Capítulo 8

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Caminamos con nuestras manos entrelazadas

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Caminamos con nuestras manos entrelazadas. Mi corazón palpitaba a un ritmo desigual y mis mejillas estaban sonrojadas. No podía dejar de admirar mi mano con la suya, se sentía tan cálida. Su rostro aún tenía la seriedad que le caracterizaba, pero cada vez que se daba vuelta el brillo en sus iris lo decía todo. Había logrado cambiar su final.

En la gran entrada de la tribu, la abuela nos esperaba feliz, pronto se hicieron presente las demás  que me miraban con aprecio y Nakoma sonreía mientras agitaba su cabeza. Tal parece que todas sabían de mis sentimientos por Kocoum, eso provocó una risa tímida que cubría con mi mano izquierda. Nos quedamos un lapso con la familia de mi indio guerrero, hasta que fuimos llamados para la reunión.
Mis manos sudaban a medida que nos acercamos, los verdaderos protagonistas de esta historia, Smith y Pocahontas, tantos años admirando su amor, tantos años que mi corazón sufría por el amor unilateral de Kocoum, que ahora estaba a pasos de verles.

Emociones que nunca antes conocía llegaron a mi como un huracán. Kocoum corrió la tela, ellos estaban sentados de forma que no podían vernos, mientras los líderes de las otras tribus aliadas nos miraban, la miradas de recelo eran dirigidas tanto a Smit como a mí. Eso hizo que él se diera la vuelta.

– Jefe Powhatan… llegaron Kocoum y Ailati – Fue la voz que cortó la tensión del espacio.

– Kocoum y Ailati siéntense hijos míos – afirmamos en silencio y la reunión se llevó a cabo.

Los jefes de ambas tribus dieron inició a la reunión otorgando la palabra a Smith, quien empezó a contar las intenciones de Ratcliffe. El segundo jefe agitó su cuerpo debido a la fuerte risa, le dijo que en estas tierras no existe tal cosa, lo único que confirmó era que si existía una riqueza. Y esa era brindada por la madre naturaleza. Fue en ese momento que tomó la palabra, diciendo que la posibilidad de encontrar el oro sería viajando a varios kilómetros al Oeste.

– ¿Y qué te hace creer que en aquellas tierras lo hay? – preguntó Smith con curiosidad y desconfianza.

–  Simplemente lo sé – No podía darle toda una explicación sobre la formación de este mineral, símbolo de pureza y realeza.

– Jefes, solo les dire que Ratcliffe es un hombre lleno de codicia y buscará la forma de hacerlos ver mal. –

Suspire y agarré más fuerte la mano de Kocoum, tenía miedo de ese hombre. Porque sabía que lo dicho por Smith era verdad, pero mi mente ya estaba en movimiento.
La reunión de “paz” se realizó hasta caer el sol. Ambos jefes se quedaron para discutir otros asuntos.

–Ailati–

– ¿Qué ocurre Kocoum? – sostuvo mi rostro con sus manos y unió nuestras frentes. Aquella acción fue tan dulce, quien diría que detrás de esa firmeza hay tanto amor que desea dar.

– Hablaré con Pocahontas para cancelar nuestro compromiso – Me distancie un poco, para tomar impulso y rodear mis brazos en su cuello. Amaba este hombre. Sus brazos rodearon mi cintura, atrayéndola más a su cuerpo. 

– Vuelve pronto –

– Así lo haré… –

Desde un principio supe que Pocahontas no correspondía a mis sentimientos. Pero, al volver de la guerra y ser un guerrero destacado, creí, tan solo tuve la esperanza, de que ella me miraría con amor.
Aunque cuánto más quería acercarme y protegerla, más ella se alejaba. No quería cortar su espíritu libre. No quería que perdiera lo que amaba. Así que dejaba que lo nuestro se diera después de casarnos.
Mi corazón se oprimía con cada indiferencia. Fue hasta entonces que apareció aquella mujer blanca, de hermosos cabellos como el atardecer, ojos cuál verde primaveral, labios carnosos y rosados.

Estaba atónito, tanta belleza en un pequeño cuerpo, aquella mujer de nombre Ailati que consiguió el cariño de todos en la tribu. Y sobre todo mi corazón. En un principio, me negaba a que ella derribara los muros, ella era nuestra enemiga, ella había venido con los blancos bárbaros.
Pero aquí me tiene, viendo a mi anterior prometida besando a aquel blanco. Me dolía, fueron tantos años de espera, tantos años para ser feliz junto a ella. Que tan solo era una idea mía. Me aleje en silencio y sin interrumpir aquel momento, sentía tristeza y culpa. Teniendo esa sensación de mi corazón siendo oprimido y apuñalado, me costaba contener las lágrimas, cómo hombre no debía llorar. Pero…

– Kocoum– Levanté la mirada y solo me bastó ver sus ojos para llorar. Dolor, culpa, rabia, tristeza y muy en el fondo felicidad, sí, felicidad porque ella estaba en este mundo.

–... Ailati…–  cortó la distancia corriendo, sus brazos rodearon mi hombros, mi rostro reposaba sobre su pecho. Ese abrazo fue mi consuelo  y liberé todas mis lágrimas. Solo podía decirle "lo siento" llorando mordiendo mi labio. Fue la primera vez que fui tan débil frente a una mujer.

Luego del beso entre Smith y Pocahontas, cada uno decidió volver a sus hogares. Los pasos firmes y rápidos de Smith daban cuenta la furia que albergaba en su interior, estaba tan ensimismado con sus pensamientos que no dió cuenta de un tercero siguiendo sus pasos. Fue hasta que por un descuido tropezó y llamó la atención. 

– ¿Thomas? – 

– John, disculpa me mandaron para seguirte – 

– Ratcliffe de seguro –  Smith pudo ver cómo su compañero bajaba la cabeza, si lo había seguido quiere decir que vio su momento con Pocahontas. No tenía problemas, tampoco negaría su amor por ella. – Ella me dijo que no existe oro en estas tierras – 

– ¿Cómo estás seguro que los salvajes no mienten?– 

– Porque estuve en sus tierras y hablé con ellos – Thomas estaba asombrado, aquel hombre que salvó su vida y era visto como un héroe consiguió comunicarse con los salvajes.

– Entonces, ellos conocen nuestra lengua – 

– Si… Me sorprendió al principio, pero si les damos la posibilidad pueden evolucionar como nuestro reino. Aunque hay un problema…– 

– Ratcliffe, ese hombre está obsesionado con el oro.– 

– Tendré que buscar la manera de detener esto, nos ha traído en base de engaños – Smith sentía algo extraño, no sabía con exactitud qué era. Pero presentía que Ratcliffe tenía algo más en mente. 

– John no te preocupes, los demás te creerán y nos apoyaran. Ahora sabemos que podemos pedirles ayuda para más comida… – 

– Si, ellos están dispuestos a ayudarnos. No son salvajes…– 

– El nuevo mundo nos dió una lección – 

– Si Thomas y por eso hay que llegar rápido a nuestro asentamiento – 

–¡Sí!– 

La intrusa de la película Where stories live. Discover now