Rumores

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Marfael estaba sentado en su escritorio sufriendo de falta de sueño; se había pasado horas escribiendo cartas y documentos necesarios para ordenar la liberación de los soldados como había prometido.

Durante los últimos últimos doce días, Marfael había tenido que darle explicaciones al pueblo sobre como aunque era el dictador temporal, su poder no era absoluto y debía someterse a la gigantesca burocracia del imperio para tomar acciones.

—Y pensar que el nuevo emperador será un noble que no hará nada respecto a todos estos problemas—Se dijo Marfael a el mismo mientras sellaba una carta que iba a enviar a las prisiones de Dalsael—. Si yo pudiera tener este cargo para siempre  podría encargarme de todas las desiciones del imperio.

Unos golpes en la puerta hicieron a Marfael detener su trabajo momentáneamente.

—Hable—Ordenó Marfael.

—Soy yo—Respondió la voz al otro lado de la puerta—. Traigo vino.

—Oh Silfae—Reconoció Marfael la voz—. Pasa.

Silfae abrió la puerta de la que alguna vez fue el aposento del emperador y se sorprendió al ver a Marfael trabajando.

—No pensé que estuvieses ocupado, ¿Prefieres que regrese en otro momento?

—Ahora está bien, puedo seguir en otro momento.

Silfae entró y le dió un vistazo a la lujosa habitación antes de sentarse en una silla cercana a Marfael.

—Todo se siente extraño sin el—Comentó Silfae mientras abría la botella de vino.

—Por más años de los que la mayoría de los elfos han vivido seguí sus órdenes—Añadió Marfael, entendido que Silfae se refería al emperador.

—¿Cuándo los nobles se reunirán para escoger la nueva dinastía? —Preguntó Silfae, sirviendo vino en una copa que había traído.

—No te sabría dar un momento exacto; primero los nobles deben de venir a la capital y luego la votación sucederá. ¿Quién crees que sea escogido?

—Como el máximo responsable de la marina no he estado en la capital estas últimas semanas, asi que no conozco cuales nobles son los que van a ser votados.

—Para serte sincero, yo tampoco estoy seguro de que nobles van a venir, solo se cuales casas estarán en la votación.

—Apuesto a que la casa Varaal estará.

—Correcto, junto a ella estoy completamente seguro de la presencia de las casas Falrir, Gafavix, Zarel y Jaeleen, aunque tal vez otras lleguen.

—Cambiando el tema Marfael, oí que todos los soldados que volvieron del conflicto en Viento Cortante están encarcelados, son sospechosos de asesinar al emperador Dairanel y que hay elfos regresados de la muerte.

—Es correcto. Ya estoy trabajando en su liberación.

—¿Es cierto que los que murieron hace doce años en Isla Lukai también volvieron a la vida?

—Es cierto. Hay quienes dicen que hicieron un pacto con demonios y que el precio por regresar fue asesinar al emperador.

—¿Quién dice esto? ¿El clero?

—Es una creencia extendida entre toda la ciudad, pero tengo entendido que el obispo Elinián es el principal precursor de esa opinión. He tratado en lo posible de que las noticias no salgan de la ciudad prohibiendo operar a los mensajeros civiles.

—Tal vez haya algo de verdad en eso, ¿Qué crees tú?

—No importa lo que crea, es un hecho que no podemos mantener a tantos soldados prisioneros solo por un rumor sin evidencia y aún menos cuando hay muchas personas que desean verlos tras tanto tiempo fuera del continente. ¿Qué hay de ti? ¿Alguna novedad?

—Hay reportes de monstruos marinos atacando rutas comerciantes y pescadores, pero entre tu y yo, tengo la sospecha de que numerosos documentos han desaparecido antes de que yo, o mis subordinados de confianza puedan leerlos.

—¿De que tipo de documentos estamos hablando?

—Contrabando capturado, deserciones, sospechas de corrupción y ventas de barcos que no se utilizan.

—No creo que sea algo importante, solo un poco de corrupción en la burocracia, me encargaré de ello.

—Marfael, escúchame—Pidió Silfae; la repentina seriedad en su tono de voz sobresaltó a Marfael, que colocó en el escritorio una copa de vino que estaba tomando para poder prestar más atención—. Esto va más allá de simple corrupción, he leído reportes que declaran que barcos han sido hundidos o dañados en acción, pero luego, cuando reviso en que rutas esas naves operaban, descubro que nisiquiera salieron de los astilleros antes de ser declaradas destruidas.

—¿Qué quieres decir Silfae?

—Me parece, que alguien está tratando de formar un ejército privado en secreto. Tal vez alguna de las casas nobles pretenda apoderarse del trono por cualquier medio necesario, asi que te recomiendo mucho cuidado viejo amigo.

—¿Hace cuánto tiempo comenzó esto?

—No sabría decirlo, pero la corrupción se disparó cuando el Rey Elemor solicitó barcos para ayudar a los humanos de Viento Cortante.

—¿Y no notificaste a nadie sobre esto?

—Como comandante supremo de la marina, casi siempre me encuentro lejos de la capital y no tenía a ningún sospechoso en mente, asi que cualquier cosa que hiciera terminaría en nada.

—Especulemos que los nobles fueron los responsables del homicidio del emperador. Si esto fuera verdad, nada evitaría que fueran por mi, y es mucho más probable que traten de asesinarte si sospechan que sabes de la corrupción.

—¿Como debemos proceder Marfael?

—¿Tienes algún reemplazo pensado en la marina?

—No renunciaré a mi puesto.

—Tengo una idea. Te nombraré gobernador de Alamiea y destituiré al gobernador actual de su cargo. Luego de la votación del nuevo rey podrás volver a la marina.

—¿Cómo eso ayudará a que no nos asesinen?

—Mientras nos mantengamos populares con los habitantes de la capital dudo que traten de matarnos, atraería mucha sospecha sobre los nobles.

—¿Y que hay de los que creen que los soldados que regresaron hicieron un pacto? Podrían creer ellos nos asesinaron después de que los liberaste.

—Esos soldados son los más importantes ahora mismo Silfae, tenemos que hacer que se conviertan en aquellos que más lealtad nos tienen por darles la libertad. Mientras el Imperio tiembla por falta de líder, ellos serán la base que sostiene toda la estructura.

—Conozco a algunos que creo que están encerrados ahora mismo, podemos empezar por ahí para ganarnos su obediencia.

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