Capítulo 8

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Habían pasado unas dos semanas desde el atentado en el bar, y aunque había tomado cartas en el asunto desde la mañana siguiente, no había logrado obtener ninguna respuesta al laberinto en el que me encontraba metida

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Habían pasado unas dos semanas desde el atentado en el bar, y aunque había tomado cartas en el asunto desde la mañana siguiente, no había logrado obtener ninguna respuesta al laberinto en el que me encontraba metida.

Jules se había llevado a la joven mujer, había prometido instalarla en un lugar seguro y vigilarla al menos durante unas horas, y luego de eso no hemos sabido nada más de ella. Pedí seguirla para saber cada uno de los movimientos que realizaba; con quién hablaba, con quién se veía, incluso qué comía, pero su rastro desapareció.

—¿Hemos sabido algo de Laura? —pregunté inquieta.

Al parecer ni siquiera era su nombre real. Al indagar sobre ella no encontramos absolutamente nada. Su credencial era falsa, no estaba casada, ni siquiera sabíamos si verdaderamente pertenecía a la ciudad. Su fantasma se había convertido en un nuevo dolor de cabeza para mí.

—No —Jules negó de inmediato.

—¿Sobre las noticias? —me rasqué la cabeza y me tiré sobre el gran sofá.

—Se eliminó de la internet todo lo que más se pudo, pero ya había demasiados videos virales en las redes sociales, y hay unos que todavía salen a la luz.

—Joder... —volví a incorporarme—. ¿Sabes lo malo que es para la empresa eso? —me llevé el dedo índice a la boca y lo mordí—. Ni siquiera es para la empresa, Jules.

—¿Entonces? —se sentó a mi lado y no me demoré ni dos segundos en ponerme de pie.

—¡¿Entonces?! —tomé aire—. Los clientes de papá, que ahora quieren trabajar conmigo.

—Ellos lo entenderán. Aquí todos corremos el mismo riesgo, Loren.

—¡Yo no puedo verme vulnerable! —grité y sentí como un nudo se creaba en mi garganta—. ¡Sus ojos no pueden verme como una mujer frágil!

Mierda, qué había dicho. Eso no tenía absolutamente nada que ver con el hilo de la conversación.

—No estás hablando de los negociantes —Jules se levantó de golpe y se posicionó frente a mí—. ¿De quién hablas Loren?

Negué de inmediato.

Salí de la oficina, caminé lo más rápido que podía sin que me viera corriendo hacia el ascensor. Las puertas se abrieron y para mi sorpresa salió Raissa con un vestido rojo que resaltaba cada perfecta curva que esta mujer tenía y que llevaba un escote que era más que imposible querer apartar la vista.

Me enderecé, tragué en seco y sonreí de la forma más formal que me era posible con semejante monumento frente a mis ojos con tremendos recuerdos inundando mi cabeza.

—Señora —inclinó un poco la cabeza a modo de reverencia.

—Es una sorpresa verte por aquí, Raissa.

Y la verdad sí que era una sorpresa. Ella no solía venir a mi empresa a no ser que hubiera reunión de accionistas y yo personalmente me había encargado de cancelar cada una de ellas.

No seguiré tus reglas +18Where stories live. Discover now