Capítulo 1

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Harry

Harry se encontraba muy triste debido a que no había podido llegar a tiempo a la audición. Se lamentó durante todo el día por ello, pensó en qué hubiese pasado si hubiese llegado a tiempo. ¿Lo habrían elegido?, ¿Habría cambiado algo en su vida?

No lo sabía y tampoco podría saberlo.

Recordaba haber visto mal la hora y salir diez minutos después del tiempo debido.

De camino a casa lloró en silencio, sintiéndose mal consigo mismo por haber sido tan distraído. Anne, su madre, por su parte sintió que su corazón se partía al ver a Harry tan triste, al igual que su hermana Gemma.

Cuando llegaron a la casa, Harry fue directo a encerrarse en su habitación.

Anne no podía soportar verlo otro minuto así. En gran parte se sintió culpable de no haberse fijado bien tampoco de la hora, por lo que quiso hacer algo para subirle el ánimo, aunque fuera un poquito.

Caminó hasta la habitación de su hijo y tocó la puerta varias veces.

—Harry, cariño, ¿Quieres ir al centro comercial a comprar una de esas donas que tanto te gustan? Sé que ese es tu lugar favorito para comprarlas, así que puedo llevarte si gustas —le dijo ella suavemente, esperando con ansias que él aceptara.

Harry, sentado en su cama y mirando a un punto específico, pensó.

No perdía nada yendo y amaba mucho las donas de la tienda del centro comercial. Tal vez debía aprovechar esa ocasión, luego volvería y se encerraría de nuevo en su cuarto a llorar.

Pasándose las manos por el rostro se limpió las lagrimas y abrió la puerta, encontrando ahí a su madre con una sonrisa y una mirada llena de lastima.

—Ponte tu abrigo y vámonos. —Le dijo su madre y Harry fue por dicho abrigo.

Fueron en el auto hasta el centro comercial. Harry recostó la cabeza en la ventana, pensativo.

Al cabo de unos pocos minutos llegaron, entraron y se dirigieron inmediatamente a la tienda de las donas favoritas de Harry.

Ambos se posicionaron detrás de la última persona en la fila. No había mucha gente, por lo que su turno llegó rápido.

—Hola Harry, qué gusto verte de nuevo. ¿Cómo estás? —Lo saludó Amelia, la cajera que casi siempre lo atendía y ya prácticamente eran amigos.

—Bien, supongo —contestó él con un encogimiento de hombros.

Amelia lo miró un poco confundida por su actitud, por lo general Harry siempre se veía muy contento, pero decidió no darle más vueltas al asunto.

—Bueno, ¿te doy lo de siempre?

—Sí.

Amelia fue por aquella orden; tres donas, una para su madre y dos para él, y dos cafés, uno para cada uno.

Poco tiempo después se encontraban en una mesa comiendo los dos en silencio.

El delicioso sabor de la dona hizo que Harry se sintiera un poquitito mejor.

Sin embargo, aquel silencio fue cesado por el tono de llamada del celular de Anne, ella lo sacó y respondió.

Harry miraba lo que quedaba de su dona, pero escuchaba a su madre.

—No, es que ahorita no puedo —dijo ella y luego hubo una larga pausa—. ¿Pero no puedes tomar el bus?... ¿Qué?, ¿Ni un poco?...¿Cómo que se te olvidó?

A Harry le confundió aquella discusión, pero supuso que no debería ser nada grave.

Escuchó a su madre suspirar.

Besos en el camerino| L.SWhere stories live. Discover now