29. Y es contigo cuando brillo más

2.5K 270 173
                                    

~ Gracias por seguirme y comentar

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

~ Gracias por seguirme y comentar . ~

Creí que un café lo arreglaría todo, pero no. Seguía siendo una semana de mierda. De esas en que te golpeas el meñique del pie o donde la paciencia no es tu mejor virtud. Todo junto se convierte en un cóctel molotov. Sinceramente, he llegado a la conclusión que la vida es como un 2x1. Cada dos días malos te regalan uno de mierda.

Bachillerato se estaba convirtiendo en un infierno; los exámenes estaban a la vuelta de la esquina, y Lena Rose me evitaba. Lo extraño es que mi cerebro aún no hubiera explotado. Estado civil: cansado de la vida.

Era sábado y me había levantado con ganas de regresar a la cama. Apenas había dormido. Ni esa noche, ni las pasadas. El sol había teñido el cuchitril que llamaba mi habitación. Hacía pocos días que se había roto la persiana que daba al patio de vecinos. Y aunque había colgado una sábana blanca para que la luz no me molestara, el invento no había funcionado. Eran las doce de la mañana. Estaba sentado en el taburete de la cocina. Mezclaba el café solo con una cuchara, como si así pudiera sacar la amargura.

— ¿Qué vas a hacer hoy? — preguntó Montserrat, mi madre.

— Existir — contesté apático.

— ¿No has quedado con la vecina?

La miré por primera vez desde hacía mucho. Estaba más pálida y ojerosa. Hundida, como un barco a la deriva que se va sumergiendo. Mi madre tenía la mala costumbre de aferrarse a las personas que no la querían. Se olvidaba que su marido no iba a cambiar. Y también se olvidaba que, pese a que las nubes pueden borrar el cielo, las estrellas jamás dejan de brillar.

— ¿Qué vecina? — me hice el iluso.

— Sabes a quién me refiero, hijo. Lena. La hija de la señora Álvarez.

— Ni idea — arqueé una ceja.

Mi madre esbozó media sonrisa, triste. Apagada.

— De acuerdo — confesé. — Es mi compañera de clase y, alguna vez, hemos quedado.

Decidí confiar porque, a pesar de todo, mi madre seguía allí. Viviendo. Cuidándome. Queriéndome a su manera. Y si ella no se quería, yo lo intentaría por ella. Dejarse querer también es de valientes.

— Parece buena chica...

— Lo es — suspiré. — Demasiado.

Mi madre se mordió el interior de la mejilla. Respiró profundamente antes de soltar la siguiente frase, atropelladamente.

— Las buenas personas, se merecen buenas personas, Noel. Se merecen que les regalen sonrisas, tranquilidad en el alma y amor bonito — le brillaban los ojos, destapando la tormenta que anidaba en su interior. — Se merecen que hablen de ellas como si hubieran llegado a la luna. Se merecen... que las quieran bien, no a ratos.

Hasta que dejemos de ser Idiotas ✔️ | EN FÍSICO CON MATCHSTORIESWhere stories live. Discover now