𝐯. 𝐅𝐮𝐥𝐥 𝐦𝐨𝐨𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐲

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Al atravesar las puertas de la preparatoria, Hazel fue directamente a su casillero para sacar los libros de su primera clase: latín

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Al atravesar las puertas de la preparatoria, Hazel fue directamente a su casillero para sacar los libros de su primera clase: latín.

Durante su trayectoria al salón no se había topado con nadie, cosa que agradecía. No tenía ánimos de hablar ni con el conserje para contarle cualquier bobada.

Las clases pasaron con normalidad y, a medida que el día avanzaba, la castaña se sentía cada vez más agotada, por lo que al llegar a la cafetería fue la persona más feliz del mundo.

—¿Qué te tiene sonriendo así? —interrogó una melodiosa voz.

Hazel despegó su vista de su hamburguesa para ver a la dueña de la voz.

—Esta deliciosa hamburguesa —respondió luego de tragar. Levantó su vaso con refresco adentro y tomó un sorbo de la gaseosa bebida sin dejar de mirar a la rubiofresa.

Lydia rió ante la respuesta de su amiga, sentándose a su lado para comer.

—Te noto cansada, ¿dormiste bien anoche? —inquirió Lydia después de un rato, genuinamente preocupada.

—Sí, no te preocupes —mintió. Le ofreció a la chica una sonrisa para tranquilizarla, cosa que logró con un poco de dificultad.

Ambas chicas siguieron hablando hasta llegar al salón de literatura, clase que solo Lydia compartía, de allí Hazel fue a la clase de álgebra, la última del día. Se sentó en uno de las mesas del fondo, esperando poder descansar un poco. Sus ojos se cerraron poco a poco, hasta que llegó un punto en el que Hazel no resistió más, y se durmió.

La castaña no supo cuánto tiempo pasó dormida hasta que un libro fue golpeado contra su mesa, haciendo que se despertara sobresaltada.

—¿Tuvo dulces sueños, señorita Boswell? —inquirió, con algo de molestia e indignación, el profesor. Hazel no tuvo la oportunidad de responder cuando la voz del profesor ya estaba sonando de nuevo—. Para el lunes quiero ver plasmados los ejercicios de la página 145 a la 160. Completos.

La pequeña Farrington–Boswell se sentía tan agotada que ni siquiera tuvo la fuerza de replicar, solo dejó caer su cabeza nuevamente en la mesa frente suyo.

Hazel sentía como cada pequeño y minúsculo pedazo de energía lunar se combinaba con sus poderes, la hacía sentir cada vez más sobrecargada. Algo que realmente extrañaba de cuando el resto de su familia aún vivía o de cuando vivían en Seattle, era la presencia de los beskyttende, hacían mucho más pasable los días de luna llena. Solo esperaba que el día terminara y que, al próximo día, toda esa energía y poder recibidos fueran canalizados.

Un pitido resonó dentro de su cabeza, lo que la hizo quejarse y cerrar los ojos con mayor fuerza, esperando que así se fuera. Pasaron varios minutos en los que Hazel sentía que su cabeza iba a estallar, hasta que poco a poco disminuyó. Aún sentía una punzada en su cien, pero sin tanta intensidad como hace un rato. Cuando sintió que ya podía salir de la escuela sin sentir que su cerebro explotaba, levantó su cabeza un poco, notando que era la única en el salón, pensamiento que cambio cuando sintió una mano posarse en su hombro.

𝐀𝐓𝐋𝐀𝐍𝐓𝐈𝐒 | 𝘵𝘦𝘦𝘯 𝘸𝘰𝘭𝘧Where stories live. Discover now