Capítulo 2

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Actualidad

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—¡Loren, Loren!

Coloqué los ojos en blanco al sentir la voz chillona de Lilian corriendo a gran velocidad detrás de mí. Su taconeo era bastante irritable.

—¡Hola, Lilian! —traté de esconder las ganas de vomitar que me daba su labial regado, con una sonrisa.

—¿Cómo has estado? —me abrazó y tuve que aguantar la respiración.

—Yo de maravilla, ¿y tú?

—Me enteré de lo de tu esposo y lo lamento tanto —se sacó un pañuelo de su bolso y se limpió una lágrima que no había salido.

Ah, eso.

—Oh, no. Vivir con el recuerdo constante de saber que Konan no volverá —carraspeé—. Es horrible. Siento un dolor en el pecho que no se quita nunca, y eso que ya pasó un año.

Asintió

—¿Y por qué no lo velaron acá?

—Ah, su familia quería que su cuerpo descansara en su ciudad natal —pasé el peso de mi cuerpo de un pie para el otro.

—¿Pero qué familia? —se humedeció los labios—. ¿No se supone que todos habían muerto en un accidente?

Es demasiado preguntona.

¡Dios!

—Unos tíos y primos lejanos que quedaron —mierda, mierda, mil veces mierda—. Bueno, Lilian, fue un placer enorme saludarte. Nos vemos luego.

Tomé el café y salí huyendo del lugar.

Luego de la muerte de Konan me tomé unas vacaciones fuera de Londres. Quería cambiar de ambiente.
Cuando regresé tuve que inventar toda una película de que él me había dejado y tiempo después me llegaron con la noticia de su fallecimiento. Fue increíble la importancia que le dieron a ese imbécil que no merecía más que morir, y claro, yo cumplí con que así fuera.

Decidí que lo mejor era cambiar por un tiempo. Enfocarme en nuevas cosas, tener nuevos intereses.

Comencé a trabajar en una editorial como editora, y me iba bastante bien. No es a lo que estaba acostumbrada, pero no estaba para nada mal. Me había mudado unas cuantas casas más cerca al parque principal. De vez en cuando iba y me sentaba a ver la gente pasar, ya saben. Lo normal. Había adoptado un perro; Lucca. Era mi única compañía en el momento, y era suficiente.

Llegué a la oficina, solté el bolso, el café y me encaminé al baño.

Me miré en el espejo y sonreí al ver mi reflejo. No estaba para nada mal.

Mi cabello rojizo caía sobre mi escote; que estaba bastante bien. Mis ojos negros tenían su brillo esencial. Retoqué un poco mi labial y el rímel.

Me alejé un poco del espejo para poder contemplar mi figura.

No seguiré tus reglas +18Où les histoires vivent. Découvrez maintenant