Capítulo 4

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Jules me llevó a casa; iba a darme un beso en la comisura de los labios, y antes de que pudiera lograrlo me bajé del auto

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Jules me llevó a casa; iba a darme un beso en la comisura de los labios, y antes de que pudiera lograrlo me bajé del auto.

Cerré de un portazo y volví a tomar la compostura. Jules no entendía, y jamás lo iba a entender. Era imposible tener sentimientos más allá de lo sexual con él o con cualquier otro hombre que se cruzara en mi camino.

Flashback

—Dime, Loren —me miraba a través del gran espejo del comedor—. Dime qué es lo que me falta, ¿qué más necesito?

—¿De qué hablas? —levanté suavemente mi rostro, se giró y me enfoqué en su mirada desesperada.

—Quiero pasar el resto de mi vida contigo, pero no me lo permites.

Asentí.

—¿Por qué?

—Porque no ...—me mordí el labio.

—Te he cuidado, te he sido fiel desde el primer momento en qué te conocí —se acercó y recostó los brazos sobre la mesa, dejando caer todo su peso—. Incluso cuando yo estaba roto estuve para curarte y cerrar cada una de tus heridas.

Sonreí de medio lado, y me levanté de mi asiento.

—Respóndeme una sola pregunta.

Asintió.

—¿Yo te lo pedí?

Negó.

—¿Entonces qué esperabas? Tus pagos los has tenido y todos al día, te he dado más de lo que debería. ¿Qué más esperabas, Jules?

—A ti.

—A mí ya me tienes, pero bajo mis condiciones —enarqué una ceja—. ¿Puedes conformarte con eso?

—En el momento.

Salí de la sala.

Fin del Flashback

Jules no tardó ni dos segundos en salir por el portón principal.

Entré a casa; todas las luces se encontraban apagadas. Caminé por el largo pasillo, todo estaba en un completo silencio. Parecía que no había nadie, no supe cómo sentirme. Una parte de mí pensaba que por fin iba a poder estar unos minutos en paz, pero otra parte de mí se sentía en pánico de que alguien más estuviera en casa.
El corazón se me colocó a mil, y toda la piel se me erizó cuando pasé por el gran salón. Había alguien sentado con un vaso de whisky recostado en uno de mis sofás con la TV apagada. La única lámpara encendida era la que estaba a su lado.
No alcanzaba a ver su rostro y llevaba puesto un pijama que le tapaba hasta los pies.

—¿Qué ha pasado? —era la voz de mi padre.

Suspiré aliviada.

—¿Cómo puedes verte tan tranquilo después de qué Jules te aviso que estuvieron detrás de mí en una persecución para asesinarme?

No seguiré tus reglas +18Where stories live. Discover now