𝐢𝐢𝐢. 𝐋𝐲𝐜𝐚𝐧𝐭𝐡𝐫𝐨𝐩𝐲

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Luego de la charla que Lydia, Allison, Jackson y Hazel tuvieron, la rubiofresa arrastró hasta el campo de lacrosse a ambas chicas

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Luego de la charla que Lydia, Allison, Jackson y Hazel tuvieron, la rubiofresa arrastró hasta el campo de lacrosse a ambas chicas. La chica insistía en que debían ver el entrenamiento, y las castañas no tuvieron más opción que ir.

Estaban sentadas en las gradas cuando un escalofrío recorrió toda la espalda de Hazel. La chica buscó con la mirada y, por puro instinto, la dirigió a las bancas. Logró enfocar e identificar lo que su mirada había captado, era un chico moreno de pelo revoltoso sentado allí, tranquilo sin más. Unos segundos después Hazel abrió sus ojos como platos una vez que identificó y comprendió aquel peculiar escalofrío que sintió.

—¡McCall! —gritó el entrenador Finstock, el recién nombrado subió su rostro.

—¿Si?

—Vas a portería —le indicó, lanzándole un palo de lacrosse y un casco.

—Nunca he jugado —le dijo el moreno, con clara confusión en su rostro.

—Ya lo sé —respondió obvio el entrenador, girando sus ojos—. Los chicos se van a animar si hacen goles. ¡Les da energía, los alienta!

Hazel observó la extraña interacción entre el chico y el entrenador con el ceño fruncido. Aunque en realidad, su atención realmente estaba en aquella rara pero no desconocida sensación que recorrió su cuerpo hace unos minutos.

—¿Y qué hay de mí? —preguntó, haciendo que el entrenador rodara sus ojos antes de hablar.

—Cuida tu rostro —dió dos palmadas al cachete del chico antes de voltearse a mirar el campo y exclamar—. ¡Vamos!

Sabiendo que era un caso perdido discutir con el entrenador, Scott simplemente agarró sus cosas y se fue a la portería.

—¿Quién es él? —cuestionó Allison, señalando al chico que estaba jugando de portero, llamando la atención de las dos chicas a su izquierda.

—¿Él? No estoy muy segura —le respondió Lydia.

—No recuerdo su nombre —admitió Hazel cuando Allison miró en su dirección—. Creo que su apellido es McCall, si no escuché mal.

Allison asintió, con una pequeña mueca formándose en su rostro.

—¿Por qué la pregunta? —inquirió Lydia.

—Está en nuestra clase de inglés —explicó sin más, mirando a la castaña rojiza. Hazel asintió levemente, recordando haberlo visto sentado adelante de la Argent.

Unas risas hicieron que las tres chicas dejaran su conversación de lado para ver qué ocurría. Uno de los chicos de la fila lanzó la pelota, pero la misma quedó atrapada entre las rejillas del casco de Scott.

—¡Vaya forma de atajar con la cara, McCall! —se burló uno de los chicos del equipo.

La Farrington arrugó su nariz. El moreno se posicionó nuevamente en la arquería, y se preparó para, esta vez, atajar el tiro, o al menos hacer un mejor intento.

𝐀𝐓𝐋𝐀𝐍𝐓𝐈𝐒 | 𝘵𝘦𝘦𝘯 𝘸𝘰𝘭𝘧Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang