Capítulo 5

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Jules me recogió muy puntual y me dejó en toda la entrada al edificio

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Jules me recogió muy puntual y me dejó en toda la entrada al edificio. Desde que Konan había muerto no había puesto un solo pie en esas oficinas, y no era algo que me emocionara en el momento.

—Loren, Loren —el joven apuesto unos diez años mayor que yo, con el cabello canoso y un terrible pasado me abrió la puerta de la oficina principal, sonriente—. Es todo un placer poder tenerte aquí.

—Muchas gracias, Axel. El placer es todo mío.

La sola oficina era enorme. Las paredes eran de un rojo intenso y el suelo era de un perfecto mármol negro. No había una sola ventana; lo que pasaba allí se quedaba allí.

En la mesa central ya estaban los que parecían ser todos y cada uno de los representantes de la agencia. Los hermosos retratos de mi silueta a blanco y negro inundaban las paredes, dándole esa vida y buena energía que le faltaba al lugar.

Tomé asiento junto a una joven de cabello castaño, largas pestañas y hermosa sonrisa. No tardó en devolverme el saludo y la sonrisa de medio lado mientras se mordía el labio; lo había entendido perfectamente.

Algo que me gustaba mucho más que tener el poder de todo a mi alrededor era: las mujeres. Y esa chica sentada a mi lado sería mía. Me crucé de piernas cuando sentí el calor subiendo por ellas.

Me concentré en lo importante del momento, ella podía esperar, yo podía esperar.

Axel dio un pequeño discurso acerca de las persecuciones que al parecer todos en aquella habitación habíamos recibido en las últimas horas. Sus ojos negros se enfocaban a veces en los míos, mientras que yo trataba de no prestarle demasiada atención, con su presencia en la habitación ya era más que suficiente.
Varios de los hombres que estaban sentados alrededor de nosotros gruñían o contradecían lo que mencionaba Axel.

—¿Y qué esperas que hagamos? —un chico un poco más joven que yo, con el cabello revuelto, ojos azules y con el nudo de la corbata mal hecho, se quejaba.

—¿Defendernos?

Axel me miró.

—Lo primero —carraspeé un poco—. Sacar del país la coca que ya tenemos lista.

—¿Y tú eres? —el chico enarcó una ceja.

—Tu jefe.

Axel se levantó de su asiento, se acomodó el traje y asintió.

—Loren es la difunta esposa de Konan. La encargada de todas y cada una de las acciones que se realizan dentro y fuera de la empresa.

—¿Y tú eres? —pregunté mirando al chico, ahora con bastante curiosidad.

—Logan Petterson —respondió secamente.

—Es un placer, Logan.

Tomé mi teléfono un segundo.

No seguiré tus reglas +18Where stories live. Discover now