Capítulo 38

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Ela:

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Ela:

Sobre el gran escritorio color caoba tiré el bello y terrorífico álbum familiar que había encontrado en mi habitación. La mirada del uniformado se fijó en la mía, levemente con asombro y dureza por lo que estaba haciendo, pero luego cambió por una completamente diferente.

Los ojos azules del agente solo tuvieron que observar las letras escritas con esa sustancia oscura y pastosa sobre el papel, para luego abrirse y luego dedicarse a examinarme con la mirada.

—¿Está segura de esto? —arqueó la ceja y miró lentamente hacia la figura que yacía justo detrás de mí, esa que parecía ser mi sombra a donde quiera que fuera.

—Él lo escribió, de eso estoy segura... No sé qué es lo que tiene en contra de mi familia, pero algo hay.

Asintió, pero luego levantó la cabeza en dirección a mi hermanastro:

—Si Logan no viene, lo buscaremos a la fuerza, así que trae a tu hermano, cuanto antes...

—¿Está acusado de algo? —soltó la voz a mi espalda, sin nada de emociones, solo una mera formalidad.

—Lo estará, de no presentarse —. El agente se levantó de su escritorio, tomó su abrigo y comenzó a dar un par de pasos —. La autopsia del cuerpo reveló la identidad de la nueva víctima. Un compañero suyo, fue mutilado estando vivo, el corte en la garganta quizá no lo mató, pero si el resto de heridas —. Hizo una pausa, mientras abría una especie de cortina blanca y nos dejaba pasar a un pequeño cuarto —. Le faltan algunos órganos, por lo que sabemos, se los llevó como trofeo o quien sabe para qué más.

Su atención pareció estar centrada en el nuevo salón de carpetas, que ahora entendía que eran expedientes de antiguos casos llevados por la policía. La sala era pequeña, tenía una chiquilla mesa en el centro, con dos sillas de plástico blancas. Había iluminación, pero tampoco era la mejor.

—Mark Branson. Estudiante local, aunque nacido en otro país —. Comentó, provocando que mi memoria recordara su rostro de vez en cuando por los pasillos de la preparatoria.

—¿Alguna relación? —preguntó Seth.

Sus cejas estaban fruncidas y parecía no confiarse del todo del lugar. Podía notar una leve tensión en sus músculos, en el área de los brazos, debido a la desnudez que tenían por el repentino aire caliente que se encontraba en la sala.

—Su padre fue uno de los sobrevivientes del «accidente» de tu padre, Ela —. Sus ojos se centraron repentinamente en mí, subí la mirada y vi la forma en como le había llamado al asesinato de papá, entre comillas esa palabra salió de sus labios —. Pocos fueron los sobrevivientes de aquel día y todos parecen haber desaparecido...

Dejó la palabra allí y su cuerpo se agachó para tomar uno de los expedientes. Podía verse el grosor desde lejos, todas esas hojas, perfectamente apiladas la una sobre la otra en una carpeta blanca se encontraban. La fecha, enmarcada en una especie de trozo de papel Graf, sujetado con cinta adhesiva, para que no se extraviara.

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