𝐁𝐢𝐭𝐭𝐞𝐫 𝐁𝐥𝐨𝐨𝐝 𝟐 ━━ ♱ Diabolik Lovers ♱ [TERMINADA]

Capítulo 04

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❝TÚ ELEGISTE EL TRONO.❞

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—¡Tienes que compartir! ¡No puedes comerte todo eso tú solo! —Yuma, aquel castaño alto que no se molestaba en ocultar su enojo, discutía con el rubio,  Kou. Por lo que Alicia tenía entendido, discutían por un camarón.

—¡Pero yo lo tomé primero! —se quejó Kou.

—Has comido más que cualquiera de nosotros —le regañó para luego girar a ver a Azusa, quien estaba sentado a su lado—. Tú casi no has comido, ¿quieres comerte este camarón?

—¡No regales mi camarón! —chilló el otro.

—Si me lo das, lo comeré —contestó Azusa al más alto.

—Solo di si lo quieres o no —agregó Yuma de mal humor.

—Lo quiero —esas palabras fueron suficientes para que el castaño le diese el camarón al peliverde que agradeció con un pequeño asentimiento desanimado.

—¡Era mío! —resaltó Kou como queja.

—Dejen el escándalo —regañó Ruki entrando al comedor con grandes platos llenos de comida en sus manos, entre ellos, más camarones.

—¡Hay más!

—¡Deja que los demás coman! —exclamó Yuma.

Alicia, en su lugar, se mantuvo callada tomando una taza de té. Si hablabamos de lo que ella acostumbraba era la tranquilidad de estar sola, aunque al compartir con sus hermanos, los Sakamaki, era normal oir disputas. Aunque, la diferencia era que los Mukami parecían llevarse bien.

Ruki tomó asiento junto a ella, empezando a comer.

—¿Como te fué ayer? —preguntó el pelinegro sin mirarla, antes de llevar un bocado de puré a su boca.

—¡Es cierto! —habló Kou a la derecha de la chica—. Ayer empezaste con tu entrenamiento como Lilith.

—No hay mucho que decir, en realidad —respondió ella dejando la taza sobre la mesa con delicadeza—. Fue un buen comienzo.

—¿Qué clase de respuesta es esa? —comentó Yuma de mala gana—. ¿Qué fue lo que hicieron?

—Yo también quiero saber —se unió Azusa—, Suena... Interesante.

—Bueno, fuimos a una iglesia —dijo la de ojos carmín.

—¿De verdad? —el castaño pareció tan sorprendido como Kou.

—Había un sujeto, el sacerdote que abusaba de las niñas más pequeñas de la iglesia —agregó ella—. Una escoria sin duda.

—¿Qué ocurrió con él? —preguntó Yuma intrigado.

—¿Le hiciste daño? —le siguió Azusa, aunque algo desanimado por la idea.

—No —respondió—. Aunque hubiese querido hacerlo, bastó con que suplicara.

—¿Suplicar?

—Es otro caso —concluyó su explicación.

—Eres pésima en esto de dar de qué hablar —comentó Yuma.

—Es un placer.

—Madre vendrá por ti mientras nosotros iremos al Instituto —avisó Ruki cambiando el tema de conversación.