capítulo 26: el primer aniversario sin Oliver.

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Estamos cumpliendo otro mes, y acá sigo buscándolo pero sinceramente, me estoy rindiendo.¿Tengo que dejarlo ir?. Me resulta muy difícil no estar con el, lo extraño mucho y no sé si está bien, si está mal, si tiene hambre.

La noticia de mi padre era que declaró el papá de Oliver, dijo que no vio nunca más a los otros hombres que participaron en el asesinato, pero que el es el principal agresor, el que dio el golpe mortal a mi tío.

El juicio se hará dentro de seis meses, aún faltan testigos que ayuden a la causa, Oliver fue llamado para que declare el día de la sentencia, pero como hay rastros de el, no puede ser avisado.

Con mi madre fuimos al centro de la ciudad, ella tenía que comprar algunas cosas y yo aproveché para ir con ella y comprar libros.

Quizás también una caja de cigarrillos.

Mis padres me ordenaron que salga de mi habitación, se que tienen miedo que el Apolo de antes vuelva, yo no quería decirles nada, pero ese Apolo poco a poco, está volviendo. Entré a la librería y compré tres libros, al lado de ella, había un quiosco, también entré ahí y compré los cigarrillos. Como mi madre no estaba conmigo, prendí uno y comencé a fumarlo.

Unas cuadras más adelante, pude notar que Paul estaba saliendo de una cafetería, me acerqué rápidamente hacia el, hace unos días que no hablábamos y tampoco nos hemos reunido.

—Hola Paul. Lo saludé con mi mano derecha.

El se giró hacia mi y pareció sorprendido.

—Ah, hola Apolo. Dijo un poco nervioso.

—Pareces sorprendido al verme. Dije un poco extrañado.

—No nos vimos estos días, es por eso. Contestó. —Estoy apurado, nos vemos luego. Agregó.

—Ey, espera. Dije poniéndome frente a el.

—Qué pasa?. Preguntó confundido.

—Eso quiero hacer, pasa algo?.

—No, no pasa nada.

—¿Desde cuando andas cortante vos, Paul?. Pregunté.

—No estoy siendo cortante, de verdad estoy apurado.

—¿No sabes nada de tu primo?. Esa pregunta hizo que se quedara quieto.

—No, no se nada. Contestó y siguió caminando.

—No me mientas Paul, sé que sabes algo.

—Basta, Apolo, no me comprometas.

—Por qué te iba a comprometer? Entonces sabes algo.

Paul se quedó en silencio, no decía nada, era obvio que eso lo delataba demasiado.

—Necesito que me digas que sabes. Dije acercandome a el

—Me voy. Dijo y empezó a caminar rápido.

Yo también avancé hacia el y lo detuve a medio camino.

—Por favor, Paul. Insistí.

—Dice que lo perdones. Respondió el.

Yo sentí una sensación rara en mi cuerpo, en específico, el pecho.

—Que lo perdone de que?. Pregunté con miedo a su respuesta.

—No está en la ciudad Dijo.

—¿Como que no está?.

—Se fue a unas cabañas en Bariloche. Contestó.

—En que cabañas específicamente?. Pregunté.

—No vas a ir a buscarlo.

—Esa no es decisión tuya.

—Si lo es, porque sé donde está.

—Cuando me ayudaste a buscarlo, ya sabias donde estaba?.

Su silencio fue su respuesta.

—No fue intensión mía hacerte eso. Dijo intentando disculparse.

—Me viste llorando por no saber nada de él y aún así no dijiste nada?. Pregunté indignado y enojado al mismo tiempo.

—El no quiere que lo busquen.

—Que lo busquen o que yo lo busque?.

—Ambos.

—Hoy cumplimos otro mes, Paul.

—Lo siento mucho, pero no lo vayas a buscar.

Y eso terminó por partirme entero. Paul se alejó, yo me quedé ahí, parado en medio de la calle, sentía enojo, tristeza, me dolía el pecho, el aire no entraba del todo a mi cuerpo. Mi madre me encontró, notó que yo no estaba para nada bien y me abrazó.

Mientras caminabamos, le conté de mi charla con Paul, por unos momentos no dijo nada, parecía que no sabia que decir.

—Hijo, son demasiadas emociones juntas, me preocupa que tomes una decisión equivocada y que con tu padre no sepamos que hacer.

—No me voy a suicidar, eso no. Dije.

—No te quise decir nada pero vi la caja de cigarrillos en tu bolsillo.

—Es lo único que me calma en este momento. Contesté.

—Que sea solamente eso, no quiero que fumes marihuana. Dijo preocupada.

—Solamente estoy fumando cigarrillos comunes.

—Y si no fumas ninguno?. Sugirió mi madre.

—Ya lo intenté, no puedo. Contesté.

—No le voy a decir nada a tu padre. Dijo ella.

Después de ahí, volvimos a casa, intenté leer pero no pude, la conversación con Paul era lo único en lo que pensaba, me molesta saber que el no quiere ayudarme, sabe como estoy, lo sabe perfectamente pero lo que más me molesta es que fingía ayudarme cuando sabía donde estaba Oliver.

En ese momento se me ocurrió llamar a su madre, ella debe saber donde está su hijo, si Paul lo sabe, ella también. Tardó unos segundos en atender la llamada. Sonaba cansada, como si recién se despertara.

—Hola señora. Dije al teléfono.

—Hola, Apolo. Contesto ella.

—Quería hacerle una pregunta, usted sabía que Oliver está en Bariloche?.

La madre de Oliver se quedó en silencio y al instante cortó la llamada. Yo me quedé con el celular en la mano y sin decir nada. Toda su familia sabía donde el estaba y me lo ocultaron. Me levanté de la cama y agarré la caja de cigarrillos, prendí uno y me acerqué a la ventana para sacar el humo por ella.

Solo podía pensar en el, no quería verme, eso me lo dejó claro Paul cuando hablamos. Pero me niego a aceptarlo, necesito que el me lo diga, con sus palabras, aunque sea con sus mensajes, pero que yo sepa que es el.

Agarro mi celular y entro a su chat, los últimos mensajes fueron de hace días cuando aún no sabía donde estaba. Por un momento pensé en enviarle un mensaje nuevo pero mi cerebro hizo click, una idea loca, un poco arriesgada pero podía hacerlo, quería hacerlo y lo iba a hacer sin pensar en nada más.

Si, es exactamente lo que voy a hacer, voy a ir a buscar a Oliver a Bariloche.

Apolo y OliverWhere stories live. Discover now