Capítulo 9

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Habían pasado semanas y no había obtenido respuesta alguna a todas las incógnitas que retumbaban en mi cabeza

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Habían pasado semanas y no había obtenido respuesta alguna a todas las incógnitas que retumbaban en mi cabeza. ¿Qué tanto sabía Raissa? ¿Quién era Ryan y por qué no encontraba nada acerca de él? ¿Quién estaba tras los atentados? ¿Existía Laura y si no, quién era la chica del bar?

Jules no se despegaba ni un solo minuto de mí. Cuando estábamos en la editorial se tiraba en el sofá a verme leer, corregir y tirar a la basura los manuscritos, y cuando estábamos en la empresa que me había dejado Konan se quedaba del otro lado de la puerta deslizando pequeñas notas de papel para hacerme saber que seguía allí.

Desde pequeña había aprendido por las malas a tener que huir. El crecer con un padre que se dedicaba a la mafia, al lavado de dinero y a matar gente sin piedad alguna, cuando te miran a los ojos suplicándote perdón mientras que las lágrimas ruedan por sus mejillas, te vuelve un ser humano igual o incluso peor. Pero algo estaba fallando en mi crianza, ¿por qué sentí miedo en el bar? ¿Por qué sentí temor de lo que me hubiera podido pasar? ¿Sentí temor por mi o por las personas que estaban conmigo? ¿Temor por Jules? No, no, él estaba mejor entrenado que yo. ¿Temor por Ryan? Mierda, tal vez.

No habíamos tenido mucho contacto los últimos días, debido a que se fue sin dejar un solo rastro y como no tenía ni un solo dato sobre él, me había quedado de manos atadas hasta que él decidiera aparecer. Por otra parte, ya su libro estaba pasando por el proceso de la última revisión antes de saltar a las imprentas con el dinero de las drogas que el inservible de Konan no pudo pasar por debajo antes de tener que morir.

Si algún día la policía decidía investigar a mi familia o si quiera piensan en investigarme a mí, se iban a golpear de frente con la triste sorpresa de que no hay nada con lo que puedan culparme. No hay un solo nombre, no hay un solo número, no hay un solo lugar, no hay un solo dato. Mi historial estaba completamente limpio. ¿Algo más que aprendí de papá? Hay perros que harán el trabajo por ti por una miseria de dinero.

Me encontraba leyendo el manuscrito de una joven chica mexicana que decidió mandar su escrito a millas de distancia con la esperanza de ser publicado, cuando la puerta de mi oficina se abrió de golpe.

Raissa entró de golpe, meneando las caderas en cada paso. Venía envuelta en un vestido verde oliva ceñido que le llegaba hasta la rodilla, mientras que su cabellera castaña iba en una alta y bien peinada coleta dejando su perfecto rostro libre.

—Hay un trabajo del que debes ocuparte —soltó de golpe.

Me paré de mi asiento y caminé rodeando el escritorio hasta quedar frente a ella. Me senté sobre la mesa, me metí las manos en los bolsillos de mi pantalón y le dediqué una pequeña sonrisa.

—Siempre será un placer recibirte en mis instalaciones.

—Estoy hablando en serio, Loren —se acercó más a mí—. Debes dejar tus libritos de lado y enfocarte en lo verdaderamente importante.

No seguiré tus reglas +18Where stories live. Discover now