DNA | Takigawa Chris Yuu

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¡injured girl!


El olor del hospital no era el mejor, pero era lo único que le hacía compañía desde hace un mes. Junto con su familia habían tenido un accidente de auto, en donde, lamentablemente, ella fue la más afectada. Su pierna quedó atrofiada, por lo que ahora solo podía caminar si usaba las muletas. 

Existía una pequeña posibilidad de recuperar la movilidad en la pierna, por lo que todos los días iba con el fisioterapeuta, para hacer los ejercicios correspondientes. En una de sus tantas sesiones fue cuando lo conoció. Un chico que tenía los ojos como ella, vacíos. No tenían luz. Era como si hubiera perdido algo importante. 

Hace un mes que vivía en la clínica y que veía al chico castaño. De alguna forma, verlo se había vuelto parte de su rutina. Era interesante. Él era bien parecido, era alto y fornido. Seguramente practicaba algún deporte. Un día, mientras hablaba con Tachibana-san —el encargado de su intento de rehabilitación—, vio como el chico le devolvía la mirada. Ante esto, decidió hacerse la loca y mirar a otro lado.

—Sabes —le dijo Tachibana-san—, el chico viene para acá. 

La castaña lo miró preocupada, pues su médico decidió irse justo cuando el chico llegó a su lado. Sentía la presencia de él a su lado, pero no quería verlo a la cara. Que cosas pensará él de ella, después de haberlo estado viendo todo un mes.

—Hola —dijo él, su voz era grave.

—H-hola —le respondió la castaña, levantando de a poco la mirada.

—Yo... —dijo él—, he notado que me has estado viendo.

"Mátame Kamisama" pensó.

—Soy Takigawa Chris —se presentó.

—Yamamoto Aoi —le respondió—, es un placer.

Y desde ese momento ambos empezaron a conversar bastante. De alguna forma Chris se había vuelto la luz para Aoi. Verlo esforzarse tanto en su rehabilitación, para poder jugar beisbol de nuevo, era algo que Aoi admiraba. Y ella hizo lo mismo, pero a veces la vida no es justa.

Su pierna no reaccionaba. No quería moverse. Y si seguía así, era peligroso. Sucedió de forma repentina. De un momento a otro, la poca luz que habían adquirido sus ojos, ya no estaba. Ese mismo día Chris había vuelto, pero algo había cambiado. Sus ojos podían iluminar una habitación completa.

Su kohai, Sawamura Eijun, le había de vuelto lo que había perdido, el amor por el beisbol. Estaba tan feliz, quería contarle a Aoi que ese mismo día había jugado otra vez, no en un torneo, pero si con sus compañeros y eso había sido lo mejor. Pero al llegar a la clínica, no encontró a la chica por ningún lado. Buscó en los lugares a los que habitualmente iban juntos, pero anda. Se acercó a recepción, para preguntar por ella.

—Disculpe —dijo—, usted sabe ¿dónde está Yamamoto Aoi?

—Takigawa-kun —le dijo al enfermera—, está en las salas de postoperatorios. 

El castaño corrió a la sección mencionada, y buscó el nombre de la chica en alguno de los letreros que estaban afuera de las habitaciones. Y al final del pasillo, dio con ella. Entró y su corazón se detuvo. Ahí estaba ella, pero era como si no lo estuviera. 

—¿Aoi-chan? —le llamó.

Ella lo miró y no dijo nada. Él se acercó y al momento de apoyar la mano en la cama, la chica pegó un saltó. Chris la miró extrañado. Después se dio cuenta de la dirección en la que la chica de ojos azules miraba. 

—No está —la escuchó decir—, Chris, ya no está.

Y lo entendió. Ella había perdido la pierna, y para siempre. Ese mismo día, mientras el recuperaba algo, ella lo perdía. 

—En la mañana ya no respondía —le dijo—, llamé a la enfermera. Era tarde, ya estaba morada. Un coagulo había tapado arteria y la sangre no fluía. Así que solo quedó amputarla. 

Chris se le acercó y la abrazó. 

—Aoi, por favor, no te rindas —le dijo Yuu—. Yo estaré contigo. 

La chica se abrazó a él y lloró. Se desahogó. Y Chris la mantenía en sus brazos y le daba todo el cariño que necesitara. Y así continuaron. Chris volvía a ser la luz en la vida de Aoi. Todos los días él la acompañaba en las sesiones con la ortopedista. Cuando Aoi quería rendirse, Chris era quien la levantaba. La pierna ortopédica molestaba a veces. De vez en cuando le dolía caminar con ella. Pero no estaba sola. De a poco fue acostumbrándose a su nueva pierna. Pero a veces su mente no quería ayudarla y la atormentaba. 

—Nadie me va a amar —le dijo un día a Chris, quien la miró sorprendido—. ¿Quién va a amar a una chica fallada? 

—No digas eso Aoi —le dijo él.

—Pero es verdad —le dijo—. Cuando vean mi pierna se asustaran. Nadie va a quererme Chris.

Chris la miró y, con todo el valor que tenía, la besó. 

—Yo si te quiero, Aoi —le dijo.

La chica lo miró sonrojada y con sorpresa. Chris le dio una de sus amables sonrisas y la abrazo.

—Me gustas Aoi —se confesó.

—Chris... —le dijo ella—, tú también me gustas. 

Ambos se miraron y se sonrieron. Los ojos de ambos habían recuperado la luz que habían perdido. Ahora cada uno era la luz del otro y con eso les bastaba. 


Bonus


—Maestro —le llamó Sawamura—, ¿ella es su novia?

El chico ruidoso vio a la pareja, quienes habían ido al primer partido de Seido en el Koshien. Hace un año Seido había perdido, pero este iba a ser distinto. Los de primer año eran muy buenos. Y los de segundo y tercero se estaban esforzando más que nadie.

—Sawamura —le dijo Chris—, Sí. Te la presento, ella es Yamamoto Aoi. Aoi, él es Sawamura Eijun, el pitcher de Seido.

—Usted es muy bonita —le dijo Sawamura—, mi maestro tiene suerte. 

—Para nada Sawamura-kun —le dijo ella—, soy yo la de la suerte. 

Varios más del equipo llegaron. Y las miradas en su pierna no se hicieron esperar. Algunos se preguntaban qué le había pasado, y otros se preguntaban si no sería incomodo. Ante esto Aoi los miró y, como si les hubiera leído la mente, les contestó.

—Fue en un accidente —les dijo—. Y no, ya no incomoda.

Haruichi miró mal a los que la miraban y le hizo una reverencia.

—Perdone lo irrespetuoso —el dijo.

—No te preocupes —le contestó—. Estoy acostumbrada. Ya llevo casi un año con ella y ya me acostumbre a las preguntas que hacen.

—Usted es muy hermosa —le dijo Sawamura haciendo una reverencia—, por favor, cuide de mi maestro.

La chica le sonrió.

—Déjalo en mis manos, Eijun-kun —hizo una reverencia. 

Chris se sonrojó. Aoi pensaba que su novio tenía un muy buen kohai, que se preocupaba por él. Al igual que ella. Le sonrió y se tomaron de la mano, para luego despedirse de los chicos e irse juntos a una cita. 


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La obsesión me hace escribir otro. Chris te amo y te mereces el cielo. Hasta aquí mi reporte Joaquín.

Espero les haya gustado.

TORIWAYNES.

Anime one shotsWhere stories live. Discover now