Capítulo 10. Una fiesta de muerte

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Octubre se abrió paso en el castillo con vientos fríos y una epidemia de gripe que hacía refunfuñar a Madam Ponfrey cada vez que un niño llegaba a su consultorio con la nariz mocosa.

Los resfríos en el castillo no paraban e incluso todo el equipo de quidditch de Gryffindor tuvo que hacerle una visita a la enfermera después de estar una semana entrenando bajo la lluvia como exigencia de Oliver Wood, pues ni los vientos huracanados o las frías tormentas detenían a ese Gryffindor entusiasta.

- Esto ya es explotación infantil -dijo Lily mientras se sorbía la nariz.

- Silencio, te va a escuchar -susurró Alicia Spinnet, antes de estornudar.

- Ya do oí todo -gruñó Wood, con una terrible voz nasal y la nariz roja como una manzana-. Y ya des he dicho que es pod ed bien del equipo -se cruzó de brazos y frunció el ceño.

Después de que todo el equipo hubiese tomado el mágico remedio que les dio Ponfrey, comenzaron a sentirse mejor, claro que no era instantáneo pero por la noche cualquier síntoma de aquella fea gripe había desaparecido. Los gemelos ya no tenían las orejas y las mejillas rojas (aunque era un poco gracioso verlos así), Harry ya no parecía tan irritado, Lily dejó de moquear y Wood volvía a tener la misma energía de siempre. Por eso los citó al día siguiente por la tarde, para seguir con los entrenamientos.

- ¿No puedes darnos un descanso? -se quejó Angelina-. Nosotros somos mayores pero Harry y Lily...

- Deben estar a la altura del equipo -la interrumpió Wood, antes de ir a su habitación prometiendo que el domingo tendrían un descanso si su desempeño de mañana era el esperado.

- A veces es un tirano -Angelina suspiró y rodó los ojos.

- Pero tiene razón -respondió Harry-. El año pasado no nos fue nada bien.

- Sí -murmuró Lily-. No te preocupes por nosotros, estamos en el mismo equipo y haremos lo posible para cumplir sus casi inalcanzables expectativas.

- ¿Están seguros de estar bien? -preguntó la mayor. Había visto a los pequeños agripados toda la mañana, se veían agotados.

Harry y Lily asintieron energeticamente, Angelina sonrió.

- Está bien, pero si vuelven a sentirse mal no duden en decirlo, Wood no puede presionarlos tanto.

- ¿Y a nosotros qué? -preguntó Fred.

- Sí, creo que siento que me desmayo -George se lanzó sobre los brazos de su gemelo-. Veo todo oscuro... -dijo con voz dramática.

- Tal vez un besito lo resuelva -Fred hizo como si fuera a darle un beso en la mejilla a su gemelo y este se retorció hasta verse libre. Las risas del equipo de quidditch completo no se hicieron esperar, George estaba rojo como un tomate pero también se reía como un niño pequeño- Nunca falla.

***

La mañana del sábado Lily recibió su carta semanal de parte de Sebastian Daniels. Habían comenzado a ser constantes las charlas entre ellos dos, a veces eran dos a la semana pero quién las contaba. Lily sí. Sebastian quiso saber si podría visitarla en Hogwarts algún fin de semana, pero pareció muy decepcionado cuando Lily le contó sobre el mecanismo de defensa contra muggles que había leído en la historia de Hogwarts. Lily le prometió que algún día le enseñaría un animal fantástico, Sebastian quería ver un dragón pero Lily le dijo lo imposible que sería llevar un dragón en su bolsillo; aunque le comentó aquella teoría de que dentro de Gringotts había uno custodiando las bóvedas y eso le pareció tan genial a Sebastian que su letra temblaba al escribir que sería increíble ver uno.

Los Mellizos Potter y la cámara de los secretosNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ