Inminente [Park JiMin]

4. Señor Park

Tarde muchísimo en tratar de perdernos pero lo conseguí.

—Esto no es un hotel —se quejó el niño.

—Conformate, ¿quieres? Tengo que sacarte de aquí. No me hagas el trabajo más difícil.

Apagué la moto y la escondi. Tome la muñeca del niño y lo guíe a una puerta. Me tome el atrevimiento de quedarme con la cartera del señor Park y ahora sus contactos son los míos.

—¿A dónde vamos?. Respondeme. Hey, te estoy hablando.

—Ni yo lo sé —toque y al segundo nos abrieron.

—¿Han So Hee? —pregunto el tipo. Asentí—. Pasa, ¿quién es el chico?

—Hijo del señor Park —respondí cortante. Jimin tomo mi mano, entrelazo sus dedos con los míos.

Hizo una venia hacia el chico y nos dejo pasar. Nos guío a una sala, me dieron una laptop e inicie mi trabajo.

—¿Y el señor Park? —ingresé a la base de datos con los nombres falsos de Younha y Jacob. Según su pasaporte de turista, están en Corea.

No sé como rayos supieron que estaría... aquí.

—Muerto —respondí simplemente hasta que recordé que Jimin esta aquí. Voltee a verlo y esta sorprendido—. Lo siento.

—Los llevaré a la habitación.

Negué.

—Sólo a él. Cuidenlo, tengo cosas que hacer.

Salí del lugar. Tome la moto y vague por los callejones de Busan. Necesito armas, así que fui a buscarlas.

Me detuve al escuchar la voz de Younha. Sin embargo, no entiendo que dice. ¿En que idioma habla?.

Puedo comprar una navaja en cualquier lugar. Di media vuelta pero alguien tomo mi antebrazo. Levante el puño lista para darle su merecido, pero me detuvo.

—So Hee, ayúdame, por favor —Jay me sostiene. Pero ya no confío él—. Por favor.

Me soltó y aproveche a correr. Alguien me tacleo y después otra cosa tacleo a ese alguien.

—¡Corre So Hee, vete! —grito Jay mientras 366 forcejeaba con él.

Me levanté y seguí corriendo

Un chico me detuvo, tomo mi muñeca y empezó a correr.

—Sube —me dijo. Y no sé porqué le hice caso. Subió detrás de mí—. Agachate y observa.

Volví a hacerle caso. Jay y 366 peleaban. Ambos se ven como los monstruos en los que convirtieron, Younha se percata de lo que sucede y les grita pero ninguno le hace caso. Ambos están enojados. Jacob llega, observa todo, saca una pistola y le da en la cabeza a ambos. Sólo se detienen, no mueren o algo parecido.

—Te están buscando —susurró el chico—. Déjame ayudarte

Accedí, siento que puedo confiar plenamente en él.