Capítulo 6

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Al día siguiente, Ailati y Kocoum estaban caminando alrededor del pueblo

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Al día siguiente, Ailati y Kocoum estaban caminando alrededor del pueblo. La gente los saluda, mientras que los niños le insistía en ir a jugar con ellos.
– Lo siento niño, pero no puedo –

– ¿Por qué no?– exclamaron todos juntos a las vez, la emoción que antes tenían poco a poco se estaba llendo.
Ellos querían pasar el mismo tiempo que pasaba con Tacoum, desde que se volvieron amigos de él supieron que la mujer blanca era muy amorosa y llena de afecto.

– Debo estar bajo vigilancia –

– Eso no es necesario, nosotros te cuidaremos – había respondido un niño más bajo que Tacoum, aquel pequeño estaba seguro que nada pasaría en la aldea.

– No puedes – Kocoum respondió, sabía a simple vista que Ailati era de confianza. Pero no quería separarse de ella, le gustaba su compañía y le gustaba ver cómo todos confiaban poco a poco en ella.

–¡Yo si puedo! – respondió el niño desafiando al guerrero. Kocoum sonrío por la respuesta, se agachó y le acaricio la cabeza.

– En un futuro podrás hacerlo, pero ahora debes divertirse –

– Está bien... – respondió resignado, y tanto el como los demás se fueron a jugar.

Tacoum se quedó con ello e iba tomado de la mano de Ailati, mientras Kocoum lo miraba, se dió cuenta que el niño huérfano se sentía seguro con ella.
Y a ella le encantaba estar cerca de todos, una sensación extraña en su corazón aparecía cada vez que veía sus reacciones.
En la noche anterior cuando estaban cenando, decidió preguntarle algunas cosas que no entendía de los demonios blancos.

–¿Porque quieren nuestra tierra? –

– Ellos no quieren su tierra, solo buscan oro. –

– Si, lo mencionaste cuando estábamos con el jefe –

– El oro es del mismo color que el maíz, solo que más brillante y con un valor mayor – Ailati alzo la mirada para ver el cielo nocturno – Ellos vienen del otro lado del mar, de unas tierras con el nombre de Londres –

– Si tienen ese oro allá ¿Porque buscan matarnos y destruir nuestras tierras? –

– Por que ellos creen que su forma de crecer es así, tomar todo lo que tienen a su alcance y convertirlo en valor – Kocoum la miraba atento, a su vez observaba como el niño dormía entre sus brazos – Escucha Kocoum, las personas en general buscar el valor de todo. No piensas en los demás y si lo hacen, pueden llegar a perder ellos mismos. Matando a los demás no llegas a nada, solo manchas tus manos....

– Ellos atacaron a mi amigo por ese oro y quieres que me quedé sin hacer nada....

– Puedes hacer muchas cosas, pero lo dije antes y lo digo ahora, ellos poseen armas más avanzadas. Además tienen una protección que ustedes no, sus cuerpos están descubiertos cualquier bala los destruirá al instante –

– Esos demonios blancos son un peligro, y no quiero pensar que le harían a nuestras mujeres –

– Kocoum así como tú los llamas demonios blancos, ellos los llaman salvajes...–

– ¿Salvajes? –

– Llaman así a las personas que no son iguales de civilizados a ellos, pero tú y ellos tienes cosas en común –

– ¡Mentira! – se levanto enojado de dónde estaba – yo no comparto nada con esos demonios...

– Si lo haces, tienes odio y miedo a lo nuevo. No eres capaz de aceptar o de conocer personas diferentes a tu gente. Y tampoco tienes piedad! – Ailati se levantó con Tacoum en sus brazos y emprendió camino a la casa. – Si fueras diferente no tendrías esa sed de sangre...

Las palabras de Ailati le dejaron pensando el resto de la noche y ahora no sabía como actuar. Quería proteger a su gente, pero no deseaba que familia sufran perdidas.
Ella tenía razón, debe haber alguna manera de comunicarse con aquellas personas y evitar una desgracia mayor.

– ¡Kocoum! –

– Jefe ¿En qué puedo ayudarlo? –

– Necesito que vayas con Pocahontas y Nakoma – el jefe los miro a ambos y sonrió – ve con Ailati. –

Ailati tenía una mezcla de emociones en su corazón, pero decidió mantener una sonrisa y seguirlo. Había variedad de vegetales, en un refugio pequeño estaba un hombre que protegía el cultivo de los pájaros o algún animal. El trayecto por los maizales era tranquilo, fácilmente uno puede perderse sino fuere por las caminos marcados que hay en cada fila.
Kocoum empezó a gritar el nombre de Pocahontas, ella sabía que le diría a Nakoma que la cubra y se iría con Smith. Prefirió mantener la mirada en otro lado y observar a si alrededor que más descubría, ella aún no encontró la manera de salvarlo y tampoco sentía que hacía un avance para que cambiará su manera de pensar.
Quería brindarle aquella felicidad que tanto merecía y no esa muerte que siempre le generaba lágrimas y un vacío en su corazón. No merecía ese final.
Escucho como eco las palabras que Kocoum le decía a Nakoma, pero ella al mirarlo de frente se dió cuenta que estaba triste. Mientras caminaban de regreso a la casa, quería preguntarle, así que se armó de valor y se adelantó para estar a su lado.

– ¿La amas mucho? –

– Pocahontas y yo crecimos casi juntos, cuando ya tuve la edad para ir de caza me distancié –

– ¿Por qué lo hiciste? –

– Quería aprender para poder darle la mejor felicidad –

Kocoum no entendía como era posible abrir su corazón tan fácilmente con Ailati, se sorprendió al no llamarla mujer y tratarla como igual.

– ¿Si ella amara a alguien más, la dejarías ir? –

– Dolería, porque para mí ella es una mujer hermosa y fuerte, con un gran espíritu... –

– Estoy segura que sí... –

– Pero si ella me lo pide, la dejaría ser feliz – Kocoum observo que en los ojos de Ailati había tristeza, no le gustaba verla así – ¿Tú amas a algún hombre? –

Ella en esos momentos no tenía a nadie a quien contarle lo que sentía por él, así que optó por responderle sin decirle el nombre. – Eh amado un hombre desde hace mucho tiempo, cada vez que lo veía deseaba que me amara. Aún sabiendo que él nunca estaría cerca de mí. –

– Ese hombre no sabe la hermosa mujer que perdió – Kocoum freno sus pasos al darse cuenta de las palabras que dijo y Ailati se cubrió la boca con la mano derecha para que no vea su sonrisa.

La intrusa de la película Where stories live. Discover now