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— Binn...— El pelinegro suspiró viéndolo en esas condiciones, no sabía lo que había pasado pero le dolía el corazón de solo ver a Soobin herido de esa manera...
— Beomgyu, ayúdame porfavor.
Ni siquiera tuvo que pedirlo de nuevo ya que el más bajo se apresuró a auxiliarlo... Lo tomó del brazo llevándolo dentro de casa y reviso sus heridas con algo de preocupación esperando que no fuera tan grave.
— ¿Qué te pasó?
— Mis padres... Lo saben todo, vendrán a buscarme. — Murmuró con la respiración agitada, no recordaba lo mucho que corrió tratando de escapar pero aún así estaba seguro de que su respiración era de lo peor ahora.
— ¿Qué?
Beomgyu recordó aquel problema con el padre de Soobin, cuando quiso llevarlo lejos porque le gustaban los chicos... No quería que lo alejaran del castaño nuevamente, estaba dispuesto a hacer lo necesario para quedarse con su lindo chico.
— Tranquilo, ¿Si? — El pelinegro trató de tranquilizar al mayor... Por suerte sus heridas no eran tan graves, aún así no podía dejar de pensar en quien lo había golpeado de esa manera, ¿Por qué?
— Beom... Si vienen aquí, porfavor diles que no tienes nada que ver conmigo.
— ¿Por qué?
— ¡Solo hazlo! Haz lo que te digo Beomgyu.
Beomgyu no pudo evitar preocuparse por la situación tan grave en la que se encontraban ambos, era obvio que no iba a dejar al castaño solo por lo que buscó un botiquín y trató de curar sus heridas. Y es que el amor de Beomgyu hacía Soobin era demasiado grande como para no estar con el... Era estupido, pero eran los verdaderos sentimientos del pelinegro.
Ambos se miraron directamente a los ojos, como si solo ellos estuvieran en ese horrible mundo... Como si Beomgyu existiera solo para amar a Soobin y Soobin existiera solo para amar a Beomgyu, un sentimiento inexplicable que los emocionaba a los dos y que hacía el ambiente solo de ellos. El ruido del exterior no pudo interrumpirlos, aquellas miradas mutuas alimentaban el amor que sentían uno por el otro.
— ¿Puedo besarte?
Ante aquella frase repentina, el pelinegro no dijo nada... Las mariposas en su estómago comenzaron a aparecer nuevamente y aquel sueño que tuvo con Soobin en la Preparatoria vino a su mente... Sin embargo, esto no era un sueño, ¿Verdad?
Fue así que el amor de ambos terminó unido en un beso, no hacía falta que explicaran lo mucho que se amaban... Aquellas miradas y el beso ya eran suficientes para expresar honestamente los profundos sentimientos de ambos chicos. Se amaban... y el amor que ambos sentían incluso era enfermizo.
— Te amo.
El pequeño departamento mantuvo un largo y "eterno" silencio para Soobin, quien no recibió ninguna respuesta por parte del pelinegro, aún así... Nada se sentía incómodo, solo ambos viendo cada facción del otro, como si nunca se hubieran visto antes... Permanecieron así, hasta que el pelinegro no pudo más, siendo así subió al regazo de su mayor, comenzando nuevamente un beso, esta vez con algo de pasión, con solo el ruido de pequeños chasquidos en el lugar... Todo se sentía como un sueño, un sueño que ambos habían estado esperando por años desde que se conocieron.
— También te amo, Soobin. — Habló una vez que detuvieron aquel beso que los estaba llevando a algo más ya que... No era el momento.
Su maravillosa fantasía fue arruinada cuando la puerta comenzó a ser tocada con desesperación... Los dos chicos sabían lo que estaba por suceder pero lo que había pasado segundos antes los tenía aún pensando.
— ¡Choi Soobin, abre!
Aquel grito fuera de la puerta sobresaltó a Beomgyu y comenzó a preocuparlo a pesar de que quería mantener la calma, ¿Como debía portarse ahora? ¿Enserio Soobin esperaba que actuara con tranquilidad? Sus pensamientos estaban atormentandolo mucho más y sentía que colapsaría pronto. Justo cuando la puerta fue abierta agresivamente por varias personas extrañas, Beomgyu cayó, su respiración había fallado y terminó por desmayarse en aquel lugar en el que ambos habían demostrado su amor.
— ¡Beomgyu! — Soobin se apresuró y sostuvo al menor en sus brazos cuando lo vio desplomarse de esa manera, ya no le importaba si sus padres lo veían... Cuidar del pelinegro se había convertido en una prioridad.