❧ 𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴 ❧

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Serkan Bolat pasaba con lentitud los dedos por su barba mientras guardaba silencio. Su mirada tenía un brillo apagado y sus labios arquearon una malvada sonrisa al escuchar lo que estaban hablando en aquella mesa, lugar donde tantos planes llenos de maldad se habían creado. Porque si, aquel lugar era tan oscuro y frío que lo único que se podía percibir era la presencia del mal.

El suelo estaba resquebrajado, algunas ventanas que decoraban la pared tenían los cristales rotos haciendo que el gélido aire del exterior se abriera paso para recorrer hasta la última esquina. La llama de las velas que alumbraban la taberna comenzó a titilar provocando que el ambiente se hiciese más aterrador.

Los Strigoi eran seres oscuros y sin alma capaces de acabar con la vida de los más inocentes sin ningún tipo de pudor. Después de que ocurriera la mayor guerra de los siglos, se asentaron en la parte más antigua y oscura de la ciudad de Estambul siendo así los únicos en desplazarse entre las sobras. Excepto una persona. Eda Yildiz.

Aquella bruja blanca siempre les había resultado ser un impedimento ya que era tan fuerte y valiente que no le temía a nada. Durante varios siglos, los suyos se limitaron a guardar las distancias con los Strigoi aunque tuvieran relación con los demás vampiros de la zona. La luz y la oscuridad eran incompatibles. O eso decían.

-Se rumorea que la daga ya se encuentra en la ciudad, ¿qué harás al respecto Serkan?—inició Engin la conversación.

-Todo a su debido tiempo.—su voz estruendosa retumbó por todo el lugar.

-No podemos dejar que caiga en manos de alguien con magia blanca, en ese caso, sería bastante letal.—Añadió Efe.

-No ocurrirá.—miró a cada uno de ellos.—No serán capaces de entrar a la oscuridad.—jugó con los anillos que adornaban sus dedos.

-Ella lo hará. Puedo notarlo.—soltó de repente Engin.

-¿Quién es ella?—entornó sus ojos esperando una respuesta.

-Eda Yildiz.—respondió.

Salisbury era una aldea llena de luz y color

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Salisbury era una aldea llena de luz y color. Sus pastos verdes era lo que más destacaba del lugar y los diversos tipos de flores lo adornaban como si fueran pinceladas de un hermoso cuadro. Los niños, que eran los habitantes más puros, llenaban cada rincón con sus alegres risas. Todos vivían en completa armonía y paz.

A lo largo de los años, las brujas blancas se acostumbraron a vivir entre los humanos y a sentirse prácticamente como uno más. Los vampiros, del gremio bueno, se dedicaban a proteger los alrededores de la aldea desde las profundidades del bosque. Aquel sitio tenía un aire acogedor, hasta que los Strigoi decidieran aparecer.

A Eda siempre le gustó salir a primera hora de la mañana para hacer sus tareas. Su presencia alegraba siempre a todo el mundo, incluso al que no logró empezar un buen día.

𝕊𝔼𝔻 𝔻𝔼 𝕋𝕀 》𝑬𝑫𝑺𝑬𝑹Where stories live. Discover now