NOCHE DE BODAS

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CAPÍTULO 2

ALEC

—¿Sobre mí? —preguntó sonriendo.

—Bueno, sí, se me antoja tomarte de postre — sonreí y llevé la copa a mis labios.

—¿Seguro? — preguntó burlona — no creo que el chocolate sea un sabor que quede bien conmigo.

—Leia, eres más dulce de lo que piensas, el chocolate quedará perfecto en ti — la observé relamer sus labios y el subir de su pecho ante la contención de un jadeo — ven aquí — dejé la copa al lado de la mesa y le tendí la mano.

Leia terminó el vino de la copa y se levantó tomando mi mano.

—¿Qué vas a hacer? — sonreí y tomé la copa de su mano con mi mano libre y la coloqué junto a la mía.—-¿Qué quieres que haga? — pregunté posando mi mano derecha en su barbilla.

—¿Tengo que decirlo? — dijo con sus mejillas teñidas de rosado.

—Si, quiero que me digas que quieres que te haga — le sonreí y deslicé mis dedos de su barbilla hasta su cuello y de ahí bajé hasta la división de sus pechos.

—Tengo calor — susurró ahogada.

—¿Eso qué quiere decir? — volví a subir mis dedos por el mismo camino que los bajé.

—Que me incomoda un poco la ropa — la miré a los ojos..

Sus pupilas estaban dilatadas, su ojo verde brillaba oscuro y su ojo color miel parecía casi amarillo en vez de miel. La miré largos segundos y levanté mi mano izquierda arrastrándola por su brazo en el proceso, su piel estaba erizada, sus labios estaban levemente abiertos y su respiración se había hecho pesada.

La anticipación la tenía excitada.

Y yo la entendía tan bien como mi duro miembro me permitía pensar.

—¿Quieres que te la quite? — pregunté mientras enlazaba mis dedos y jugueteaba con las tiras de su vestido.

—Por favor — su susurro sonó a súplica haciéndome estremecer.

Bajé las tiras de su vestido mientras ella me ayudaba levantando los brazos y sacándolas de su lugar. Sin dejar de mirarla rodeé su torso hasta su espalda y deslicé la delgada y casi imperceptible corredera que ajustaba su vestido. El broche cedió sin problemas y colé mis dedos dentro del vestido logrando que mis dedos se deslizaran por la piel de su espalda mientras bajaba la corredera hacia el nacimiento de sus nalgas.

Sonreí ante el jadeo ahogado de Leia y aproveché para dejar un casto beso en su hombro derecho. Me separé un poco y solté el vestido dejando que la parte delantera cayera hasta sus caderas, dejando al descubierto un jodido sostén blanco o más bien, transparente. Me alejé un poco más para admirar el vestido enrollado en su cintura dejando su abdomen descubierto y sus pechos ligeramente cubiertos por la seductora y delgada tela de encaje que los cubría.

Las cortas y delgadas cicatrices que teñían su espalda y su hombro eran una nimiedad. Ella era preciosa y aquello solo hacía relucir aún más ese hecho.

—Jodidamente hermosa — me acerqué de nuevo y sostuve su cintura entre mis manos mientras la besaba.

No era rudo, pero tampoco la estaba besando despacio. Colé mis manos entre el vestido enrollado en su cintura y sin dejar de besarla moví las manos hasta hacer que el vestido cayera a sus pies. Palpé la piel desnuda y bajé hasta sentir que la misma tela que cubría sus pechos hacía lo mismo con su sexo.

—¿Querías matarme hoy? — susurró contra sus labios.

—Ana creyó que sería un muy buen regalo — soltó mientras subía sus manos hasta mi cuello y tiraba de mi cabello.

Ríndete a Ella (LIBRO 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora