CAPÍTULO 16

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- ¿Sabes lo que tienes que hacer? - pregunte sin mirarlo

-sí, señor- respondió.

-Se le acabo el tiempo, tienes que alejarla de él.

- ¿Pero señor, porque tanto empeño? -pregunto intrigado.

-Se cree que no le conozco, que no se nada de él, pero él no sabe que ella es su debilidad, cuando no debería serlo.

-No entiendo señor

- ¿Porque te crees que fue a whitehall?, sabia todo lo que paso y su objetivo era destruirla, pero el idiota se ha enamorado de ella, aunque no lo admita.... aremos una cosita sepáralos y a ella no le pasara nada ¿Entendido? -le pregunte mirándole a los ojos, no podía dejar cabos sueltos.

-De acuerdo señor-dijo agachando la cabeza... que cobarde, me encantaba manejar a la gente a mi antojo y salirme con la mía.

-Ahora lárgate y haz tu trabajo-sentencié y el salió por la puerta.

Me quede sentado en la silla del escritorio, pensando en mi próximo movimiento, nadie podría saber que era yo quien planeaba todo y quien hizo aquello, aunque tengo que admitir que disfrute viendo como su alma dejaba su cuerpo, viendo cómo se desangraba lentamente, lo disfrute como un niño pequeño saboreando un pastel.

Abrí el cajón de debajo del escritorio y saqué una caja negra de terciopelo, para poder abrir aquella caja se necesitaba una llave, pero no una llave cualquiera si no una llave especial, forjada por mí.

Dentro del marco de fotos que tenía en mi escritorio, se encontraba dicha llave, solo tendría que abrir un lado del marco y ahí se encontraba, escondida, pero a la vez a la vista de todo el mundo. El marco era transparente y la llave se veía, parecía que era un adorno del marco y nadie absolutamente nadie sospecho que esa llave era de verdad, que revelaría lo más oscuro que nadie puede imaginar...

Cogí la llave y la introduje en la caja, con un solo giro la caja se abrió revelando lo más satisfactorio que nunca me cansaría de mirar.

Saque su contenido, observándolo con admiración, eso era una obra de arte que yo mismo hice, un cuerpo ensangrentado en el suelo, que poco a poco perdía la vida y me suplicaba que le ayudara.

Recordando aquella escena apareció en mis labios una media sonrisa de satisfacción, me eche hacia atrás en la silla observando bien las imágenes y recordando aquella noche, echaba de menos como me sentía, poderoso.

Vivo.

Y sobre todo me daba placer hacerlo.

Unos gritos interrumpieron mis pensamientos, resople, deje las fotos en la caja y salí de la habitación a grandes zancadas.

Llegué hasta la puerta en la que provenían los gritos, la abrí sin llamar y sin importarme si podía pasar o no.

- ¿Se puede saber qué coño haces? - pregunte a la persona que se encontraba enfrente de mí, tumbada en la cama.

-Suéltame o si no...

- ¿O si no que? ¿tu papi vendrá a por ti?, lo dudo mucho- me acerque a ella, observándola. Era preciosa y atada en la hermosa cama más a un.

-Me encanta como te ves así- me agache al lado de la cama y le acaricie la mejilla, pero ella me aparto la cara.

-No me toques, me das asco.

-Eso no decías anoche, anoche sí que te gustaba que te tocara, eres igual que yo, aunque no lo admitas- le sonreí.

-Recuerdo cómo me pedias más y gritabas mi nombre, tanto asco no te debo de dar, cuando siempre me estas pidiendo que te folle como una verdadera puta- deje de mirarla y me incorpore.

La mire por última vez antes de dirigirme a la puerta y le dedique una sonrisa de superioridad, ella me miro con desagrado y eso hizo que mi sonrisa se intensificara más.

-Espera- escuche antes de salir de la habitación, me gire y la volví a mirar con la misma expresión que antes.

-Suéltame por favor, y are todo lo que me pidas-me suplico.

-No hace falta que te suelte ya haces todo lo que te digo.

Empezó a removerse en la cama y el camisón que llevaba se le empezó a subir, dejándome ver su ropa interior negra, sabía que lo hacía aposta, en el fondo le gusta esto tanto como a mí.

-Deja de moverte si no quieres que valla- le avise.

- ¿Y si es eso lo que quiero? - me pregunto sin dejar de moverse hasta que su comisión quedo en su cintura dejando ver perfectamente su ropa interior, estaba muy apetecible, pero ahora no era el momento de distracciones.

-Hace 10 minutos me has dicho que te daba asco y ahora ¿Quieres que te folle?, muy mal querida, o una cosa o al otra- dije intentando apartar la vista de ella, pero no podía.

Notaba como empezaba a endurecerme y sabía que ella ya estaría mojada solo con mirarla con deseo, en el fondo era una verdadera puta y le importaba todo una mierda.

La mire una última vez, cerré la puerta y me acerque a ella despacio sin apartar lo ojos de los suyos, ella empezó a sonreír viendo que había conseguido su objetivo, pero lo que no sabía era que había despertado esta vez la bestia que era.

-Sabía que no te podías resistir a mi-me dijo lamiéndose los labios.

Me subí encima de ella y la cogí del cuello mientras la miraba a esos ojos claros que tenía y que me volvían loco desde el primer momento en que los vi y me cautivaron.

-Esta noche no seré gentil, te lo advierto-le advertí acercando mi dureza en su entre pierna.

- ¿Cuándo has sido gentil conmigo? - pregunto con una sonrisa.

Le apreté un poco más el cuello y la bese con toda mi rabia, con la otra mano baje hasta sus piernas acariciándolas lentamente haciéndola sufrir.

-Por favor... tócame-me suplico.

Me encantaba cuando me suplicaba, pero sobre todo cuando decía que le daba asco después de follarla, se arrepentía, pero luego volvía a mí, no podía estar sin mí ni un día, desde que me provo me ruega siempre que la haga mía y yo encantado de hacerlo.

Era mía.

Solo mía.

Mis manos subieron por su muslo hasta tocar su ropa interior, estaba empapada y no pude aguantar más. Me separe de ella y soltó un bufido de frustración al no tener contacto con mi cuerpo, la sonreí a su respuesta y me desabroche el cinturón dejando caer mis pantalones junto a mis boxers hasta acabar en el suelo.

Vi como miraba mi erección y su boca se hacía agua, pero no era el momento para eso... me desabroche la camisa y me la quite, me acerque a ella y le arranque las bragas de un tirón, ella no se quejó si no que me miro deseosa de que me introdujera dentro de ella, y eso hice. En un simple movimiento y sin esperar respuesta de ella me introduje en ella de una estocada, sin esperar que ella se amoldara a mi empecé a moverme.

Ella era igual que yo, aunque no lo admitiera, pero ya estaba yo para hacerla ver quien es ella en realidad, aunque por el momento me la follaria siempre que quisiera. 

FEEL MEWhere stories live. Discover now