↬Capítulo 1: El forense

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•Advertencias: esta historia contiene escenas de violencia, gore y elementos atribuidos a su género. Menciones de suicidio, asesinatos, crímenes en general y descripciones gráficas de procedimientos post-mortem. Así también, puede que no sea por completo fiable a los procesos (lo siento, lo intento :c) pero intentaré que se apegue lo más posible a la realidad.
(Más bien lo escribí como una forma de estudiar xd, pero ya veremos dijo el ciego)

Eso es todo, ¡disfruten la lectura!

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SeokJin

El sonido de la bolsa de plástico cargada con restos de cartílagos y tejidos probablemente sonó contra las paredes macizas de la morgue cuando cayó en el basurero, mas él no lo oyó, pues la música que salía de sus auriculares era más fuerte. 

Tarareó la canción despacio mientras cerraba la tapa y volvía hacia el cuerpo sobre la mesa para cerrarlo y terminar su trabajo. 

Enhebró la aguja de suturas con habilidad, y sin detenerse, sujetó la piel del torso entre dos dedos. La cosió fácil, pues tuvo la facilidad de que el cuerpo en cuestión se trataba del de una adolescente delgada y bastante pequeña. La habían encontrado desafortunadamente muerta en su habitación esa mañana, sin ningún rastro aparente que le indicara a sus padres que lo había hecho por mano propia o no.

No le fue difícil achicar las posibilidades. Estaba claro que la chica— quien según sus papeles se llamaba HyeJin— se había suicidado, juzgando por la ausencia de marcas de resistencia. Lo confirmó con tan solo abrirle el vientre y verificar que había ingerido una copiosa cantidad de arsénico, y por el color oscuro que empezaba a tener en la piel.

Por lo menos, la cantidad que bebió fue lo suficiente para que se hubiera ido sin mucho sufrimiento.

Cortó el hilo al terminar con unas tijeras y con la misma gentileza que usaba con todas las personas que debía revisar, le cerró los párpados, le limpió los labios y cualquier otro rastro de la intrusión de su trabajo. Sabía que eso era trabajo de TaeHyung, el tanatopractor de la funeraria, pero siempre terminaba sintiéndose... incómodo si al menos no limpiaba el cuerpo luego de la manera en la que debía manipularlo. Después de todo, más allá de un cadáver, habían sido personas tan llenas de vida como él; y a SeokJin le era imposible ser descorazonado o cruel. Por más de lo que podrían decir las malas lenguas a causa de la carrera que había elegido. 

Peinó el pelo de la chica a los costados, sintiéndose apenado por lo joven que era y la decisión que había tomado. Nunca dejaba de ser desconcertante para SeokJin tener que revisar niños o adolescentes, pero tampoco pensaba nada de ello. 

Al fin y al cabo, la muerte era lo único igualitario para los seres humanos. 

Exhaló lentamente mientras colocaba la manta blanca sobre el rostro de HyeJin por última vez. 

Se quitó los guantes y los tiró al basurero recurrente, mientras tarareaba la nueva canción que estaba a todo volumen en sus oídos. Palmeó sus muslos al ritmo, acercándose a la camilla para poder guardarla y terminar con el trabajo por ese día. No sabía con exactitud la hora, pero no debía ser menos de las ocho de la noche. 

La funeraria cerraba a las nueve, y él tenía las llaves de la morgue, pero debía aparecer en la oficina de TaeHyung para registrar presencia—lo cual era innecesario porque solo había dos forenses y tres otros empleados, pero TaeHyung era el jefe, así que era palabra mayor—. 

Empujó la camilla, cuando una mano se aferró a su hombro por detrás. 

Soltó un gritito y se quitó los auriculares de un tirón al ver el rostro de un chico a su lado. 

Metamor❴ɯǝʇ❵fosis ;;NamJinWhere stories live. Discover now