❧ 𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕴𝕴 ❧

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Serkan Bolat estaba lleno de rabia y odio, tanto que estaba completamente cegado. Su cuerpo estaba sobre el de Eda. Con su mano, tomó con fuerza su cuello haciendo que ella intentará zafarse de él sin éxito. No tenía control sobre sus actos, la oscuridad que habitaba en su interior había tomado el mando.

-Ya me cansé de escucharte Eda Yildiz. Ha llegado tu hora.—apretó sus dientes con fuerza.

-No vuelvas a tocar a mi familia.—logró decir tras coger un poco de aire.

A ella también la rabia la estaba consumiendo. Su familia era lo más importante en su vida y aquel que osara tocarle un solo pelo de su cabeza debería rogar por su alma.

Sus ojos comenzaron a cambiar de color  y la naturaleza reunió todo su poder para crear una gran tormenta. Un fuerte vendaval se hizo presente arrastrando las hojas secas que había en el suelo. Las primeras gotas de lluvia comenzaron a mojar el pasto seguido de los rayos que se abrían paso entre las nubes. Eda miró fijamente a Serkan y con fuerza retiró la mano de su cuello.

-Ya estaba empezando a aburrirme.—se levantó y se sacudió el hombro con una sonrisa malévola.

-Ahora verás quién soy, Serkan Bolat.—se puso frente a él.—Yo no le tengo miedo.—reafirmó.

Concentró todo su poder en ella y desapareció por completo dejando a Serkan confuso. Comenzó a mirar hacia todos lados para buscarla. No contaba con que pudiera hacer eso.

-¿Me buscabas?—susurró tras su espalda haciendo que se tensara y rápidamente se se girara para mirarla.

Eda alzó sus manos hacia el cielo y con su poder tomó la energía de los rayos haciendo que uno cayera sobre Serkan. Su cuerpo salió despedido por los aires para acto seguido caer estrepitosamente en el suelo y quedarse inmóvil. Al ser la bruja blanca más poderosa de todas tenía algo que no estaba al alcance de las demás. Los cuatro elementos. Agua, fuego, aire y tierra estaban a su merced cuando ella lo ordenaba, como en este caso, que ahora se encontraba atacando al Strigoi con todos ellos. Serkan no podía hacer otra cosa que cubrirse de sus ataques ya que su poder poco a poco se estaba apagando por su magia blanca. Cerró sus puños y bajó sus manos haciendo que los elementos se retiraran por completo. Con paso decidido, se acercó a este y lo miró sin sentir ningún tipo de compasión. Estaba fuera de si.

Vamos Serkan! ¡Acaba con ella de una vez!—la oscuridad que habitaba en él le habló desde lo más profundo de su corazón, tal y como lo había hecho durante todos estos años.

-Dolor.—pronunció en voz alta haciendo que se retorciera y comenzará a decir palabras casi inaudibles.

Cerró sus ojos y se concentró en canalizar toda la rabia que sentía en él. Su mente divagaba entre miles de pensamientos pero había uno en especial que hizo que su corazón se encogiera. Un recuerdo.

Flashback

La pequeña Eda se encontraba sentada sobre el pasto pasando sus manos en aquellas flores que tanto le gustaban. Sus colores, sus formas, sus fragancias y sus texturas era lo que más amaba de ellas, tanto que no se dió cuenta de que su amigo se había alejado de donde estaban.

-¡Eda!—escuchó su voz cada vez más cerca.

-¡Dios mío Serkan! ¿Qué te ha pasado?—se llevó las manos a la boca al verlo lleno de tierra y con una herida en su mano.

-¡Me he caído!—las lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin parar.

-Ven, déjame ver eso.—tomó su mano y miró con detenimiento la herida.—¿Por qué te has caído?—lo miró.

𝕊𝔼𝔻 𝔻𝔼 𝕋𝕀 》𝑬𝑫𝑺𝑬𝑹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora