↬Capítulo 2: Noches silenciosas

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JungKook y JiMin caminaban por delante de él, ambos sujetando la cintura del otro un tanto tambaleantes por el alcohol. Jin se quedó detrás de ellos solo porque no tenía ganas de interrumpirlos en la burbuja que parecían haber creado alrededor suyo después de salir del restaurante. 

Estaba mejor así; su fuerte nunca había sido la conversación ni la socialización en general, aunque se tratara de sus propios amigos. 

Ahogó un bostezo mientras observaba los alrededores aburrido, mirando casualmente el cielo estrellado y la disminución gradual de las luces de los comercios y la aparición de casas particulares. 

Normalmente no había muchos autos por aquellos lados, por lo que siendo casi las once ya, la presencia de estos era prácticamente inexistente. Solo eran ellos tres en la acera y el silbido del viento entre los árboles. 

—Oigan, creo que nos separaremos aquí. 

JungKook y JiMin se detuvieron para girarse a mirar Jin, quien estaba inclinado ligeramente hacia el borde de la acera para cruzar por la franja peatonal. 

—Pero es muy tarde para ir solo, hyung. 

—Además, tu casa está en ese barrio de mala muerte. Déjanos acompañarte. 

SeokJin sacudió la cabeza. Por más de que tuviera miedo de regresar en la oscuridad, estaba acostumbrado a hacerlo solo. Tampoco quería importunar más de la cuenta a los dos; lo mejor era que también se fueran directamente a casa. 

—Gracias, JungKook-ah, pero no es necesario. Ya tan solo quedan unas cuadras. 

—Pero hyung... 

—Está bien, de verdad. ¿Te llamo en cuanto llegue?— ofreció por el simple hecho de quitar del rostro de JungKook esa expresión preocupada. JiMin parecía querer decirle algo, pero sus labios no se movieron. 

El castaño menor asintió lentamente, a lo mejor convenciéndose de la misma forma de ello. 

—Acepto. Si no la recibo, volveremos corriendo. 

Jin puso los ojos en blanco aunque sus palabras le hicieran sentir seguro. Realmente lo apreciaba. 

Alzó una mano y la sacudió en forma de despedida. 

—Nos vemos mañana, entonces. Tengan cuidado— se giró para cruzar no sin antes sonreírles socarronamente.—Y no solamente para llegar a casa. 

JungKook no pareció captarlo, pero JiMin se cubrió el rostro con un brazo, avergonzado. 

Ambos se despidieron por última vez y Jin partió cruzando la ruta, con el bolso fuertemente apretado a su costado y una mano dentro del bolsillo aferrado a su teléfono. 

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En realidad, agradecía que JungKook no fuera exactamente bueno con las direcciones, puesto que otra persona no le hubiera creído que su casa estaba a unas cuadras solamente. 

Hacía unos diez minutos que estaba caminando a grandes trompicones por las aceras vacías, mirando sobre su hombro como paranoico en centro comercial. 

Aun le quedaban unos buenos metros antes de llegar siquiera a la esquina de la cuadra de su casa, y ya empezaba a sentir el cuello tenso. 

Sus pasos golpearon rítmicamente el pavimento con cada movimiento, retumbando en el vacío y las hojas del camino. Su sombra parecía ser la única siguiéndolo, al menos. 

Como JungKook había mencionado, el barrio en el que vivía no era de lo más seguro, pero solo por el hecho de que como en ese momento, las noches eran tan solitarias como un páramo y oscuras como la nada.

Metamor❴ɯǝʇ❵fosis ;;NamJinWhere stories live. Discover now