capítulo 25: Sin rastros de Oliver.

1.1K 117 19
                                    

Oliver había caído contra el piso desmayado, yo no supe que hacer, tenía a un lado al parecer, el padre de el y por otro lado estaba Oliver, tendido sobre el suelo de la comisaría. Reaccioné lo más rápido posible y me acerqué a el, intenté reanimarlo pero fue en vano, no despertaba.

—Oliver despertate. Fue lo que le decía mientras agarraba su cabeza y la apoyaba sobre mi.

Uno de los oficiales se acercó e intentó reanimarlo también y tuvo éxito, despertó. Estaba mareado, confundido, miraba para todos lados, parecía que se había olvidado lo que sucedió hace un instante pero no, se levantó rápido del suelo y me habló.

—Llama a tus padres, Apolo. Dijo señalando la sala de interrogatorios.

—Estás bien?. Pregunté preocupado.

—Si, lo estoy, llama a tus padres. Y eso hice.

Entré a la sala y un oficial estaba en la puerta, como no me dejó entrar, desde la ventana, les hice señas a mis padres para que vinieran. Salieron rápido de la sala atrás de mi y volvimos a donde estaba el padre de Oliver pero me llevé una sorpresa, el ya no estaba. Miré para todos lados, nada, pregunté si lo vieron salir, ninguno me supo responder, salí de la comisaría y miré para la calle, no estaba, desapareció como arte de magia.

Tomé mi celular y lo llamé, entendió rápido.

—¿Oliver donde estás?. Pregunté sin entender nada.

—No puedo, simplemente no puedo. Dijo y cortó la llamada.

Eso fue lo último que escuché decir a Oliver.

Actualmente.

El primer detenido por la muerte de mi tio fue el padre de Oliver, confesó ser uno de los agresores que lo mataron, de los otros hombres, no hay noticias. Gracias al estrés que empecé a tener por todo lo que estaba pasando, comencé a fumar, a escondidas de mis padres. Todas las noches y cuando me voy de casa, fumo, a veces marihuana, otras solo un simple cigarrillo.

—Tenes que dejar eso, vos no fumas. Dijo Julia retandome.

—Y vos que sabes. Dije lo más mala onda posible.

Ella levantó una ceja y contestó.

—Porque soy tu mejor amiga, y sé que nunca pudiste fumar nada porque te hacía toser.

—Todavía me pasa. Dije quejandome.

—Crees que se fue de la ciudad?. Preguntó Julia delicada, era un tema muy delicado para mi hablar de el.

—Por mi que se vaya a Saturno si quiere. Contesté tomando otro sorbo de bebida energizante.

—Entiendo que estés enojado, pero el no la debe estar pasando para nada bien. Dijo Julia mientras se sentaba a mi lado.

—Te parece que lo principal que me pasa, es enojo?. Le Pregunté irónicamente. —No estoy enojado, simplemente no puedo, que irónico, justo lo último que me dijo.

Ella se levantó, me agarró del brazo y empezó a caminar sin soltarme.

—Qué haces?. Pregunté confundido.

—Cállate y seguí caminando. Respondió.

Luego de unas 10 cuadras, llegamos a un consultorio de psicólogos.

—Qué hacemos acá?. Pregunté sabiendo la intensión de Julia.

—Vas a entrar, preguntas si hay psicologo o psicologa disponible y soltas todo ahí. Dijo ella señalando la puerta.

—No necesito esa mierda. Dije y me di la vuelta para irme pero ella me detuvo con su brazo.

—No te estoy preguntando, vas a entrar, punto. Dijo dándole fin a la discusión.

Sin poder quejarme, entré al lugar y me acerqué a la recepción. Un hombre de mediana edad estaba anotando algunas cosas en una libreta, notó mi presencia y como si supiera lo que quería preguntar, señaló una puerta que tenía un cartel escrito 《Psicologos por aquí 》 . Sin decirle gracias, entré por la puerta y había un pasillo con varias otras puertas con nombres en ellas. Intenté buscar una mujer, y la encontré.

Toqué la puerta dos veces y una voz femenina me indicó que entrara.

—En que te puedo ayudar?. Preguntó la mujer rubia con un rodete en su pelo y una libreta en su mano.

—vine porque necesito hablar de cosas que me están pasando. Le respondí a su pregunta.

—bien. Dijo, primero Preguntó mi nombre y después me preguntó de que quería hablarle.

Tomé aire y comencé.

—Hace unas semanas que no se nada de mi novio, no lo puedo localizar de ninguna forma, se fue, solo se fue.

—puedo saber el motivo?. Preguntó la psicóloga.

—Me gustaría saberlo a mi también, pero le voy a contar el contexto por el cual, creo que se fue. Su padre se declaró culpable por asesinar a mi tío hace unos años, lo hizo frente a el en la comisaría, supongo que todo eso fue muy fuerte y chocante para Oliver pero creo que no es un motivo para dejarme sin saber de él.

—Su padre confesó un asesinato, no es algo fácil de digerir, quizás necesita su espacio.

—Y por qué no me deja ayudarlo?, yo que soy su novio y huye dejándome.

—Apolo, el problema no es con vos, Oliver no huyó y te dejó, quizás se fue para procesar todo, ¿Cómo era la relación con su padre?.

—No había tal relación, su padre nunca lo quiso y parece que se las arregló para hacerle la vida a su hijo.

—Y vos que sentis?. Preguntó profundamente con voz de psicologa.

—Ahora mismo, siento que a él, yo no le importo, antes de apagar su celular, me cortaba las llamadas, si no huye de mi como usted dice, por qué no me llama y me dice donde está para que pueda ayudarlo?. Porque para mi tampoco es fácil saber que el padre de mi novio, asesinó a golpes a mi tío, todos se preocupan por Oliver, me incluyo en eso, pero a mi nadie me Preguntó como me siento con saber eso.

La mujer se quedó en silencio un momento, anotó algo en una tarjeta y me la entregó.

—Vas a venir todos los lunes a esta misma hora, tenes mucho para decir y descargar, que vengas hoy solo no va a alcanzar.

—Gracias. Dije y salí del lugar.

Julia estaba sentada sobre un árbol que estaba plantado en la vereda, me vio venir y se levantó rápidamente. Notó que un poco estuve llorando.

—Como te fue?. Preguntó dándome un pañuelo.

—Tengo que volver el lunes, todos los lunes. Contesté enrollando el pañuelo.

—Créeme, te va a servir de algo, yo vine durante mucho tiempo, guardarte todo lo que tenes que decir, con el tiempo te termina destruyendo.

Salimos de ahí y fuimos a mi casa, en el camino, mi padre me llamaba por teléfono, dijo que vaya urgente que tenía que decirme algo. Le dije a Julia y empezamos a caminar más rápido, en poco minutos, llegamos.

Apolo y OliverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora