CAOS

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Capítulo 37

No fue hasta que acabó la ceremonia y regresamos al palacio para comenzar con las felicitaciones y la fiesta que no me percaté de que Eros no estaba presente.

Vander me presentó a su hija menor, Danielle y la preciosa chica de quince años brilló al verme junto a Alec, nos llenó de una efusiva conversación donde explicaba lo mucho que admiraba a Alec y a mí. Me sorprendió cuando Alec le dio una de sus sonrisas encantadoras e incluso tomó a la chica del brazo y se paseó junto a ella por el salón mientras yo hablaba con otros invitados.

Cuando quería el ogro podía ser encantador. Sonreí orgullosa al verlo rebajarse al nivel de la adolescente e interactuar con los hijos de la misma edad de otros miembros. No era común verlo así de relajado y no había sido consciente de que de esa misma forma trataba a Theo cuando estaba cerca de nosotros. Mantenía su distancia a nivel físico, pero estaba incluso riendo con los adolescentes que gritaban y se hacían escuchar hasta acá mientras le contaban rumores que querían que Alec le aclarara.

El salón estaba precioso. Había gardenias blancas y flores amarillas esparcidas en todo el lugar, los arreglos florales eran preciosos y los colgantes de cristales que caían del techo brillaban con la luz del sol entrando en la habitación. Había mesas con manteles blancos y sillas amarillas en todo el lugar dejando un espacio considerable en el centro del salón para dejar espacio al baile.

La banda estaba ubicada junto a los enormes ventanales del salón. Los techos altos y abovedados tenían dibujos de dioses y por lo que me había dicho Urian contaban una historia de amor entre dos antiguos aldeanos enamorados de una diosa, la secuencia y detalle de dibujo era preciosa y mi vena artística palpitaba viendo el desarrollo de la historia en todo el techo.

—Es extraño verlo tan cómodo con personas fuera de la familia — me abordó Adam.

—Sí, eso mismo estaba pensando — sonreí sin dejar de verlo.

—Eres molesta, pero le haces bien — blanqueé los ojos.

—Tu eres un imbécil, pero te preocupas por él.

—Touché — sonreí viendo a mi cuñado — ¿te sientes bien? — asentí.

—Sí, me siento un poco cansada por el trajín del día, pero no me siento nada mal o inusual — él asintió.

—Bien, eso es bueno — me reí.

—No tienes ni idea de cómo acercarte a mí sin que sea para molestarme, ¿verdad? — Adam sonrió y luego llevó la copa a su boca.

—Todo eso es cariño cuñadita — me reí al tiempo que las notas de un chelo comenzaba a sonar — creo que voy a fastidiar a mi primo pidiéndote el primer baile — me reí.

—Estás de suerte, tengo ganas de picarlo un poco — Adam rió negando y tomó mi mano llevándome hasta el centro del salón.

No habíamos terminado de bailar la primera pieza cuando Alec me tomó de la mano y comenzó a bailar conmigo haciéndonos reír tanto a Adam, que ya había ido por Marisa, como a mí.

El desayuno fue un banquete completo, Alec se encargó de darme solo comida que estuviera seguro de que mi estómago podía soportar y se lo agradecía. El brindis fue precioso, las palabras del padre de Caeli y de otros miembros de su familia me hizo saltar un par de lágrimas, el discurso de bienvenida de Vander hacia Caeli también fue emotivo y mi corazón saltó de felicidad al saber que esa preciosa joven se estaba cansando con un hombre que la amaba y que su familia la aceptaba.

Danielle revoloteaba alrededor de su cuñada y Urian tuvo que rescatarla anunciando que darían inicio al ritual de casados. Ellos eran mucho más meticulosos con el tema de las tradiciones, incluso una de ellas era presentar la sábana manchada con la sangre virgen de la novia, pero Urian dejó claro que esa tradición no iba a ver la luz el día de hoy y yo lo agradecía, era arcaico tener que demostrar la pureza de la novia a través de la virginidad.

Ríndete a Ella (LIBRO 2) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora