro y que ustedes lo tienen. –

El jefe Powhatan al escuchar mis palabras sintió inquietud, supe darme cuenta y aclaré mi garganta para llamar su atención – Hagan lo que estaban por hacer, vigilen sus pasos. Pero si los atacan más de ellos vendrán. –

Kocoum se levantó y le dijo al jefe con toda seguridad – Los atacaremos, tomaré a nuestros mejores hombre y destruiremos a los blanco. –

– Disculpe señor Powhatan, ¿Me permite decirle algo a su guerrero? - El jefe asiente y me giro para mirar al necio de Kocoum – ¡Acaso no me escuchas! morirían todos al instante, sus armas no son tan fuertes como las suyas, si quieres proteger a quienes amas. Espera a que el enemigo haga un movimiento dentro del bosque, ustedes lo conocen mejor y podrían emboscarlos. En eso tienen la ventaja y aunque mates a cada uno siempre está la posibilidad de que algunos escapen, sabes las consecuencias que después vendrían. –

– Kocoum, eres mi mejor guerrero y tienes la fiereza de un oso, por el momento haremos como teníamos planeado antes. Le dirás a los demás que vayan vigilar a los pálidos. –

– Entendido jefe – Kocoum estaba por irse de la casa, pero se dio media vuelta al escuchar la orden que me dio.

– Y tú, te quedarás junto a Kocoum así vigilará todo lo que hagas. Al igual si quieres conocer los alrededores o más allá, mi hija estaría encantada, pero en estos momentos no sé en dónde esta.–

Si usted supiera jefe – No se preocupe, no tengo ninguna intención de marcharme,  prefiero quedarme con ustedes -

– ¿Por qué harías esa elección? – El chamán luego de preguntar me mira con extrañeza.

– Porque me dijeron que si me mostraba como mujer algunos de la tripulación me haría daño, así que prefiero buscar la protección con ustedes, ya que mi padre me enseñó que nunca hay que juzgar a las personas sin antes saber por uno mismo como son. –

– Tu padre si que es un hombre muy sabio, enseñó muy bien a su hija –

– Si, mi padre y mi madre me enseñaron muchas cosas... – respondo con calma y suspiro de alivio – y sabe una cosa, cuando más preguntas uno hace se evita que nuestra ignorancia nos gane.  –

Nos retiramos de la casa, mientras bajamos por los escalones sentía que la presencia de Kocoum invadía mi espacio.
Los guerreros de la tribu esperaban atentos las órdenes de su amigo y mejor guerrero, estar rodeada de tantos hombres me sentía pequeña. El pequeño Tacoum vino corriendo en dirección mía y me abrazo la cintura, al mirarme una sonrisa tierna adorna su rostro.

–¡Ailati! Ven a jugar conmigo – no sabía que responder así que mire a Kocoum, el solo suspiro y se alejo un poco para hablar con sus compañeros de la decisión del jefe. Con su respuesta indirecta decidí seguir al pequeño para irnos a jugar, pero unas bellas mujeres nos interceptaron, entre ellas había una mujer mayor que tocaba mi cabellos.

– Tu cabello es como los rayos del atardecer – eso hizo que me sonrojara, en mi mundo este color era muy común.
– Gracias... Su color de cabello es como la nieve – algunas rieron de alegría y otras sentirán curiosidad, entre ellas vi a Nakoma, estaba tan feliz de verla que mi sonrisa y alegría crecieron, era aún más hermosa en persona. Ya quería conocer a Pocahontas.

– Tus palabras son muy sinceras muchacha, ven con nosotras y el pequeño Tacoum, te enseñaremos un poco de nuestro hogar. – Asentí alegremente y agarre la mano que me ofrecía la señora.

– Oye Kocoum, ¿No crees que la mujer pálida es extraña? – La mujer de los pálidos se veía muy feliz entre nuestras mujeres, ella era quien más resaltaba.

– No lo sé hermano, pero debemos evitar que ella escape, podría darles información nuestra –

– Es un desperdicio que el jefe te haya puesto a ti como su guardián – el comentario de mi amigo y hermano de vida, Matuem.

– Son órdenes del jefe que voy a respetar, estén alertas y no bajen la guardia. –

Me aleje de ellos y me fui a buscar a la mujer, seguramente la llevaron a la gran casa para hablar entre todas. Y estaba en lo cierto, allí estaba con todas las mujeres y los niños, algunas le llenaban de flores el cabello. Sus ojos brillaban mucho más que su sonrisa.

– Joven Kocoum – La voz de baba me saco de mi concentración, pero no deje de mirarla – ¿ Que te parece como vestimos a Ailati?

–¿A quién? – Ese nombre era extraño y me sorprendió escucharlo.

– Acaso pensaban llamarla pálida en todo momento, hombre despistado, Ailati es la muchacha que vino aquí – baba me golpeó con el codo al costado de mi cintura y sonrío – está chica es tan sincera y todo un encanto, definitivamente Ailati no vino con intención de hacernos daño – la miraba con  atención, algo le habrá dicho el pequeño Tacoum que de sus labios salió una risa que contagio a todas las mujeres, mientras el niño cubría su rostros.
¿Cuál es tu intención con mi gente mujer pálida?

La intrusa de la película Where stories live. Discover now