¿Qué pasaría si un día el chico del que tienes un póster en tu dormitorio, entrara por la puerta de tu trabajo?
¿Qué pasaría si ese chico, del que estás enamorada, es Ferrán Torres, el futbolista?
DUOLOGÍA DESTINo I
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ESTA HISTORIA CON...
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Acabamos de llegar a casa de Ferrán. Hoy han jugado a las 12.00 contra el Levante y han perdido por 1-2. Alex y Gema querían que nos fuéramos a comer con ellos pero, aquí el valenciano, no tenía ganas. No soporta perder. Y anda que no se le nota. Apenas hemos hablado en el coche y al llegar aquí lo he dejado a su bola y me he ido a la cocina a hacer algo de comer, porque me muero de hambre. Así que he hecho una tortilla de patatas con ensalada. Voy al comedor y lo veo mirar en la tele el resumen del partido y cabrearse todavía más.
- La comida ya está - le digo desde la entrada cruzando mis brazos. Su semblante no ha cambiado y aún sigue enfadado.
- No tengo hambre Rebeca - Ferrán ni siquiera me mira respondiéndome muy bruscamente, bueno, casi gritándome.
Me muerdo los labios algo nerviosa porque odio que me griten. Esto ya lo he vivido antes y sinceramente no me apetece pasar por lo mismo. Así que me doy la vuelta y me vuelvo a la cocina para guardar la tortilla. Que se la coma cuando le dé la gana. Porque de aquí a breve me largo.
No pasan ni diez segundos cuando Ferrán entra. Tarda poco en rodearme con sus brazos. Siento su corazón como late deprisa y como al abrazarme respira nervioso.
- Lo siento. Perdóname Rebeca. No te tenía que haberte gritado. Me ha jodido mucho haber perdido y la he pagado contigo. Lo siento mi niña.
Me agarro a sus brazos acariciando sus dedos con excesiva lentitud. Me doy la vuelta y sus manos están en mis mejillas. Sus pulgares me las acarician haciendo que yo me estremezca.
- Anda, vamos a comer que esa tortilla huele que te mueres. Se me hace la boca agua con la tortilla y con la cocinera -no puedo evitar reírme. Me gusta verlo sonreír. Ferrán tiene muchas clases de sonrisa, las cuales me gustan todas y me vuelven loca.
- Pues pon tú la mesa y haz algo por la vida -le digo yo sacándole la lengua. Él me guiña un ojo y se lleva los vasos y los cubiertos.
- Soy la razón de tu existencia pequeña.
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