73. Extra 3. No sueltes mi mano

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Seis meses después

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Seis meses después

Madrid

Rebeca llevaba inquieta todo el día. Este embarazo estaba resultando ser totalmente diferente al de Vera. Las náuseas estuvieron presentes también durante el segundo trimestre y por desgracia, tuvo que contratar a alguien para que atendiera a los pacientes de la clínica porque no  podía tirar de su cuerpo.

Solo faltaban 2 meses para que saliera de cuentas, y por suerte, tenían todo listo. Entre las cosas que aún guardaban de su hija mayor y los regalos de sus amigos, el niño podía venir cuando quisiera, bueno, mejor en su tiempo.

- ¿Así que no vais a decir el nombre hasta que le veáis la cara? -Pau agarró otro trozo de empanada, y se la llevó a la boca comiéndola a dos carrillos.

- No, lo que no vamos a hacer es decírselo a nadie hasta que nazca. Por una vez en la vida, queremos mantener algo en secreto -le contestó ella a su amigo mientras se llevaba la mano a la espalda. Fuera, la pequeña tormenta que caía desde hacía rato, se estaba transformando en lluvia torrencial- ¿Cuándo coño terminó el partido?

- Miri, que hay casi tres horas de Sevilla a Madrid. Que es el AVE no flash.

- ¡Que gracioso eres! -de pronto, la cara de Rebeca cambió poniéndose algo más pálida- ¡joder!

- Ei, ¿Qué te pasa? -Pau fue hacia su amiga poniendo sus manos en sus antebrazos.

- Que me ha dado una punzada, en la barriga -la de Granada se llevó la mano a la parte baja de su espalda cuando sintió de nuevo ese pinchazo en su vientre. Su cara descompuesta preocupó al defensa madridista.

- ¿Otra vez?

- Si, pero llevo todo el día así. Dicen que puedes tener contracciones meses antes de dar a luz.

- Ok. Vosotras sois las expertas. ¿Nos sentamos?

Rebeca asintió respirando cada vez más agitada. Dejó que su amigo la agarrara del brazo y la llevara hacia el sofá. Hizo verdaderos esfuerzos para sentarse,  y cuando lo hizo, una nueva punzada la hizo morderse el labio aguantando el dolor, y si, disimulando para no preocupar a Pau.

El rubio,  quien no había viajado a jugar a Sevilla por sanción, la había ayudado esa tarde a montar la cuna del pequeño. Rebeca la había encargado por Amazon y quería darle la sorpresa a Ferrán para cuando volviera a casa. El teléfono del castellonense vibró con un mensaje. Lo desbloqueó y sonrió al ver que era de su mujer.

- Dice Verona que si dejas a Vera que se quede a dormir -le anunció él apartando su mirada de la pantalla del móvil.

- Si, dile que si -le respondió llevándose la mano al vientre- ¿Pau?

- Dime -el rubio tecleaba compulsivamente la respuesta para su mujer. 

- ¿Me puedes llevar al hospital?

Mi pequeña locuraWhere stories live. Discover now