A Crowley no le gusta que Gabriel viva con Aziraphale y se le ocurre un plan para estar cerca de su ángel.
Gabriel es condenado a pasar una temporada en la tierra, a vivir como un humano, ver lo importante que es la vida en la tierra y a comprender...
Crowley estaba en su departamento, no sabía cómo actuar, estaba libre de Gabriel por el momento, Aziraphale tenia un mes para volver al cielo, él dijo que no lo haría pero ¿y si lo obligarán?. Podrían hacerlo a la fuerza, se quedaría solo, además no podía confesar sus sentirnos, tenía un mes, tenía que lograrlo. Volvió a leer el libro verde, saco el anillo y jugo con el entre sus manos. Después de un rato se paró enfrente del espejo y repitió las palabras.
Aziraphale acaba de comprar su libró, estaba feliz, primera edición y con la firma del autor, no era el libro que quería pero está edición no estaba mal, estaba algo desgastado pero el podía repararlo, sin milagros. El ángel llegó ya en la noche, Crowley estaba dormido en el sofá, pensó en despertarlo, desistió al pensar que se podría enojar, en cambio lo cubrió con varias mantas. Se dirigió a su cuarto, se puso su pijama y durmió.
A un era de noche cuando sintió el cuerpo de su compañero a su lado, acomodándose para dormir.
- ¿Eres tú Crowley? - Murmura
- Si, perdón por despertaste ángel pero le frío me despertó.
- Cubrete bien... Descansa
- Dulces sueños ángel.
Crowley seguía teniendo esas pesadillas, temía que todo fuera falso, su ángel estaría muerto, la librería quemada y él no habría salvado a su ángel. Se despertó de golpe, su corazón latía más de lo necesario, vio a su ángel dormir a su lado, solo así se calmo, se inclinó y le dio un beso casto en la frente, lo abrazo con cuidado de no despertarlo y se durmió con su angel entre sus brazos.
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Aziraphale despertó con dolor en el cuerpo, no se podía moverse bien, tenía calor, trato de levantarse pero no pudo no tenía la fuerza, vio a Crowley a su lado dormido, lo estaba abrazando, tal vez fue por el frío.
- Crowley - apenas oía su propia voz. - Crowley... Despierta
- Ahhh, ángel - rompió el abrazo al estirándose - Buenos días. - se tallo los ojos, odiaba el sol en la mañana.
- Ayuda Crowley, no me puedo moverme. - arrastró las palabras
Crowley vio a su ángel pálido, con los ojos llorosos, labios partidos.
- ángel, cálmate, solo haz tenido una mala noche - se puso de pie, inspeccionó a su ángel - estás frío, pero... No podemos enfermarnos.
- Ahora yo tengo calor, podrías abrir la ventana.
- pero... Estás congelado, no creo que sea una buena idea
- En ese caso, te agradecería un vaso con agua.
- Si, no te preocupes, esto pasará
¿Que estaba pasando? Nunca supo de un ángel que se enfermó
